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Sección: V?a Correo Electr?nico

¿El fin del sistema político mexicano?

Eduardo de la Torre Jaramillo 20/01/2017

alcalorpolitico.com

“No se vota por soluciones sino para expresar un malestar”
Daniel Innenarity

El sistema político mexicano actuando como “sistema” le permitió gobernar al PRI, al PAN, al PRD y a otros partidos políticos tanto en el plano federal como en las entidades federativas y hasta municipios; ¿por qué?, desde la complejidad la sociedad mexicana se adaptó a las reglas, normas y procedimientos, aglutinados en una Constitución Política y una serie de instituciones que posibilitaron una cohabitación con una democracia frágil, pero con un sistema inteligente que paradójicamente tuvo un desarrollo sistémico; es así que pudo gobernar el sistema político mexicano con un subsistema de partidos políticos y no un determinado personaje como lo fueron Carlos Salinas de Gortari o Vicente Fox Quesada, ambos se destacaron, uno por su inteligencia y otro por su ignorancia, pero el sistema compensó la locura del primero y la mediocridad del segundo.

Dado lo anterior, el sistema político mexicano se autoorganizaba y se adaptaba a las nuevas circunstancias, el caso de la corrupción política es el mejor ejemplo donde se reconstruía al propio sistema, basta recordar desde los sexenios de José López Portillo hasta Carlos Salinas el juego político en el interior del PRI era encarcelar a algún político del sexenio anterior para “reinventar” al sistema, allí están los casos de: Fausto Cantú Peña, Eugenio Méndez Torruco, Alfredo Ríos Camarena, Félix Barra García en la época de José López Portillo; Arturo Durazo Moreno, Jorge Díaz Serrano los encarceló Miguel de la Madrid y, con Carlos Salinas de Gortari detuvo y encarceló a Joaquín Hernández Galicia “La Quina”, y, al empresario Eduardo Legorreta.



Continuando con la línea de interpretación anterior, el sistema político sufrió su primera entropía en 1994 con una serie de hechos violentos: el alzamiento del EZLN, el asesinato de Luis Donaldo Colosio, el asesinato de José Francisco Ruiz Massieu; todo esto modificó al PRI en el interior del subsistema de partidos políticos, ya que con el gobierno de Ernesto Zedillo Ponce de León (él de la sana distancia con el PRI) invitó al panista Antonio Lozano Gracia como procurador y encarcela a Raúl Salinas de Gortari, lo que vino después fue la liberalización del sistema político mexicano en 1997 con la pérdida de la Cámara de Diputados, y en el año 2000 el advenimiento de la fútil alternancia. Paradójicamente, los motivos del cambio fueron por la crisis económica de 1994 y, el advenimiento de la oposición, como un actor respetable y comprometido con la democracia, así lo veía la sociedad mexicana en ese contexto político.

Empero, del año 2000 al 2012 el PAN como partido gobernante no cambió al sistema político mexicano, sino que simplemente se adaptó a él, y reprodujo los mismos mecanismos de corrupción del pasado inmediato, quizá la diferencia en el gobierno fue su evidencia para hacer actos de corrupción; y en el caso del PRD en el DF tuvo la capacidad de gobernar porque diseñaron un sistema neocorporativo corrupto. Sin embargo, ¿cuáles fueron los efectos en la clase política en su conjunto?, éstos se autoorganizaron para impulsar la “democratización de la corrupción”, puesto que ya no era privativo del PRI, sino que ahora compartía esa característica en el estilo de gobernar con el PAN, el PRD y de los otros. El primer caso se produjo con las prerrogativas de los partidos con la reforma electoral de 1997; posteriormente fue degenerando en la aprobación y asignación de los presupuestos a partir del año 2000, aunado a las acciones patrimonialistas, nepotistas en las cuales todos los partidos políticos aparecen como coludidos y, finalmente la relación con grupos ilegales que crearon una simbiosis entre financiamiento de las campañas y ganancias a través de la obra pública y del control territorial.

Compactando los ejes de la molestia ciudadana actual, puedo afirmar que fueron en los años noventa, la crisis económica, en la primera década del siglo XXI, el tema fue la seguridad pública y, ya en el tercer lustro de este siglo fue la corrupción político-empresarial; es así que esta trilogía que se acumuló en los últimos veinte años generó en la sociedad mexicana los siguientes resultados: a) una crisis de confianza frente a la política (desafección sobre la frágil democracia); b) una crisis estructural del Estado de Derecho; y c) el enorme distanciamiento entre las elites y el “pueblo”. Esto produce sociedades que incuban movimientos de rabia, rechazo o miedo, a lo cual México no está exento de esto y, que se transforma en cólera política.



Finalmente, el tradicional sistema político mexicano ya no puede autoorganizarse y readaptarse, porque ya no pueden gestionar la complejidad del mundo que están enfrentando: a) responder sistémicamente a la globalización; b) la fragmentación social interna; c) y una sociedad desconocida para cualquier sistema político (referéndum en Reino Unido, encuestas en México, Colombia y Estados Unidos); d) la posible salida sea la pulsión populista, la cual tiene una narrativa del simplismo político y que por cierto no escapa de la cultura política de la corrupción, tal y como ya se observó en la CDMX en las delegaciones políticas donde hoy gobiernan. Es así que el fin del sistema político mexicano proviene del subsistema de partidos políticos tradicionales y ahora con el ascenso del neopopulismo. Como corolario, es pertinente cerrar este artículo con quien lo empecé, Daniel Innenarity, quien afirma que en estos momentos: “La política se reduce, por un lado, a una práctica de gestión prudente sin entusiasmo y, por otro, a una expresividad brutal de las pasiones sin racionalidad, simplificada en el combate entre los gestores grises de la impotencia y los provocadores…”.