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Columnas y artículos de opinión
Tiempos de debate y deliberación públicas
Uriel Flores Aguayo
27 de noviembre de 2015
alcalorpolitico.com
Se percibe un ambiente polémico y de deliberación casi cotidiana en Veracruz, con cierta tendencia a un incipiente debate, en un contexto de proceso electoral. Esas posturas saltan por todos lados, unos contra otros, de todos los colores y los niveles. Adelante haré una exposición al respecto. Quiero partir de un caso que me involucra: con motivo de unas declaraciones del diputado federal Cuitláhuac, en el sentido de que él no iba a gestionar recursos para Xalapa, dando sus razones, me han buscado algunos periodistas para pedirme comentarios al respecto; noté cierta intencionalidad en las preguntas, encaminadas a extraerme algunas críticas hacia el legislador, tal vez para crear una polémica; cuidé mis respuestas, manifestando no coincidir con esa postura pero acentuando mi respeto a las decisiones del diputado; lamentablemente, por dolo o error, se suprime la segunda parte, dejando la impresión de que mi postura es negativa y de censura. Entra a escena el dirigente estatal de Morena, quien, fuera de contexto y en forma corriente, me ataca dando por verdaderas las versiones parciales de algunos medios. Estamos ante el perfecto ejemplo de un círculo vicioso de nuestra vida pública, donde se arman artificialmente unas polémicas que no dejan nada positivo, que confunden y terminan siendo intrascendentes.
 
La postura del controversial dirigente estatal de Morena, respecto a mi, es una invitación directa a fijar una postura hasta didáctica sobre lo que deben ser los debates, aprovechando también para establecer algunas líneas propositivas para la coyuntura del relevo gubernamental en Veracruz. El debate es sano, normal e indispensable en la vida pública de toda sociedad, es parte de la normalidad democrática. Ayuda a posicionar a las fuerzas políticas, conocer sus posturas y suscitar adhesiones ciudadanas. No solo es necesario el debate sino que se debe estimular. Para que sea útil requiere claridad, información, argumentos y respeto. Debatir es un ejercicio fundamentalmente democrático, para mostrar las razones propias y tratar de convencer a la audiencia. Debatir implica el reconocimiento del otro, el que está enfrente, lo cual supone absoluta tolerancia.
 
Hay quienes hacen polémicas que no llegan a debate, que no pretenden aclarar nada, que sueltan palabras inconexas y ocurrencias, que insultan y se pierden en la inmediatez meramente mediática. Esas formas son inútiles y nocivas para nuestra vida pública. Ahora se ve mucho de eso, como herencia de una política tradicional e irresponsable. Los ciudadanos deben ser muy exigentes con los partidos y los candidatos, emplazarlos a ser claros y exponer argumentos, a debatir en medios masivos, sin guión y asesores; la idea es que muestren sus cualidades espontáneamente, estando dispuestos a confrontar de frente, dando respuestas directas.
 

Vienen tiempos propicios para la democracia, viva y liberadora; hay que poner todo a debate, cuestionar perfiles y capacidades, no dejar pasar sin crítica omisiones y sonrisas cuyo valor radica sólo en el papel en que se imprimen. Habrá que hacer un esfuerzo informativo y de participación para que no gane terreno el "spoteo", para que circulen ideas, para exigir argumentos y para que los candidatos tengan el valor de poner a prueba sus cualidades. Es muy sano aislar los ataques, cobrárselos a quienes lo emitan con sanción social y votos.
 
Debatir supone la confianza en las razones propias y el respeto absoluto a las posturas del de enfrente; también quiere decir que no somos dueños de la verdad, que hay pluralidad y que lo que digan otros es tan valioso y respetable como lo manifestado por uno. Cuando se clasifica entre buenos y malos se comete un error grave, es peor cuando hay quien, de inicio, reparte certificados de calidad moral y, para variar, se auto otorga el de superioridad.
 
Es imposible debatir sin información, no hay tema y se habla al vacío; sin embargo no falta quien lo intente, resultando un juego de humo sin trascendencia alguna. Hagamos lo posible porque circule toda la información, que abunden los datos, los nombres y las posturas de todos los que participen en la aspiración de cargos públicos, que muestren sus fortalezas y se ganen los votos, que demuestren ser merecedores de la confianza ciudadana. Que nadie se escude en publicidad y en aparatos propagandísticos.
 

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Recadito: Vamos con el MOPI-VER al Cabildo xalapeño, el primero de Diciembre.