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Columnas y artículos de opinión
¿Por qué no he dado al teletón?
Helí Herrera Hernández
14 de diciembre de 2015
alcalorpolitico.com
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Twitter: HELÍHERRERA.es
 
Desde que los millonarios en este país le declararon la guerra con el apoyo de los políticos neoliberales y los organismos financieros internacionales al Estado Benefactor, México no sólo ha entrado en una crisis económica sino humanitaria y alimentaria, que da como resultado que 81 por ciento de nuestros compatriotas no tengan acceso a los servicios de salud que La Constitución obliga los gobiernos a otorgarla de manera eficiente y eficaz.
 
¿Quiénes son los que se han beneficiado económicamente con este modelo económico? Una irrisoria minoría; 14 familias para ser más exactos entre los que se encuentran los ideólogos y fundadores del teletón como Emilio Azcárraga, presidente de televisa; Carlos Slim, presidente de Telmex, de grupo Carso y de telcel; Alberto Bailleres, presidente del grupo BAL, dueño de Palacio de hierro, del Instituto Tecnológico Autónomo de México, minas, GNP seguros; don Armando Garza Sada presidente del grupo industrial ALFA especializado en petroquímicos y componentes industriales automotrices, entre otros, que con los mejores abogados y contadores de este país utilizan infinidad de chicanadas para evadir impuestos, trucos legaloides para bajarlos al máximo y pagarle a la Secretaría de Hacienda casi nada, y paraísos fiscales para reducir el mínimo sus contribuciones al Estado. Llevan años haciendo eso e interviniendo en la política nacional a través de dos partidos políticos principalmente >el PRI y el PAN<, (que por cierto acaban de asestarle otro golpe a los trabajadores de México la semana pasada en la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, al privatizarles sus pensiones y dárselas a los banqueros para que les saquen jugo y ganancias, tema del que me ocuparé en próxima entrega), para garantizar la continuidad de las políticas neoliberales que los han enriquecido inhumanamente dado que nunca se han sacado un premio por pagar salarios justos, aguinaldos y otras prestaciones legales.

 
Estos hombres poderosos son los que idearon el teletón como remedio para limpiar sus conciencias maltrechas y aliviarles sus pecados de brutalidad laboral y así, entre copas de champagne y tiros a los hoyos en el campo de golf, langostas en sus yates y placeres terrenales con una que otra artista de televisa, armaron toda una psicología de terror para que los pobres ayudáramos a los niños discapacitados pobres que no reciben una atención del Estado a sus enfermedades, porque prefieren dárselas a oligarcas en contribuciones millonarias por medio de contratación de publicidad gubernamental y obra pública, generosas concesiones para la explotación de recursos naturales nacionales (minas), de medios de transporte (pulpos camioneros que suben los precios del pasaje cuando quieren), flotas áreas (Pedro Aspe y Miguel Alemán), espacios radio y tele-eléctricos (Tv-azteca, televisa) que les han servido para idiotizar a la población e hincharse de dinero.
 
Nosotros, los ciudadanos que trabajamos todos los días para llevar el poco sustento a nuestras familias para que medio coman, para que medio vistan y para que medio se atiendan de sus propias enfermedades no debimos donar lo que no tenemos. Si Azcárraga, Slim, Bailleres, Garza Sada, Aramburuzabala o Salinas Pliego quieren ayudar a los niños discapacitados que lo hagan con sus propias riquezas mal habidas, o pagando los impuestos reales al Estado por sus negocios. Esos recursos multimillonarios en un gobierno honesto servirían no para construir un Crit sino 20 o 30 cada año sin necesidad de asaltar al pueblo de México con historias desgarradoras, al estilo de las telenovelas de esa industria deformadora que sin ningún rubor expolian las discapacidades de esos infantes que aparecen a cuadro y que si están así, es por la desprotección del Estado-alcahuete de esos magnates que los han dejado en una situación de total abandono, mientras los potentados siguen engordando sus cuentas bancarias, sus inversiones, sus bienes inmuebles, sus joyas, sus autos de edición limitada, insultantes en una sociedad pobre-miserable.
 
No podemos ni debemos reemplazar la responsabilidad del Estado mexicano para atender a estos niños y niñas con cáncer o discapacidades cuando éste los desprotege, mientras cubre con impunidad a los hombres y mujeres que se enriquecen diariamente explotando las masas trabajadoras, sudando dinero en instituciones financieras con actos de corrupción y a costa del erario federal y estatal. En un Estado democrático tenemos la obligación constitucional de contribuir para resolver las necesidades generales de la población: Los que ganen mucho deben pagar muchos impuestos; los que ganen menos, menos deben pagar para contribuir con el sector público y así, el Estado pueda invertir en los servicios indispensables para el desarrollo nacional (carreteras, infraestructura productiva), pero también en el desarrollo humano (salud, educación, atención a todos los enfermos y desde luego, a los discapacitados). Si eso no ocurre entonces ese Estado no es democrático sino impopular, elitista, burgués porque abdica de su primerísima responsabilidad de dotar de salud a sus gobernados, privilegiando, en cambio, el confort y lujo de unos cuantos.

 
Ese Estado y sus potentados no tienen calidad moral para pedir piedad por un sector de la sociedad cuyas discapacidades se agravan por culpa de ellos, de sus apetitos individualistas de riqueza y poder, que juegan a ser dios y llaman a sus súbditos a desprenderse de lo que no tienen para aliviar el mal engendrado por ellos mismos, por sus bastardas ambiciones de placeres mundanos. Por eso la ternura de sus spots con niñas con cáncer; por eso el drama de los niños discapacitados; por eso explotan la lástima ajena para provocar solidaridad y sentimientos de bondad en las masas sociales, terapeadas previamente por sus propios medios de comunicación, deformadores, limpiadores de conciencias que han logrado extirparles la noción de la reflexión y los han convertido en ciudadanos autómatas, en zombies, que solo obedecen lo que la radio y la televisión les dice.
 
Debemos luchar por construir un Estado que garantice una atención especializada a todos los niños discapacitados y jóvenes enfermos de cáncer con los recursos que capte la hacienda federal, pero administrados de manera pulcra, diáfana y correcta por los hombres y mujeres que lo integren. Los que lo conforman actualmente tienen a México de cabeza porque rescatan a los banqueros con dinero público, pero les niegan a estos niños y niñas una atención médica de calidad, robándoles su felicidad no solo a ellos, sino a sus padres y familias.
 
La edificación de una nueva República pasa por quitar a la plutocracia y sus partidos satélites el PRI, Acción Nacional, el Verde, el Panal y Encuentro Social. No hacerlo es cooperar involuntariamente a hundir la averiada nave del Estado, donde solo ésta burocracia-gubernamental-elitista podrá ponerse a salvo huyendo con sus riquezas a paraísos fiscales para seguir disfrutando el cielo, aquí en la tierra.

 
El infierno, nos lo están dejando a nosotros.