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Columnas y artículos de opinión
Mercadocracia
Helí Herrera Hernández
4 de enero de 2016
alcalorpolitico.com
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Twitter: HELÍHERRERA.es
 
2015 deja suficientes argumentos para arrancar el año nuevo sobre un debate que casi nadie ha tocado y que merece la mayor importancia no solo en México, sino en el mundo, frente al avance de la derecha y de los sectores radicales en la economía, en el desarrollo social, en el desarrollo humano y hasta en el religioso, inclusive.
 
Somos testigos del debilitamiento del pensamiento revolucionario que surgió y se fortaleció en el siglo XX, porque vino a solucionar los problemas de bienestar social que la crisis del capitalismo generó. En México, el modelo desarrollista fue claro ejemplo de cómo las utopías pasaron a ser una realidad cuando el Estado asumió un papel protagónico como ente regulador de los factores de la economía.

 
Pero todo indica que, precisamente esos estándares de crecimiento económico a los que se acostumbraron las familias en el mundo, han generado molestia popular frente al desplome del trabajo, del salario, de la salud, de la educación, y los pueblos están buscando soluciones contundentes a sus problemas diarios, eligiendo opciones que en el discurso parecen ser la solución, pero ya en la practica hunden más y mas la precaria estabilidad económica y social de las familias en el planeta.
 
Así vemos al engaño como la oferta electoral mas prometedora de los partidos y segmentos de la ultraderecha que se critican entre ellos, porque ellos gobiernan por conducto de los partidos de la burguesía (en Estados Unidos lo mismo es el partido Republicano que el partido Demócrata, como en México el PRI y el PAN), y se ofrecen como los salvadores de la tragedia. No son pocos los países donde éstos son los actores políticos que, con base en mentiras, provocaciones y millones de dólares han cosechado los frutos de la desesperación, la rabia, el hartazgo y la indignación de los que menos tienen, y que por esa misma situación se obnubilan votando por quienes menos deberían hacerlo. ¡El jodido votando por su verdugo!
 
Este colapso económico global generado por el neoliberalismo y “la tercera vía” ha debilitado a los gobiernos del centro democrático o social demócratas y de izquierda, y ha fortalecido los liderazgos de la derecha más reaccionaria. Allí están los ejemplos mas claros en las elecciones realizadas en Argentina, Brasil y Venezuela donde salen triunfantes grupos neofascistas, adueñándose de las instituciones públicas y desplazando a los gobiernos de izquierda, que por un tiempo les ofrecieron y dieron un nivel de vida superior al que detentaban, pero que con el derrumbe del modelo económico capitalista sus coletazos terminaron por desplazarlos, precisamente por las estructuras electorales que terminan siendo un brazo de la burguesía reaccionaria que con dinero lo corrompe todo, hasta el voto.  

 
No es momento para profundizar en el análisis de lo ocurrido en estas naciones donde errores internos de los gobiernos de izquierda ayudaron en la decapitación, pero tampoco podemos soslayar que el “agotamiento” de esos gobiernos fue el dinero doméstico e internacional puesto al servicio de los sectores reaccionarios que provocaron boicots, desabastos y provocaciones, enfadando a la población, que ya no vio quién se la hizo (la derecha dueña de los medios e instrumentos de la producción), sino quién se la pague. Acciones desestabilizadoras se acuerdan hoy entre los mismos actores en Chile, Bolivia, Nicaragua y Ecuador para ponerlas en práctica dado que ya demostraron su efectividad.
 
Andan tan envalentonada la ultraderecha en el mundo que en países como Estados Unidos y Francia, donde gobierna la derecha moderada (no me vaya a salir alguien que Francois Hollande es izquierdista), personajes como Donald Trump y Marine Le Pen, que en la década pasada eran figuras marginales, acaparadoras del interés de unos minúsculos círculos neofascistas, hoy acaparan la atención en las propuestas que tienen y están tomando una fuerza monumental entre sus sociedades, a pesar de los objetivos que persiguen parecidos a los de Benito Mussolini y Adolfo Hitler.
 
¿Cómo entender pues que estos personajes se hayan convertido en la esperanza de esas naciones, cuando su pensamiento y acción han sido siempre la de enriquecerse a costa del trabajo de los demás? ¿De explotarlos física y espiritualmente? Ese es el debate que hay que abrir en 2016. Convocarlo para que mentes lúcidas puedan profundizar en las causas y encontrar las soluciones que inyecten a las masas sociales sabiduría, inteligencia y reflexión sobre quién es el verdadero enemigo de los pueblos en el mundo.

 
Si la teoría Friedmana se fija como regla el control capitalista sobre el trabajo y la educación y les ha resultado, entonces habrá que reñirla desde la academia misma, desde las escuelas, desde las universidades para no confundir al enemigo y combatir la mentira y el engaño con argumentos sólidos sobre los verdaderos responsables de la debacle, del colapso económico y de bienestar social. Debemos derrotar a los que combaten el Estado Benefactor cuando afirman en sus medios de comunicación, en sus escuelas privadas, que no es viable y que la economía debe moverse por sí sola, con mínima o nula injerencia estatal. Debe ser el regreso a una vieja discusión que parecía superada justamente en el ultimo tercio de la centuria pasada, con esa aparente conciliación de socialismo y capitalismo que significó la socialdemocracia consensuada.
 
Nació así un sistema económico de visión pragmática imponiéndose el dogma individualista de que lo privado y lo no social debe prevalecer sobre lo público. Que privilegia la especulación y los movimientos del capital y detesta el control político. Uno que privatice las ganancias y socialice las perdidas (Too Big to fail).
 
Es esa batalla de ideas a la que debemos convocar los preocupados por el fortalecimiento del pensamiento neofascista que buscan y ocupan a las instituciones públicas. Es nuestra responsabilidad que las actuales “democracias” se estén convirtiendo en una mercadocracia que aspira a erigir el paraíso del consumidor, aunque para lograrlo propicien un infierno para el trabajador y un limbo para el ciudadano: "La humanidad tiene la libertad de elegir muchas, muchísimas cosas, pero sin dinero >con que se queda<".

 
No me cabe duda que presenciamos los prolegómenos de una profunda mutación en la circunstancia social, la cual tarde o temprano ofrecerá una coyuntura favorable a decisiones políticas que aceleren el tejido de una nueva red de bienestar. Se trata de un arreglo diferente en su estructura al viejo Estado Benefactor, pero similar en sus consecuencias equilibradoras y compatibles con su manejo prudente y ordenado de las finanzas públicas, con crecimiento económico y creación de empleos bien remunerados. El error de la socialdemocracia frente a la globalización fue mimetizarse con el presente (izquierda pasmada –PRD-) para evitar ser asociado con el pasado (Marx, Engels, Lenin Mao, Fidel), que dado el control de la ultraderecha sobre los medios de comunicación, ha sido declarada hereje, retrograda, involutiva, antidemocrática. A esos adjetivos les tienen miedo los líderes políticos socialdemócratas en el mundo y en México, cuando debería ser fuente para el debate.
 
Es momento ya de salir a dar la cara frente al fortalecimiento de la ultraderecha y grupos neofascistas en este año nuevo desde diferentes trincheras: la electoral, la académica, la popular, en la redes. Ya vimos el daño que han generado. El empobrecimiento de las masas en el mundo no es por decisión divina sino por la perversidad de unos cuantos y la complacencia e indiferencia de todos nosotros. Debemos construir las condiciones para el advenimiento de un nuevo régimen que sirva para que los ciudadanos tengan primero comida, después paz y luego futuro.