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Columnas y artículos de opinión
Diario de un reportero
Una acusación seria y triste
Miguel Molina
21 de abril de 2016
alcalorpolitico.com
No es lo de menos. Rafael Núñez Landa es presidente de la Asociación de Constructores del estado, y no tiene por qué inventar lo que dice: el gobierno de Veracruz (en las personas de funcionarios no identificados) ha aceptado y pagado facturas falsas y todavía le debe unos diez mil millones de pesos a quienes llevan la obra pública del discurso al concreto.
 
Es un señalamiento serio. Núñez Landa – quien no duda en decir que el gobierno ha defraudado al gremio – afirma que funcionarios de la secretaría de Finanzas (que es donde en teoría pagan a contratistas y proveedores que construyen proyectos públicos) les han mostrado documentos apócrifos cuando los empresarios han ido a cobrar lo que les deben.
 
"Ya te pagamos", dicen los funcionarios hasta el momento anónimos que esgrimen papeles como espadas. Tal vez cuando estén solos se encojan de hombros, tal vez vayan a su baño privado y se miren en el espejo y piensen si lo que están haciendo vale la pena, y por el momento ahí se quedan las cosas. Pero lo más seguro es que las cosas vayan más allá.
 

Le toca al gremio de los constructores dar nombres y cargos, y montos y obra especificada, y exhibir lo que haya que exhibir, más temprano que tarde. Les toca a los constructores presentar su caso – y sus costos, incluidos pagos extraoficiales – a la opinión pública, no para promover un linchamiento mediático del gobierno sino para mostrar que tienen razón y tienen derecho.
 
Quienes tienen derecho a quejarse en voz alta son quienes no han cobrado pero han recibido notificaciones del Servicio Tributario porque deben impuestos de lo que dice el gobierno de Veracruz que les pagó... Quién sabe qué les dirá Antonio Gómez Pelegrín, el secretario de Finanzas, más que nada porque hace rato que no los recibe.
 
Hubo acuerdo la última vez, en diciembre. Les ofrecieron que les iban a pagar pronto, se hizo un calendario, se dieron la mano y cada cual se fue, tal vez sonriente y aliviado, por donde había venido. No han podido ver al funcionario desde entonces. Tal vez la semana que viene.
 

¿Y quién pagó la obra pública del sexenio?, me pregunta en Londres Rob entre una pinta de Guinness y otra. Parece que nadie, le digo. O sea que se hizo poco con nada, dice Rob. Yo pienso en las carreteras, en los hospitales sin intrumental ni medicinas, en los pensionados sin pensiones, en los estudiantes y en los atletas sin becas, en los músicos que tocaron sin que les pagaran y en los campesinos que nunca recibieron los fondos que el destino o el presupuesto les destinaron... Le digo que eso parece.
 
No todos los días se acusa a un gobierno de fraude financiero y falsedad documental. Pero a estas alturas quedan pocas cosas de qué responsabilizar a la burocracia que administra – es un decir – la cosa pública en Veracruz. Pero eso no es todo: la acusación de los constructores incluiría a funcionarios añejos y recientes, entre ellos algunos que pueden terminar siendo diputados con fueros mal entendidos.
 
Tampoco importa que el gobierno de Brasil haya caído o esté a punto de venirse abajo por menos de lo que pasa en Veracruz. Lo que está claro es que los constructores dicen que la secretaría de Finanzas miente, acepta facturas falsas, y les debe miles de millones de pesos. Y, tristemente, el gobierno no dice nada, tal vez porque su pluma no es de esas...