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Columnas y artículos de opinión
Diario de un reportero
Detalles a grandes rasgos
Miguel Molina
28 de abril de 2016
alcalorpolitico.com
En el camino hacia la gubernatura de Veracruz ha habido dos debates – uno oficial y otro no tanto – y quién sabe cuántas reuniones con quién sabe cuántas personas que representan o creen representar algo en el estado. Cuando escribo estas líneas (miércoles) se prepara uno más. Habrá otros debates y otras reuniones, pero a esta campaña mínima no le queda mucho tiempo.
 
Hasta ahora, los candidatos han dedicado parte importante de su tiempo en los foros públicos a atacar a las personas (ex gobernadores y otros políticos, inlcuidos los propios candidatos) y no a contrastar sus ideas o sus proyectos para remediar la vaina en la que están metidos casi todos los veracruzanos.
 
En las reuniones con grupos más pequeños, aunque de otra forma, pasa lo mismo, pero los candidatos pueden explayarse ahí, y ofrecer detalles a grandes rasgos, si me perdonan la expresión. No es lo mismo hablarle a mil que hablarle a cien o doscientos, o menos.
 

Pero la bulla propia y ajena no deja oír lo que quieren decir quienes quieren gobernar a Veracruz. Casi todos tienen experiencia en la cosa pública, algo que los obliga a ser cautelosos en lo que dicen y en lo que ofrecen, porque saben que el discurso de un candidato no necesariamente se convierte en el programa de un gobierno o en las acciones de un gobernador.
 
Saben que la política – que han visto de cerca– no es una ciencia exacta porque es asunto de seres humanos. Sobre todo, saben que primero tienen que ganar las elecciones, un ejercicio que en el Veracruz de nuestros días no es fácil. Saben que además tienen pocos meses para armar un equipo de gobierno que responda a las necesidades políticas del estado...
 
Pero también saben que el ganador necesita tener mayoría en el Congreso estatal para empezar a hacer: lograr seguridad para todos, crear empleos, ofrecer facilidades de crédito, apoyar a las empresas locales, aplicar la justicia (aunque eso es más bien cosa del Poder Judicial en un estado con poderes soberanos), equipar hospitales y ofrecer seguro universal de salud, terminar obras empezadas, y una larga lista de pendientes que dejará el duartismo...
 

Un Congreso dominado por la oposición (de cualquier color: las oposiciones son iguales aunque no se parezcan mucho en cualquier parte) no dejaría al gobernador hacer gran cosa, cuando lo importante es hacer cosas grandes y pequeñas. Ya no se trata de pensar que un partido arrase y su mayoría permita engendros o proteja incompetencias o aliente la corrupción.
 
Los veracruzanos tendrán que organizar una conversación seria sobre lo que hay y sobre lo que hay que hacer. Algunos de los intentos de ese diálogo tan necesario terminaron afectados a veces por la falta de intercambio de ideas (y la abundancia de señalamientos) y a veces por la abundancia de descalificaciones (ilustrada por la falta de respeto que los simpatizantes de uno enderezan contra otros, y viceversa).
 
Será que hasta el momento no ha habido disposición al diálogo. Será que lo que hemos visto, en este asunto como en otros, no tiene que ver con el ejercicio democrático y saludable que consiste en que dos o más bandos se hablen y encuentren las coincidencias que sus proyectos políticos puedan ofrecer al bien común.
 

En fin. En esas cosas estaba cuando me saltaron – literalmente – a la vista las palabras de María Luisa Marrugat Castillo, consejera de la Junta Local del Instituto Nacional Electoral. La señora Marrugat Castillo ve activismo electoral en las protestas legales de la Universidad Veracruzana, y recomienda que se suspenda el reclamo de los fondos que el gobierno del estado le debe a la Lis de Veracruz, al menos hasta que pasen las elecciones.
 
Alguien tendría que explicarle a la consejera electoral que lo que hace la universidad es legal: la administración Duarte le debe más de dos mil millones de pesos, y no puede explicar dónde está ese dinero (parte de fondos federales, parte de fondos estatales autorizados por la legislatura, y parte de retenciones de impuestos y a fondos de pensiones).
 
Alguien tendría que decirle que la universidad no eligió el momento para protestar en todos los tonos mayores y menores: su inconformidad se ha manifestado cada vez que el gobierno deja de cumplir la palabra empeñada a prácticamente todos los niveles, que han sido varias. Si alguien ha politizado (a propósito o por casualidad) este enfrentamiento ha sido el gobierno.
 

Si hay algún lugar para discutir lo que pasa en Veracruz es la universidad, cuya planta académica tiene experiencia profesional en prácticamente todas las cosas, y forma generaciones que un día tendrán que hacer todas las cosas. Tal vez la consejera no sabe eso.