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Columnas y artículos de opinión
Los estertores del modelo
Helí Herrera Hernández
2 de mayo de 2016
alcalorpolitico.com
Primera parte
 
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Twitter: HELÍHERRERA.es
 
Como cada año, acudo a La Feria Internacional del Libro Universitario, la FILU, de la Universidad Veracruzana, a dotarme de libros para degustar en los siguientes 365 días, exquisitas lecturas que enriquecen mi pensamiento y me hacen, en mucho de los casos, vivir películas de comedia, suspenso, drama y tragedia, como lo es cada vez que compro textos sobre temas económicos.

 
En semanas pasadas, en la presentación de mi ensayo no recuerdo dónde, el amigo que me hizo el honor de glosarlo habló del premio Nóbel de economía 2015 Angus Deaton el cual obtuvo con su obra >el gran escape< (salud, riqueza y los orígenes de la desigualdad), manifestando a los pocos más de 350 personas que se dieron cita, que tal parecía que Angus me había leído para escribir su magna obra, dado que el mío es del año 2002 y el de él, como lo anoté, de 2015.
 
Sabiendo lo serio que es, me dedique a buscarlo no encontrándolo en ninguna librería por estar agotado, consiguiéndolo con un mes de espera gracias a esa magia que siempre hace mi hijo con el mercado libre (que no lo es, pero que para mi que francamente no sirvo para eso, sí), iniciando la misma tarde que llegó su lectura, encontrándome con la pesadilla que es el capitalismo depredador.
 
Debo confesar que no me sorprendió tanto porque constantemente estoy leyendo el tema. Pero las estadísticas que maneja me hicieron trasladarme a las lecturas de Karl Marx y sus famosos tomos de “El Capital”, cuando toca las enfermedades de este modelo económico cíclicas, sin calendario, algunas superables fácilmente pero otras dramáticas que irremediablemente conducirán, más temprano que tarde a su muerte, ya por la rebelión social o ya por inanición, dado que al estar tan empobrecidos (miserables, diría yo), no tendrán dinero para comprar mercancías, frenando así el desarrollo del mercado interno que se convertirá en una fabrica de desempleo al ya no existir demanda, y de esa forma la quiebra de las empresas, industrias, el comercio y el dinero mismo al haber perdido capacidad de compra.

 
Picado, como decimos coloquialmente, en esta feria del Libro Universitario busqué los textos a que hace referencia el autor en su bibliografía encontrándome "La Economía de las Desigualdades, como implementar una redistribución de la riqueza" de Thomas Piketty, y otro más que coordinó ese economista mexicano Rolando Cordera "Más allá de la crisis, el reclamo del desarrollo" del Fondo de Cultura Económica, los cuales los estoy leyendo encontrándome con radiografías de lo que pasa en México y en el mundo realmente aterradoras que me confirman: este país no puede seguir así y si estamos conscientes de esta epidemia que lastima, que lacera, que mata debemos combatirlo desde la trinchera que tengamos, sin importar que en muchos de los casos los mismos que padecen el hambre y la miseria ni nos vean ni nos oigan.
 
En este mundo donde la tecnología destruye su invento del mes anterior (caso de los celulares, por ejemplo), el neoliberalismo se ha dedicado a producir mercancías para una clase social media alta no porque quiera, sino porque ellos mismos se han cerrado el mercado de la clase media baja.
 
Nos encontramos así con una realidad: el capitalismo mismo se ha ido deshaciendo de sus compradores potenciales, las grandes masas, en una contradicción que difícilmente la vamos a comprender en una primera lectura.  

 
Para este segmento social, por cierto cada vez más numeroso están fuera del alcance de su bolsillo las pantallas, los celulares de última generación, los refrigeradores, los equipos modulares, los autos, las ropas de marca, los comestibles con nutrientes. Jamás accesarán a ellos por más novelas que vean en Televisa o Televisión Azteca (hablando de México), donde los hacen soñar que si trabajan 22 horas diarias, sin protestar, podrán vivir como las personajes de la televisión. Esto, claro está, si tienen empleo, pero si como lo demuestran las estadísticas cada año que pasa el desempleo aumenta por la pérdida de la capacidad de compra de dos tercios de la población mundial, estos miembros del ejército de trabajadores en reserva (Marx otra vez), están excluidos de por vida. Uno de cada cuatro ya vive en estadios de miseria, dos de cada 8, tres de 12.
 
Primera aseveración: 25 por ciento de la población mundial está fuera del mercado, inhabilitados para reactivarlo. En consecuencia el neoliberalismo, su cuerpo ya esta minado, enfermo en un 25% que no es grave desde un punto de vista óptimo, sino que ese 25 por ciento es una epidemia letal porque al no comprar (el chiste del capitalismo, del mercado), empuja a la industria mundial a producir menos, provocando mayor desempleo y menos compras. Ergo: cada año aumentaran los miserables, se multiplican.
 
47.8 de la población mundial creció sin televisión, sin refrigerador, sin energía eléctrica, sin agua potable y sin drenaje, en medio de una espiral de hambruna donde tienen que caminar dos horas para ir por agua solo para calmar su sed y dos más si quieren ir a buscar hierbas u hongos para no morirse de hambre. Viven en casuchas de cartón y/o pedazos de madera de tres por cuatro metros, con techo bajo, una sola puerta, ventanas sin vidrios, piso de tierra, sin baño adentro ni siquiera letrina.

 
El neoliberalismo empobrece a las masas sociales, es cierto, pero en la medida que lo hace cava su tumba, ya no porque pensemos que éstas se van a rebelar y mediante una revolución los van a derrocar –quizás como viven no tengan fuerza ni para ello-, sino porque son estos millones de miserables y empobrecidos los que hacen que muchas de sus empresas que los enriquecieron quiebren, resultado de un fenómeno imbricante. La riqueza se concentra cada día en menos manos, en los dueños de los mono y oligopolios, de los trusts, pasando los millonarios anteriores a formar parte de una clase adinerada a media alta y, años más tarde a media.
 
En México, por ejemplo el 1% más rico le corresponde el 21 por ciento de los ingresos; el 10% mas rico concentra 64.4 por ciento de toda la riqueza nacional; donde la riqueza de los millonarios creció 32% entre 2007 y 2012 y excede con mucho las fortunas de otros en el resto del mundo (Alemania, por ejemplo, con todo y lo que esta nación representa por ser el motor de la economía mundial).
 
La fortuna de los 16 multimillonarios en 2002 representaba 2% del Producto Interno Bruto; en 2014 ese porcentaje ya subió a 9 por ciento.

 
Continuará.