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Columnas y artículos de opinión
Diario de un reportero
Hemos perdido de vista lo importante
Miguel Molina
15 de julio de 2016
alcalorpolitico.com
Si algo queda claro de las recientes batallas por el poder político de Veracruz es que la atención se ha centrado más en los protagonistas del escándalo (es decir, el saqueo, las malas costumbres de la alta burocracia, la sospecha justificada, los caudales súbitos de los presuntos responsables) que en las víctimas, que son todos los veracruzanos.
 
Equivocadamente, la mala hora que vive Veracruz se ha planteado como un enfrentamiento entre políticos que se odian por razones que quizá no vienen al caso, en vez de entenderse como lo que es: una desgracia política.
 
Se ha dicho y se ha escrito mucho sobre el futuro de quienes ahora mandan, pero no se sabe qué piensan hacer los gobernantes de mañana para sacar al estado de la condición lastimosa en que se encuentra. Meter a la cárcel a quienes han saqueado a Veracruz no va a resolver los problemas que viven los veracruzanos.
 

La noticia no ha dejado de ser lo que hace el gobernador electo para evitar que el gobernador saliente se salga con la suya, o viceversa.
 
Pero parece que los medios y quienes trabajamos en ellos hemos perdido de vista lo importante, que es lo que se necesita para que Veracruz y los veracruzanos vuelvan a la vida tan pronto como se pueda. Las cosas de todos son más que los pleitos de dos o diez. Lo que importa ahora es hacer cuentas y confirmar los planes que había para cada cosa desde que comenzaron las campañas.
 
Más allá de la cárcel y castigos semejantes para quienes nos dejaron como estamos (uno puede dejar de vivir en Veracruz pero no puede dejar de ser veracruzano, como tendría que haber dicho algún clásico alguna vez), lo que quisiéramos saber muchos es qué va a pasar, qué hay que hacer cuando se cierren las rejas en las cárceles.
 

¿Cuál es la estrategia para resolver la vaina de la inseguridad? ¿Cómo se van a crear cuántos empleos? ¿De dónde van a salir recursos para pagar lo que se debe y lo que se tiene? ¿Cómo se va a recuperar la infrastructura perdida, de dónde va a salir la nueva?
 
¿Qué va a pasar con los pensionados? ¿Qué será de la Universidad Veracruzana? ¿Cómo se van a pagar todas esas deudas, una sola deuda del tamaño del mundo, y sobre todo cuándo? ¿Qué se propone para la salud pública, para la educación, para la cultura?
 
En eso tendríamos que pensar los medios, y hacer pensar a quienes conocen la cosa pública, con razón o sin ella. Si los gobiernos han corrompido, domesticado, o creado medios para promover imágenes personales o de partido, tal vez es hora de cambiar las reglas.
 

Tal vez es hora de que los medios descubran la verdadera vocación del periodismo, que es contar la historia de lo inmediato sin perderse en pasiones. Tal vez necesitamos un periodismo sin adjetivos, imparcial, justo, curioso y bien escrito para neutralizar todo lo que aparece en los medios sociales.
 
Todos saldríamos ganando. Los medios podrían recuperar cierta credibilidad, ganar cierto prestigio. Los lectores (o el auditorio o como quiera que se llame ahora al público) tendrían información confiable y sin prejuicios en vez de opiniones que solamente confirman la opinión que uno tiene. Y quienes escribimos (o hablamos) en los medios mostraríamos de qué estamos hechos o en qué nos hemos convertido...
 
Hace años me asaltó la misma preocupación (http://alcalorpolitico.com/informacion/columnas.php?idcolumna=4762&c=75#.V4ecNVeFhw8). Hasta la fecha, nada ha cambiado. No hay curiosidad, no hay mucho más detrás de las preguntas que eventualmente hacen los colegas.
 

La vaina va más allá de la preparación que hayan recibido los periodistas donde quiera que hayan aprendido el oficio. Los medios han exigido, con razón, que quienes viven en la actividad pública publiquen cuánto ganan, cuánto tienen, de dónde viene lo que ganan.
 
La prensa tendría que hacer lo mismo que exige a otros, y tendría que comenzar a hacer preguntas – a sí mismos y al gobierno que se va y al que viene – y a buscar lo que ocultan boletines y conferencias de prensa, como en otras partes del mundo.
 
Necesitamos – el país y el oficio – periodistas que hagan a pensar a su público, no periodistas que le digan al público qué debe pensar, porque por eso estamos como estamos...