icono menu responsive
Columnas y artículos de opinión
Gobernador interino
Luciano Blanco González
15 de julio de 2016
alcalorpolitico.com
Vaya que las piezas del tablero político de Veracruz se mueven por distintas bandas, por un lado la federación haciendo uso de sus facultades jurídicas y políticas, llamémosle así por las repercusiones que el amparo interpuesto por la Procuraduría General de la Republica en contra de los gobernadores que legislaron y pretendieron hacer nombramientos apócrifos de funcionarios contra la corrupción, tienen efectos en el campo del derecho y en el ejercicio de la gobernabilidad que desde el más alto mando se ejerce en este país.
 
El mensaje de la aplicación de esta medida fue muy claro, en el origen y en el fin, pues sin tapujos se dijo en el anuncio oficial que por indicaciones del señor Presidente de la República, Enrique Peña Nieto, con el objeto de salvaguardar los principios que inspiran el Sistema Nacional Anticorrupción se recurría a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, para que decidiera lo pertinente en estricto derecho.
 
Esto quiere decir que no se le ocurrió tal medida a un burócrata desde su escritorio, sino que obedece a una preocupación de la máxima autoridad que por fin le agarra el hilo a las cosas y se decide a poner orden en algo que ya era no un reclamo no sólo de los estados, sino toda de la nación. Parecía que el supremo estaba con su silencio y con su indiferencia, dando su aprobación complaciente a una serie de actos que van en contra del compromiso más importante que contrajo al asumir la Presidencia de la República de combatir la corrupción mediante la transparencia en el manejo de los fondos de la administración pública y la rendición de cuentas, comprometiéndose a combatir la impunidad hasta las últimas consecuencias.
 

Los voceros fueron muy claros y contundentes al ventilar en una inusual conferencia de prensa con cobertura nacional, que por instrucciones del presidente Enrique Peña Nieto se presentaron estas acciones porque ninguna institución ni ningún servidor público, sin importar el orden de gobierno en que se desempeñe, puede estar al margen de la ley. ¿Ningún servidor publico? ¿A quién se refiere de manera tan abierta la pedrada? ¿Acaso se rompió el afecto y la amistad presidencial con los gobernadores de Quintana Roo y Veracruz?
 
En nuestro estado la medida tomó a todos por sorpresa, pues si bien es cierto que ya habíamos propuesto que se revisara la procedencia de los nombramientos ante la inexistencia de las leyes normativas y reglamentarias en el ámbito local y toda la normatividad que les dio origen por ser contrarias a la constitución y a las inexistentes leyes generales. Así quizás valieron los cartazos a la opinión pública del Gobernador electo, Miguel Ángel Yunes Linares, y su show en el Congreso local, junto con su líder Ricardo Anaya, que contaminaron el ambiente nacional con estruendosos pronunciamientos políticos.
 
La medida presidencial nos señala claramente que el camino es el del derecho y que el primer mandatario no romperá el orden tomando medidas absurdas y autoritarias como la desequilibrada petición para destituir al Gobernador Duarte, o exigirle la renuncia, mediante veladas o abiertas amenazas que lo obliguen a incumplir la totalidad de su periodo legal.
 

El Gobernador electo, Miguel Ángel Yunes, y el Senador con licencia Héctor Yunes Landa, levantan su voz exigiendo la renuncia del Gobernador Duarte, acaso detrás de esas voces se encuentra la embozada y secreta esperanza que de lograr su partida, ellos, alguno de ellos o algún recomendado de ellos sea nombrado por el Congreso local como Gobernador interino, la verdad es que habría que buscar el fondo de estas presiones. Si el Gobernador electo, Miguel Ángel Yunes, lograra la destitución o el encarcelamiento de Duarte, tendría en su carrera política una lustrosa medalla política que le colocarían sus correligionarios y que le permitiría ascender en el 2018 a un plano más elevado en el estrellato político nacional, y por su parte Héctor, tendría un escalón para posicionarse, con lo que él cree todos le aplaudirían, como candidato nuevamente a Gobernador en el 2018.
 
Ambas posturas están equivocadas, ni uno, ni otro se saldrá con la suya si Duarte no quiere, pues irse sería una decisión de él y sólo de él. Y para la mala suerte de sus dos principales detractores, Duarte parece estar decidido a enfrentar todas las consecuencias de continuar en el puesto, sean estas cuales fueren, mayormente cuando solo él tiene el control de la mayoría del Congreso y ningún problema para constituirlo en Colegio Electoral y menos para que sus 2/3 partes voten e impongan como Gobernador interino a quien él quiera, llámese Alberto Silva Ramos, Octavia Ortega Arteaga, Juan Nicolás Callejas Arroyo o como se llame.
 
Lo cierto es que las piezas se mueven y mientras Duarte se divierte haciendo toda clase de travesuras para que trasciendan en la próxima administración, trastornando los sentidos de quienes serán los próximos administradores de la riqueza pública Veracruzana, como el 3 por ciento mínimos del presupuesto del estado como subsidio a la Universidad Veracruzana. La basificación de la burocracia menor, que bendito sea dios le da seguridad a miles de trabajadores que también tienen familia y merecen apoyo y respeto a sus derechos laborales y de los cuales no estoy de acuerdo que se les enmarque en la corrupción, cuando la mayoría son cumplidos trabajadores que viven en la zozobra, acosados, amenazados y al capricho de sus eventuales y arbitrarios jefes. Otorgar 5 años más a los Magistrados para que en lugar de 10 años, duren 15, a lo mejor en una de estas les otorga hasta un seguro de inmortalidad, crear la Sala Familiar en el Tribunal para reincorporar más magistrados. En tanto, Miguel Ángel se desespera, visiblemente, hace rabietas y eso está mal por que pierde los estribos, pierde la calma, se extravía y él, más que nadie debe de ser prudente, tranquilo, mesurado y guardar sus energías seguro de que ya llegará el momento del desquite con lo que haya.
 

De lo contrario seguirá picando la víbora, irritando a quienes podrían ayudarle a gobernar con provecho a este Estado urgido de visiones positivas, ahora hasta el vituperado profesor Juan Nicolás Callejas, se atreve a levantar su voz condenatoria en defensa de su maltrecho y desprestigiado feudo. Él, que pudo ser un buen aliado por las buenas causas de Veracruz, ha sonado los tambores de guerra contra el Gobernador electo al que niega, pero acepta que fue electo por el 30% de la población, lo acusa de terrorista y de chantajista social, Juan lo hace porque sabe dónde está parado, pero realmente le da mucha importancia a las amenazas del futuro Gobernador que pretende evitar el colapso, antes de sentarse en la silla.
 
Ese es el PRI, contestatario, condenatorio, exigente que se va a encontrar Yunes si las cosas siguen como hasta ahora, Callejas, como los Diputados Tonatiuh Pola, Eduardo Robles, líderes de todo cuño, diputados federales y la gente que sea agredida, están esperando que él se siente en la silla para encarrilar la ingobernabilidad y todos, al igual que Yunes lo hace ahora que le pide la renuncia a Duarte, en su momento le pedirán lo mismo.
 
No queremos que sea así cuando sea tiempo de convertir en realidad las ideas, cuando reciba las riendas de este desbocado corcel, cuando reciba las responsabilidades y ya en el campo de la verdad y de la justicia queremos un hombre probo, maduro, que demuestre la basta experiencia que presumimos posee y demuestre lo fructífero de los conocimientos adquiridos en su vida profesional y política.
 

Ciertamente no queremos un Gobernador, solapador, indiferente y casado con sus propias ideas, cuya cerrazón partidista, aliancista o de grupo, gobierne para unos cuantos en perjuicio de la mayoría, queremos un gobierno incluyente, concertador y sensible a toda la problemática popular, en ese contexto, seremos los primeros en sumarnos al gran proyecto de desarrollo que para Veracruz, tiene el señor Presidente Enrique Peña Nieto. El tablero se sigue moviendo.- Por el bien de la causa.
 
[email protected]