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Columnas y artículos de opinión
Diario de un reportero
Sobre la desaparición de los convenios
Miguel Molina
28 de julio de 2016
alcalorpolitico.com
La lista de lo que debe la administración duartista a los medios es larga y es reveladora, aunque no tanto. Muchos ya saben que hubo medios cuya línea editorial se dictaba desde el palacio de gobierno y se cobraba en cientos de miles, en millones, en quién sabe qué favores o en qué otras cosas. Saben quiénes son.
 
Pero hay quienes declaran – o piensan sin decirlo – que todos los medios (impresos, radio, televisión, internet) son corruptos, vendidos o corresponsables del desmadre en que está Veracruz porque el gobierno hizo contratos con ellos. No es así. Publicidad no implica compromiso. O no debería.
 
La deuda del gobierno con los medios pone otra vez en evidencia algunos de los rincones oscuros de la política mexicana. Pero los medios, y quienes trabajamos en los medios, tenemos la oportunidad de hacer más y hacer mejor lo que hacemos.
 

El periodismo necesita mirarse a sí mismo y pensar en voz alta. El oficio y quienes lo practicamos debemos detenernos y preguntar qué somos y para qué servimos, o qué queremos hacer y cómo. La cosa ha cambiado pero muchos de nosotros no, y los tiempos no están para filigranas...
 
Una noche de otoño de hace tiempo, la baronesa Onora O'Neill dijo sin duda que la libertad de expresión es uno de los derechos universales del hombre, pero los medios no representan la libertad de expresión de los individuos, sino la del poder, y lo que comunican los medios no es necesariamente lo que expresan las personas.
 
Y la comunicación falla – según la baronesa, que fue decana de la cátedra Spinoza de Filosofía en la Universidad de Amsterdam ­– si no es accesible, si no es transparente y si no se puede verificar. "Lo que se puede y debe regular", dijo la baronesa, "es el proceso de la información, no su contenido... aunque eso no significa ignorar el principio democrático de una prensa libre e independiente".
 

La confianza en los medios ha dejado de ser importante en una sociedad justa, como dijo esa noche la filósofa pensando en otra parte del mundo, y una de las pocas cosas que puede contribuir a la confianza, tanto en Londres como en México, es la transparencia.
 
La transparencia nos hará libres. Pero para eso hay que replantear una cultura en la que se propagan sospechas de manera rutinaria, hay que ser transparentes sobre intereses del periodista o del medio en la información que se publica o se deja de publicar, y a los errores cometidos y la celeridad en la aclaración de esos errores.
 
Hay que ser transparentes sobre la mayoría de las fuentes del medio o del periodista (lo que no implica revelar el origen de información delicada, ni poner en peligro la integridad física de las personas). Hay que ser imparciales, hay que ser curiosos, hay que ser respetuosos, hay que saber contar.
 

Pero hay que hacer algo. La baronesa O'Neill dijo esa noche de hace años que si la libertad de prensa "se justifica por la manera en que salvaguarda y promueve la comunicación diversa, inteligible, honesta y verificable que apoya a la democracia, es enteramente justificable que se tomen medidas que garanticen que los medios sirvan de hecho para estos fines".
 
Aunque tal vez lo mejor sea eliminar en principio los convenios. Si lo que hace el gobierno que viene (porque no encuentra uno algo que haya hecho el que se va) mejora la vida de los veracruzanos, los ayuda a ir de aquí para allá, cuida y procura a los ancianos, mira por los niños, lo que sea, hallará un lugar en las noticias. Los medios tendrán que mejorar para seguir viviendo. Y así sucesivamente.