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Columnas y artículos de opinión
Religión y Fueros
Luciano Blanco González
26 de agosto de 2016
alcalorpolitico.com
La democracia es la puerta por la que deberíamos entrar todos a los diferentes nichos de poder, para que desde ahí purifiquemos su ejercicio y dignifiquemos urgentemente la administración pública.
 
El derecho de sangre, el compadrazgo, el amiguismo, la imposición son causas para que quien asciende a los puestos políticos se sienta omnipotente, protegido y poderoso. Intocable e inmune, lo que lo hace capaz de cometer los mayores atropellos a sus conciudadanos a sabiendas de que no habrá consecuencias
 
El absolutismo como rémora del medievo, asoma una y otra vez en los actos de gobierno, provocados por el excesivo culto a la personalidad, una enfermiza egolatría y un desmedido afán autoritario que se practica para provocar miedo y respeto. Pasando sobre la historia, el derecho y la sociedad misma.
 

Lo más grave es cuando estos individuos ejercen el poder sintiéndose encarnados por la divinidad y entonces poseídos de un solemne misticismo religioso, que los hace sentir que ellos solo son responsables de sus actos ante Dios, de tal manera que ninguna autoridad temporal o ley humana puede someterlos o limitarlos, es entonces cuando con este cúmulo de engreimiento, ejercitan lo que en la doctrina clásica se conoce como el derecho divino que en esencia consiste en que la autoridad de un rey para gobernar, proviene de la voluntad de la deidad del pueblo que gobierna, y no de ninguna autoridad temporal, ni siquiera de la voluntad de sus súbditos, ni de ningún estamento.
 
Elegido por su deidad, un monarca sólo es responsable ante él, y sólo debe responder por sus acciones ante Dios. La doctrina implica que la deposición del rey o la restricción del poder y prerrogativas de la corona son actos contrarios a la voluntad de Dios. “En las religiones antiguas el rey suele verse como un hijo de una divinidad, lo que le convierte en un déspota que no puede ser desafiado”. (Concepto Wikipedia).
 
En México, los autonombrados representantes de Dios en la tierra, sostienen una lucha permanente para retornar al poder que detentaron casi de manera absoluta durante toda la época de la colonia, siendo tanta la influencia del clero en la sociedad y en el gobierno que quitar o poner un mandatario era cosa simplemente de alianzas, con un ejército corrompido hasta las entrañas y la clase pudiente representada por los terratenientes.
 

Cuando en 1833 Valentín Gómez Farías, Presidente de la República por licencia de su titular Antonio López De Santa Anna, dictó una serie de decretos que limitaban las acciones y la influencia del clero, dejando en libertad a los feligreses para pagar o no los diezmos a la iglesia, dando libertad a curas y monjas para que cumplieran o no los votos monásticos y la enajenación de los bienes del clero regular, soliviantaron las sotanas que con el gancho de que esas medidas atentaban contra la religión, confundieron a las masas populares, llevándolas a un levantamiento contra el gobierno liberal con la bandera de “Religión y Fueros”.
 
Todo terminó felizmente cuando, para salvar a la patria, Santa Ana abandonó su lecho de enfermo y previo paso por catedral se apoltronó en Palacio Nacional, derogando de inmediato los nocivos decretos, a partir de entonces, el mejor vendedor del mundo, el que enajenó mas de la mitad del territorio nacional, el mayor de los saqueadores, el traidor histórico de la patria, adoptó al arzobispado como su consejero y siguieron 22 años de latrocinios eclesiásticos.
 
En 1855 es derrotada la dictadura Santanista y es electo Ignacio Comonfort como Presidente de la República, quien convoca a un Congreso Constituyente que se establece en Dolores Hidalgo, el proyecto se volvió un escándalo que dividió a la nación, la iglesia inconforme, de inicio protestó el sentido que se le estaba dando a las reformas por parte de los liberales, porque afectaba directamente las mismas entrañas de la clerecía y la de la aristocracia y nobleza que aún respiraba en México, ya que prohibía los títulos de nobleza, los honores hereditarios y los jugosos monopolios económicos, pero más les dolía que se estableciera la enseñanza laica, la supresión de fueros institucionales, y la enajenación de bienes raíces de la iglesia.
 

Fue tanta la indignación de la iglesia católica que el Papa Pio IX se pronunció desde Roma en contra de la redacción de la nueva constitución que finalmente fue promulgada el 5 de febrero de 1857, referido así de pasadita parece un acontecimiento simple, pero ello desencadenó la guerra de reforma que dividió y ensangrentó al país por varios años.
 
Las insaciables ansias de poder de la iglesia católica, se reflejan en episodios inescrupulosos que esa corporación ha protagonizado para reconquistar sus privilegios, dominar y mantener en jaque al gobierno y a sus instituciones como la guerra cristera que tuvo lugar entre los años de 1926 y 1929 con el pretexto de defender la fe, esta fue una lucha armada entre el Gobierno y la Iglesia.
 
El gobierno de Plutarco Elías Calles peleó contra las milicias de presbíteros y religiosos católicos que estaban en contra de las políticas públicas, una cifra conservadora refiere que en este conflicto murieron más de 250 mil personas entre civiles y militares. 
 

La iglesia con la promesa de salvar almas, lanzó a humildes campesinos y obreros a combatir al gobierno con los gritos desaforados de ¡Viva Cristo Rey! ¡Viva la Virgen de Guadalupe! con armas desvencijadas, pero eso sí, todas las armas bendecidas y sus portadores dotados de un poderoso escapulario.
 
¿Hasta dónde vamos a llegar en los tiempos actuales?, en que la mitra acomete con desmedido furor a las instituciones del gobierno, a las que chantajea en un juego sucio, para que se haga o se deshaga de la ley a su antojo o capricho con propuestas sesgadas y con manifiesta arrogancia.
 
En Veracruz las recientes reformas a la constitución local, en el sentido del Sí a la Vida son un grave atentado a los derechos individuales de las mujeres para decidir sobre la función biológica de la maternidad, ¿Por qué meterse en las cosas de Dios? Pues es Dios quien da y quien quita la vida, no son los decretos, no son las leyes y debe de saber la iglesia que quien cuida la vida, la protege, la da y la quita es Dios mismo, quien guía a todos los hombres en sus actos, particularmente a las mujeres a quienes incita a amancebarse y a concebir en el pecado y en otros casos como a la Virgen María, a concebir sin pecar, en el caso él dirige sus pasos hacia los abortistas, él las hace arrepentirse o las empuja a actuar, si no el ¿Quién? ¿Satanás? Entonces de que sirven las oraciones. Finalmente las perdona, entonces para que meterse en las cosas terrenales, vida y muerte forman parte de los misterios.
 

La violación manifiesta a las leyes por parte de la iglesia al intervenir directamente en el diseño de las políticas de gobierno, rompiendo el esquema constitucional del Estado laico, no es culpa de la iglesia es culpa del gobierno que vive temeroso y prosternado a las críticas del pulpito y a las declaraciones pastorales.
 
Es culpa del Gobierno y de los partidos, temerosos del activismo político eclesiástico que les puede dar o quitar imagen y hacer que ganen o pierdan una elección, Esta actitud de chantaje y de contubernio, de convivencia tortuosa entre ambas instituciones nos hace avizorar las viejas estructuras de mando en que la sociedad era regida por el Imperio y el Pontificiado, Pero ahora el pontificado impone al gobierno su sacra voluntad al imponerle sin rubor al mismo Gobierno de la República, sus lineamientos en materia de organización social, en tanto el mismísimo Señor Presidente declara ante la opinión pública y en cadena nacional que en pleno reconocimiento a los derechos humanos del genero gay, se reconocería el matrimonio de estos, como un derecho constitucional y apenas el pasado miércoles, Emilio Gamboa Patrón líder de la bancada del PRI en el Senado de la República, declaró que este no es un tema prioritario y en los mismos términos César Camacho de la Cámara de Diputados declaró también lo mismo, esto quiere decir que tal iniciativa por presión de la iglesia se congela para mejores tiempos, no cabe duda que nos espantó lo sucedido en Aguascalientes, en que el PRI fue derrotado por esa causa, merced al activismo descarado del clero.
 
En el caso Veracruz, no es responsable la iglesia, pues sus principales representantes, curas, monjas, obispos, arzobispos y toda la jerarquía son estériles, improductivos, infecundos, ellos biológicamente no son dadores de vida, ahora para despejar cualquier duda sobre su conducta sexual sería bueno retomar aquella iniciativa de Plutarco Elías Calles en el sentido de obligar a los curas a que se casaran y entonces sí tuvieran la idea de lo que significa la vida y del papel tan importante y trascendente de lo que es el sexo.
 

Pero no cabe duda, el 28 de julio en que la cámara local aprobó la iniciativa, Antonio López de Santa Ana, ante la algarabía de los santurrones, debe de haberse despertado, sobar el bruñido muñón de su pierna, colocado la postiza y calzar sus desgastadas botas, para bailar el más alegre chotis, aplaudiendo con regocijo por la victoria alcanzada y quizás fue el primer día en que el imperturbable Juárez, dibujo en su rostro un gesto de tristeza.
 
A dónde vamos señor, a dónde nos llevas de la mano conducidos por la estultez de tus pastores, a quienes debo de entender que tu enviaste a discriminar y a excluir de tu reyno al género gay y a sus anhelados matrimonios, por simples complejos o por venganza, por que si no querías que fueran así, por qué los hiciste así, por qué los dotaste de esa debilidad, por qué forman parte de tu creación, por qué tus vicarios parecen odiarlos y por qué incitan a la sociedad en contra de ellos. Si son salvadores de almas, acaso ellos no tienen alma, o es un alma diferente de otro reino, si así fuera que nos expliquen en qué parte de tu reino se encuentran.
 
En fin, que dios los ayude y los perdone y a mi que no me olvide, aunque tenga que decir en voz alta que este, el camino de la confrontación no es la vía, que por encima de los intereses de las sectas religiosas está el interés de todos los mexicanos y mientras no se modifique la constitución otorgándole los fueros y privilegios que la iglesia católica desea, debe de prevalecer el Estado laico con todas sus consecuencias.- Por el bien de la causa.
 

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