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Columnas y artículos de opinión
A salto de mata
Olímpicos y rufianes
Gino Raúl De Gasperín Gasperín
1 de septiembre de 2016
alcalorpolitico.com
David Faitelson es uno de los periodistas con mayor conocimiento y experiencia, no solo del deporte internacional, en todos sus rubros, sino del de nuestro país. Según el portal noticioso SinEmbargo, «Desde mediados de la década de los 80 del siglo pasado, David Faitelson ha cubierto prácticamente todos los eventos deportivos de trascendencia en el planeta: todos los mundiales de futbol desde 1986 en los que ha participado México, y todas las justas olímpicas desde Seúl en 1988» (http://www.sinembargo.mx/18-08-2016/3081772). En las recientes olimpíadas de Brasil, fue comentarista de la cadena ESPN, al lado de José Ramón Fernández, quien era uno de los más críticos y reconocidos en el país aunque, desafortunadamente, ya ha caído en las redes de los rufianes que, desde hace muchos años (por lo menos desde las Olimpíadas del 68) se han apoderado del deporte en nuestro país.
 
En una entrevista con el portal noticioso, David Faitelson, al ser interrogado sobre el desempeño de la delegación mexicana, confirmó textualmente lo que todos sabemos: «Creo que ha sido desastroso. Finalmente es el reflejo de un descuido desastroso que ha existido en los últimos años en el deporte en México. No sé a quién echarle la culpa, me parece que estamos jugando un partido de acusaciones entre la Comisión Nacional del Deporte, el Comité Olímpico Mexicano y las federaciones deportivas… y al final, en medio de todo este asunto, están los deportistas, los pobres deportistas de México que lamentablemente han sido abandonados, que han sido dejados a su suerte con poco apoyo, distraídos por las grillas, los intereses, las acusaciones. Creo que en estos juegos estamos viendo la evidencia de lo bajo en que ha caído el deporte mexicano. Hemos caído muy bajo, creo que hemos tocado fondo. Ojalá este sea el fondo, para poder empezar a subir…».
 
Acostumbrado a hablar sin taxativas, sin circunloquios, llamando a las cosas por su nombre, el agudo cronista deportivo señaló: «El deporte suele ser un reflejo de los países, de su educación, de su avance, de su desarrollo, de su idiosincrasia. Eso es el deporte, para eso son los juegos olímpicos, para ver quién encabeza la tabla de medallas, para mostrar los avances de esos países en la cima. Sí, creo que nuestro deporte refleja fielmente lo que pasa en México hoy».
 

Pero no solo es causa de este desastre la mafia que se ha apoderado del deporte nacional, también está la educación física que se imparte en las escuelas, en donde es vista como una actividad irrelevante, con enseñanza mediocre y práctica peor. «México, señaló el comentarista, al tener una educación física precaria, está atentando contra la salud de sus habitantes, porque no tenemos una educación física propicia en nuestro sistema educativo. Uno de los grandes problemas de nuestro sistema educativo es que el deporte es visto sólo como algo complementario. Si lo haces, bien, si no lo haces, no pasa nada. El deporte en las primarias de los países desarrollados es una asignatura tan importante como las matemáticas». Y efectivamente, pareciera que muchos maestros de esa disciplina, al constatar el menosprecio con que es vista por los directivos y responsables, se conforman con hacer correr a los alumnos dos o tres vueltas a la cancha y luego, entre silbatazos y gritos, arrojarles una cesta de balones para que hagan lo que quieran, si quieren hacerlo.
 
Y luego está el deporte profesional, el deporte de alto rendimiento: «Sí, deporte que utilizaban los gobiernos priistas, sobre todo me acuerdo del de Carlos Salinas de Gortari, que usaban el deporte para mejorar su imagen internacional». Igual que sucede con algunos instructores escolares: a la hora de los encuentros entre escuelas, tal pareciera que ellos se juegan la vida y, lejos del espíritu limpiamente deportivo, arrojan a los alumnos unos contra los otros, favoreciendo una violencia fuera de lugar, lo que se manifiesta especialmente en las porras: lejos de animar al propio equipo, se agrede e insulta al contrario. Estos mismos instructores son los que, después, se sienten dueños de todas las áreas y eventos deportivos: canchas, pistas, estadios, torneos, competencias, carreras, encuentros, etc.
 
Una vez llegó a una escuela un instructor de alto nivel de Cuba. Presentó un estupendo programa de formación deportiva. Un directivo de la escuela –según me contó él mismo– aprovechó para sacar copia del documento sin avisarle al deportista. A los pocos días, el directivo, sintiendo el escozor de lo que había hecho, le solicitó al maestro su anuencia para copiar el programa, y este le contestó: Ah, muy bien, sí, no hay problema; puede copiarlo y usarlo con toda confianza: en Cuba, lo que hacemos es para todos…
 

El deporte, desde luego, es un espejo de la nación, del estado, del municipio, de la escuela, del maestro, de cada uno…
 
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