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Columnas y artículos de opinión
De copete imperial, a copete neo-colonial
Helí Herrera Hernández
5 de septiembre de 2016
alcalorpolitico.com
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Twitter: HELÍHERRERA.es
 
Cuando pienso que mi capacidad de asombro ya llegó al límite con todas las tarugadas que viene haciendo Enrique Peña nieto, viene otra, otra y otra, lo que me hace reflexionar si de entre tantos doctores en economía, finanzas, políticas públicas, administración o ciencia políticas no hay uno, uno solo que lo aconseje, vaya en pocas palabras, que se apiade de él y le diga, francamente lo que no debe hacer, primordialmente.
 
Viene esto a mi memoria porque en una ocasión que un amigo que ha desempeñado infinidad de cargos públicos me invitó a ser su asesor, citó a una reunión con su estado mayor, el que venía trabajando con él de años atrás, y nos pidió una opinión sobre una iniciativa de ley que tenía que hacer porque se la solicitó el Ejecutivo local, entregándonos el documento que plasmaba todas sus ideas con la instrucción de leerlo y, por la noche, nos reuniríamos para dar las opiniones.

 
Llegada la cita inició los diálogos con ellos, cuestionándolos sobre el cometido encargado y uno a uno fueron exclamando frases como ¡Nada que agregarle ni quitarle señor! ¡Todo perfecto señor! ¡Me admira jefe como nos sigues dando cátedra! ¡Toda una joya! ¡Que talento jefe, de verdad te lo digo, esta perfecto! ¡Lo único que te critico jefe es que nos des a examinar algo a lo que no hay que agregarle ni ponerle una coma o un punto!, y así le dio la vuelta a los que estaban en esa larga mesa sentados hasta que llegó mi turno, el último. Me volteó a ver y me dijo: ¿Helí?. Mis primeras palabras fueron: Me agradaría darte mi opinión más tarde en tu oficina y no aquí, en la sala de juntas. ¿No leíste el documento, me atajó? ¡Por supuesto, pero preferiría comentarlo más tarde, insisto, en tu oficina. Conociéndome porque compartimos un cargo de elección popular me precisó: ¡Aquí Helí, en este momento, frente a todos!, porque había entendido que tenía una opinión diferente.
 
Pues mira... empiezo diciéndote que a mi me pagas por comentarte qué veo bien en tus funciones y qué veo mal y te pueda afectar. Del documento sólo veo bien la exposición de motivos pero el fondo francamente te comento que esta mal, se aleja del objetivo que persigues con esta iniciativa, choca, además, con una de las banderas que siempre has mostrado en los otros cargos que has desempeñado; se presta para que al ponerlo en la práctica, como va, ni siquiera pueda ser evaluado porque ni un solo candado trae para medir sus resultados. Te entrego el documento con todas mis anotaciones y mi renuncia, inclusive, porque sé que al jefe, en este sistema no se le puede cuestionar y menos frente a sus subalternos, pero te repito, a mi me pagas por ver lo bueno pero también lo malo de tu accionar y, sinceramente te digo que si te lo aprueba el Ejecutivo en los términos que va, perjudicará a toda la gente a la que se supone iba a beneficiar. Me levanté, le entregue en su mano mis anotaciones y justo cuando me encaminaba a la puerta él me espeto: Gracias Helí, las leeré pero te suplico me esperes en mi oficina.
 
Lo que sucedió después en la sala de juntas no lo narro porque no me consta, sólo termino apuntando que media hora después de todo esto entró el funcionario que había leído mis apuntes sobre el documento y me felicitó por ser su amigo y advertirlo de lo que podía pasar si me unía al séquito de lisonjeros. El documento se corrigió y hoy puedo afirmar ha servido para salvaguardar los intereses de miles de trabajadores, y/o para darles oportunidad de recurrir al derecho para exigir su respeto y/o reparación del daño. El que quedó bien fue él pero yo cumplí con mi función y me mantuve a su lado hasta que terminó su función.

 
Así entiendo estas cosas del servicio público. Pero debo decirlo, cuando el jefe sabe y es perceptivo para enmendar la plana. Pero en el caso de Peña Nieto seguro estoy que no sabe y sus amigos que tiene allí en el gabinete legal y ampliado tampoco, y lo que es peor, por no saber le aplauden todo llevándonos al desbarrancadero a los mexicanos.
 
¿No sabe el ejecutivo federal que en tan sólo cuatro años se ha derrumbado en las preferencias de los mexicanos por tanto desacierto que ha cometido, por tantas mentiras vertidas y por tantos actos de corrupción en que se ha visto envuelto? ¿Nadie de su equipo, de los amigos que tiene le ha dicho todo lo que la sociedad nacional percibe de él? ¿Ninguno lo orienta? ¿O es que le advierten pero él no hace caso por sentirse dueño de la verdad absoluta?
 
Todo indica que el presidente vive el mundo al revés, contrario a lo que el pueblo percibe. Mire: cuando el 87 por ciento de los compatriotas exigía el cese del director de la CONADE no sólo por los fracasos deportivos en la pasada olimpiada, sino por la desfachatez de andar dilapidando los dineros públicos a la vista de todos, llega a Los Pinos para que su amigo Peña Nieto lo ratifique en el puesto, atreviéndose a decir que lo hacía porque "él sí sabe de deportes".

 
No conforme con eso invita a Donald Trump a visitarlo en la ciudad de México sin importarle que este tipejo ha ofendido, calumniado, denostado y humillado a los mexicanos de aquí, y más a los residentes de allá, en los Estados Unidos, acción de suyo grave dado que no midió sólo este efecto de enojo nuestro, sino de la candidata del partido demócrata Hillary Clinton y segura triunfadora del martes primero de noviembre, cuando en su cuenta de Twitter pone sobre la visita de su adversario a Peña Nieto "Dime con quién te reúnes y te diré quién eres".
 
Poco le importa a don Enrique la amenaza de Trump de deportar a 11 millones de mexicanos; de confiscar las remesas que todos nuestros paisanos envían a sus familias acá y que se han convertido en la principal fuente de divisas del país, las cuales han sido la vacuna para evitar que el encono social pase a la revuelta y al caos generalizado, las cuales, a decir del copetudo personaje serán utilizadas para pagar el muro.
 
Este gobierno pierde popularidad por todo esto, porque ha cerrado toda comunicación con sus gobernados. Decenas de millones de familias que vemos a Trump como el reyezuelo que va a expulsar a nuestros hijos, hermanos o papás del territorio estadounidense, que ya no recibirán su dinero para que sobrevivan.

 
Con este señor y sus acciones siempre tendremos los columnistas, articulistas y comentaristas temas para escribir cada 8 días, porque cada semana nos da tema, por más no que queramos referirnos a sus desaciertos. Si no, espere ahora que anda en China la nueva pifia.