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Columnas y artículos de opinión
Presupuesto minimalista y antisocial
Helí Herrera Hernández
3 de octubre de 2016
alcalorpolitico.com
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Twitter: HELÍHERRERA.es
 
El Presidente de la República envió al Congreso un presupuesto de egresos elitista y antipopular donde se prevén aumentos para la nomenclatura gubernamental y recortes multimillonarios para la sociedad nacional. Un ejemplo basta para ver el tamaño de la desvergüenza: el Poder Judicial en este año ejerció un presupuesto de 5 mil 256 millones 100 mil pesos, pero para el 2017 la Secretaría de Hacienda le pide a los diputados le aprueben 5 mil 488 millones 46 mil 962 pesos, 231 mil millones 946 mil 962 pesos más, mientras que a PEMEX, la industria estatal que salvó la economía mexicana por más de siete décadas le quitan 112 mil millones de pesos, privilegiando de esa manera los salarios de los ministros de La Suprema Corte de Justicia y Jueces Federales.
 
Por si eso fuera poco, el Tribunal Federal Electoral del Poder Judicial Federal en 2016 el Poder Legislativo le aprobó 2 mil 744 millones 800 mil pesos, y la previsión para 2017 es de 3 mil 125 millones 280 mil pesos, equivalente a un 13.9 por ciento más. Así, el señor presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación ganará 383,333 pesos mensuales en promedio (incluyen aguinaldo), y el resto de los 10 ministros ganarán cada uno un promedio de 241 mil 600 pesos mensuales, mientras el salario mínimo que perciben el 67 por ciento de los trabajadores en México es de 2 mil 400 pesos cada mes.

 
El Estado Neoliberal prefiere altos sueldos para el Presidente de la República, los miembros de su gabinete legal y ampliado, para los senadores y diputados y para todos los miembros del Poder Judicial Federal antes que apuntalar a PEMEX, que con el recorte económico que le harán extraerá, refinará y exportará cada vez menos petróleo, traduciéndose en el despido de miles de trabajadores petroleros y la reducción a cero cantidad de pozos exploratorios que conducirá, irremediablemente, al aumento del precio de las gasolinas y el diésel a mas de 16 pesos el litro que generarán, no me cabe la menor duda, el camino a la recesión económica (en 2017 las nuevas exploraciones y la contrataciones correrán exclusivamente a cargo de las empresas petroleras trasnacionales, a quienes Peña les entregó nuestro oro negro en una acción apátrida avalada por los legisladores del PRI, del PAN, verdes y demás partidos morrallas).
 
Hay más. El flamante amigo de Donald Trump también propone para 2017 un dramático recorte a la salud, la educación, la investigación científica, la cultura y el combate a la corrupción. Veamos: La educación pública recibirá 10 por ciento menos que lo presupuestado en 2016; la salud publica será recortada en 10.8%; CONACYT (Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología), sufrirá una reducción de 23.3 por ciento y la nueva secretaría de Cultura tendrá que reducir en 30% sus gastos; la Secretaría de la Función pública también será recortada con 5% lo cual constituye una caída acumulada de 25% en relación al inicio del gobierno de Enrique Peña en 2012.
 
Hasta donde estarán las cosas con este presupuesto minimalista de gasto público del Gobierno federal que la calificadora Standard & Poors lo considera negativo porque “frena el desarrollo y profundiza las desigualdades”, y agregaría yo: nos sitúa en el camino de la recesión donde sólo las 14 familias más ricas de México seguirán acumulando riquezas, mientras muchas otras pasarían a formar parte de una clase media empobrecida y con riesgos de desaparecer.

 
Y para lectores neoliberales que se toman la molestia de escribirme a mi correo electrónico cada que criticamos al capitalismo depredador les apunto que en 2017 los pagos que realizará el gobierno federal a los bancos, por el servicio de la deuda pública se aumentarán en 18.9 por ciento para alcanzar la cifra de 568 mil millones de pesos, representando, en términos reales, el doble de la cantidad que gastará la Secretaría de Educación Pública; más de 5 veces el gasto en Salud y casi 10 veces más que el monto que se invertirá en las instituciones de educación superior federales, incluyendo la Universidad Nacional Autónoma de México y el Instituto Politécnico Nacional.
 
Más allá de los discursos demagógicos el presupuesto sirve para retratar a los gobiernos porque se pueden calificar con las partidas económicas por sector, si el gobierno es garante de derechos y proveedor de servicios y beneficios al pueblo, o es un órgano represor, abogado patrono y fiel sirviente de los mercados financieros internacionales.
 
Cuando en este país hay cada vez menos jóvenes en las preparatorias y universidades por culpa de un gobierno que prefiere perdonarle y/o devolverle impuestos a Televisa, a TV-azteca o a las empresas de los grupos oligárquicos de México en lugar de darle más dinero a la educación pública, no podemos permanecer callados ni sentados, sino salir a la calle a denunciarlos y organizarnos para combatirlos.

 
Cuando en este país no hay medicinas en los hospitales públicos, ni camas, ni material quirúrgico, ni suficientes médicos y enfermeras para atender a la población que no tiene dinero para la medicina y atención médica particular. Mientras le entregan cada año 7 mil millones de pesos a los banqueros por su auto-robo FOBAPROA, tenemos que acusarlo de gobierno canalla y represor social, y hasta de aquel Estado que comete crímenes de guerra con esa actitud.
 
Cuando en este país el gobierno prefiere aumentarle los salarios a la élite burocrática para que ganen arriba de 350 mil pesos mensuales, y le recorta el gasto a la investigación científica para que detone inventos que generen productividad y empleo, tenemos que acusarlo de Estado sirviente de los organismos financieros internacionales, de Estado inquisidor y oscurantista
 
Cuando el Estado y sus hombres y mujeres no tienen ningún interés en fortalecer la educación pública, enaltecer la cultura, incentivar la investigación, combatir la corrupción, encarcelar a funcionarios pillos o desarrollar a la nación, entonces por dignidad personal tenemos que denunciarlos para transformarla en una indignidad nacional y luchar contra todos ellos, sin importar la situación de desventaja que tengamos frente a ellos y sus aparatos represores.

 
Si queremos un Estado que genere bienestar social, que maximice eficiencias económicas que se traduzcan en políticas públicas gubernamentales detonadoras de una mejor vida para la sociedad, debemos de izar banderas y emprender batallas ideológicas contra ellos, los que han llevado a México a la ruina, y sus voceros. Estén donde estén.