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Columnas y artículos de opinión
Diario de un reportero
Ganaron todo
Miguel Molina
27 de octubre de 2016
alcalorpolitico.com
¡Qué sed de saber cuánto!, dice Neruda en su Oda a los números. Y uno dice lo mismo, aunque a estas alturas lo único que se sabe es que nunca se podrá establecer con precisión el monto de los fondos públicos que desaparecieron en bolsillos privados.
 
Y qué ganas de saber quiénes fueron los que se apropiaron de los miles de millones de pesos perdidos. Porque no fueron unos cuantos los que se aprovecharon de que no había gobierno y se fueron al monte con el dinero: sería inocente pensar que solamente una docena (o dos o tres o cuatro docenas) de personas fueron cómplices del robo que sufrió Veracruz.
 
Y qué urgencia de saber dónde está el principal responsable de todas estas tristezas públicas y privadas.
 

Sería inocente pensar que tanto dinero se esfumó solamente el año pasado, porque el equipo que despachaba en Casa Veracruz y en el Palacio de Gobierno duró casi seis años en el poder, habría que preguntar a los contralores que son y los que han sido por qué no de dieron cuenta de lo que estaba pasando...
 
Habría que preguntar a los legisladores, sobre todo a los priistas que pronto se van por qué aprobaron sin preguntar – o sin ver – los cuentos y las cuentas que les mandaban desde el despacho del Ejecutivo, porque durante el sexenio mocho de Javier Duarte sólo se oyeron las voces de la oposición, siempre en inferioridad numérica, que cuestionaban los manejos políticos y financieros del régimen.
 
Habría que preguntar a los integrantes del Consejo del Instituto de Pensiones por qué prestaron un dinero que no era suyo a un gobierno que nunca estuvo dispuesto a pagar su deuda, como no fuera con migajas políticas o económicas a quien se dejara.
 

Habría que preguntar a las autoridades de Hacienda Federal por qué no actuaron desde el primer momento en que el gobierno de Veracruz dejó de ingresar los impuestos que descontaba puntualmente (vía nómina) a los burócratas y empleados del estado.
 
Habría que preguntar al presidente del Tribunal Superior por qué no recurre a la justicia – cosa de la que debe saber – para que lo que queda del gobierno pague lo que le debe al Poder Judicial, porque aplicar la ley no es cuestión de preferencia o de prudencia política sino deber de quien se ve afectado por manejos financieros irregulares que también lastiman a los trabajadores.
 
Pero también sería muy interesante preguntarle al diputado federal Alberto Silva Ramos si sigue pensando que "desde que (Javier Duarte de Ochoa) es el primer priista de Veracruz, hemos ganado todo", como dijo el veinticuatro de octubre del años pasado, cuando asumió la presidencia estatal del PRI.
 

O habría que preguntar si el PRI de Veracruz todavía considera que el prófugo sigue personificando "el vigor de una nueva generación identificada por la lealtad como militante a toda prueba, con formación académica de alto nivel y una trayectoria de resultados en la gestión pública y el quehacer legislativo".
 
Tal vez la respuesta a esas y otras preguntas sea la desmemoria. Tal vez. Pero hay palabras que no se van con el aire y podrían aplicarse a gran parte del equipo que formó y forma parte de la administración pública, porque de alguna forma hay que llamarle al desmadre que van a dejar:
 
"Hay algunos que quieren el poder pero no saben para qué. Hay algunos que desean sentarse pero no saben para qué sirve la silla". Y sí, lo dijo Alberto Silva Ramos, delfín fallido de Duarte. Ya vimos que tenía razón. Ganaron todo. ¡Qué sed de saber cuánto!