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Columnas y artículos de opinión
Diario de un reportero
Cien días, quince días
Miguel Molina
15 de diciembre de 2016
alcalorpolitico.com
Llegó al poder cuando la crisis económica estaba llegando al límite y la gente había perdido la confianza en las instituciones.Todos esperaban que su gobierno pudiera cambiar la situación, y había guardias armados en los edificios públicos. Cuando asumió el cargo reveló su estrategia para cambiar las cosas: crear tantos empleos como pudiera.
 
El Congreso entendió el mensaje. Los legisladores lograron ir más allá de las diferencias entre sus partidos para buscar el bien común, y discutieron y autorizaron programas para crear trabajos y, de paso, reconstruir la infraestructura. Habían pasado cien días cuando se aprobó la última ley del proceso de reformas.
 
Eso pasó hace ochenta y tres años, nueve meses y doce días, centímetros más o menos. La estrategia de Franklin D. Roosevelt logró sacar a su país de la Gran Depresión y dejó casi treinta y cinco mil obras: edificios de gobiernos, hospitales, escuelas, aeropuertos, caminos y puentes y represas, cosas así. Y de pasó, dio origen al plazo de cien días que tiene cualquier gobierno para mostrar de qué está hecho.
 

La crisis de Veracruz – financiera, política, social – no se puede comparar con la de Estados Unidos a principios de los treinta ni Miguel Ángel Yunes Linares es Roosevelt (aunque el símil da bien la idea), y el gobierno reciente necesita más de cien días. Pero no tiene cien días. Tal vez tenga quince.
 
Este mes, esta semana, hoy, lo que queda del año, viene el acertijo grande de los sueldos y los aguinaldos. Los pagos a proveedores siguen suspendidos. Muchos no saben si tendrán trabajo este mes, esta semana, lo que queda del año y los años que vienen. Tampoco se sabe qué pasará con las pensiones, con los pensionados.
 
Vienen los fríos que causarán muerte y tristeza –como siempre, aunque todavía hay quienes se sorprenden – en las zonas más pobres. Hay desempleo. No hay medicinas ni equipos en los hospitales. La red carretera da risa, da lástima, da coraje, aunque no necesariamente en ese orden. Siguen los asesinatos, los secuestros, las extorsiones, los robos. Y parece que ninguno de los responsables de la desgracia que vive Veracruz ha pagado sus delitos.
 

Es verdad que el estado no puede reconstruirse en quince días, que es lo que lleva el gobierno de Yunes Linares, pero se espera más, y más pronto, de quienes llegaron al poder con la promesa del cambio. Lo que se anunció esta semana es útil aunque no es suficiente o no se puede hacer. Pero eso es cosa del gobierno.
 
Tal vez sería bueno aprovechar los cien días (o los cincuenta o los treinta) para reflexionar sobre la vaina que nos ocupa. La crisis que dejó el gobierno de Javier Duarte de Ochoa ofrece la oportunidad de emprender proyectos que transformen la forma de hacer las cosas. Para eso tenemos más de cien días. El gobierno no.
 
Quién iba a decir que comenzaron a aparecer personas que cobraban sueldos en todas partes sin trabajar en ninguna. Quién iba a decir que los nuevos funcionarios iban a descubrir lo que ya habían descubierto los viejos (aunque, como los viejos, no dieran nombres ni señales de quienes robaban el patrimonio público). Y quién iba a pensar que el nuevo gobierno se conformaría con despedirlos sin llamarlos a cuentas.
 

Basta leer las noticias, escuchar los noticieros (menos RTV, que el parecer todavía es un medio de gobierno en vez de ser un medio de servicio público), para darse cuenta del tamaño del problema: tanto peca la vaca que recomienda como el que le levanta la pata sin trabajar. Hasta ahora nadie ha sido consignado o sometido a juicio pese a que hay evidencia documental de sus abusos.
 
Si unos robaron mucho (presuntamente el ex gobernador y sus allegados) y otros robaron poco (presuntamente los aviadores), el hecho es que todos robaron. Y no puede haber perdón, como ya se ha dicho en varios foros, en tonos mayores y menores.