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Columnas y artículos de opinión
Sobrevivir a la era Trump
Luciano Blanco González
20 de enero de 2017
alcalorpolitico.com
Quiero entender que cuando a alguien aconseja al que habla con un lenguaje alharaquiento, imprudente y retador, que tenga cuidado con lo que dice, porque lo que se dice con la boca, lo sostienes con el culo, se refiere al hecho de que cada uno es responsable de lo que dice y está obligado a responder con lo que más le duele, así sean sus bienes, su fortuna, su tranquilidad o la vida misma.
 
Hoy, con la toma de posesión del magnate financiero y racista Donald Trump, como Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, se reabre una vez más la página del intervencionismo bélico, político y comercial más voraz y feroz del que se tenga memoria en el actuar del imperialismo yanqui en nuestro país, América Latina y en el mundo.
 
Trump es la continuidad del sueño americano de anexarse la mayor parte de territorios y dominar al mundo por la fuerza de las armas, como en su momento lo hizo James J: Polk en 1848 en que haciendo gala de su superioridad en armas nos despojó de más de la mitad del territorio nacional, destrozando a México y llenando sus campos de sangre, hambre y lágrimas.
 

O igual a aquel Presidente William Taft que en 1911 para vigilar el cumplimiento de su plan de dominio con el pretexto de proteger a los ciudadanos Norteamericanos, nos colocó en la frontera norte 20 000 soldados y 7 buques de guerra frente a las costas de Baja California para impresionarnos, llenarnos de miedo y ponernos a rezar de rodillas, implorando a dios que nos alejara de esos demonios.
 
Es de los mismos pillos que en México conspiraron para destituir y asesinar vilmente al Presidente Francisco I. Madero y al Vice Presidente José María Pino Suárez y otros mártires, en aquel trágico evento de la obscura decena trágica planeada y dirigida por el entonces ambicioso y vil embajador de los Estados Unidos Henry Lane Wilson y un grupo de militares lacayos que no dudaron en consumar la traición.
 
Es parte de aquellos rufianes que en 1914 sin motivo y por órdenes del Presidente Woodrow Wilson bombardearon la Ciudad y Puerto de Veracruz causando destrucción y muerte de inocentes que no corrieron, que no tuvieron miedo, que tuvieron el valor de enfrentarlos a pesar de la supremacía militar, ofreciendo una resistencia heroica por parte de las fuerzas armada y de los civiles que sin importar la vida lucharon con valentía en defensa del honor y de la soberanía nacional.  
 

Nada bueno podemos esperar los mexicanos de un hombre poderoso, necio y vengativo al que antes de encumbrarse denostamos, injuriamos y combatimos, invitando a nuestros connacionales de aquel país a que votaran por su opositora Hilary Clinton, quien además desprecio nuestra invitación para venir al país.
 
Fue buena la intención de Carlos Slim, Vicente Fox, Vicente Fernández y toda una cauda de iconos mexicanos entre los que destacan distinguidos intelectuales, periodistas y medios de comunicación que trabajaron intensamente para desenmascarar a un hombre que por su naturaleza misógina, desprecia y se burla de la condición femenina, Por su origen de sangre pura y de sentirse de una raza superior, ha destilado en su lenguaje bárbaro y soez adjetivos discriminatorios y agresivos contra los negros y latinos.
 
Lo que sí esperamos todos los que hemos nacido de este lado del Río Bravo es una cruenta represión como castigo a nuestra torpe e ilusa osadía de pretender intervenir en las decisiones de otro país. A veces el opinar tiene un precio muy elevado, como en este caso.
 

Así es que no nos espantemos si el Señor Trump levanta un muro en su territorio para evitar el flujo migratorio ilegal o erige una barrera contra el libre comercio o si carga de pesados e impagables aranceles a nuestros productos o si trepa a sus barcos, trenes, aviones o camiones, a los millones de indocumentados que se encuentran viviendo o trabajando de aquel lado.
 
Este hombre rencoroso es capaz de mandar sus tropas de tierra, aviación y marines sobre el territorio nacional, inventándose una artimaña en forma de atentado terrorista, sabotaje o conspiración atribuible a México o porque este no combata las células que pudieran asentarse en el país, argumentando que somos un peligro para la seguridad de los Estados Unidos.  
 
El muro no es una vacilada, de hecho existe ya desde hace años en nuestras mentes acomplejadas y sumisas al gran capital, estamos de hecho totalmente colonizados, millones desearíamos tener el estilo de vida de nuestros vecinos y por seguridad vivir allá, en lo cultural todos envidiamos el confort gringo, nuestros niños sueñan con conocer Disneylandia y a sus personajes que todos identificamos en la imaginación, por más esfuerzos que hacemos no logramos arrancar de la mente de nuestros hijos al Halloween. Soñamos con ir a Las Vegas, pasearnos por las calles de Nueva York, tener un departamento en Miami.
 

En lo tecnológico dependemos en gran parte de ellos, que va a pasar por mínimo ejemplo, cuando le bajen el switch a los grandes ordenadores que manejan los medios de comunicación cibernéticos y nos quedemos sin twitter, Facebook o toda la comunicación inalámbrica de los teléfonos celulares y de internet o que nos ciclen los satélites.
 
En lo comercial ni se diga, los números y las estadísticas salen sobrando, los capitales de nuestro principal socio comercial han invadido todo el territorio nacional, sus marcas de vehículos, alimentos, electrodomésticos, alimentos, hoteles, transporte, comida, bebidas, ropa, accesorios, bancos, comercios y hoteles. Están por todas partes y eso claro que está bien, pero qué vamos a hacer cuando no nos compren los tomates, los aguacates, las calabacitas, el chayote, el azúcar, el café, los limones, la sandía, las legumbres, los becerros y las múltiples manufacturas que producimos, qué va a pasar, pues que no habrá trabajo y nuestros campos se verán desolados y por las calles vagarán miles de desempleados, con familias desnutridas, mal vestidas y angustiadas.
 
Somos una nación excesivamente vulnerable, frente a ellos sólo nos mantendrá de pie la diplomacia de nuestro gobierno, por eso el Presidente Enrique Peña Nieto, le ha pedido unidad al pueblo de México y nosotros con cínica indiferencia o con estúpido rechazo, ignorantes de los peligros reales que nos acechan, por el pueril optimismo de que un milagro nos salvara, valientes porque tenemos la esperanza de que nada pasará, no vemos ni sentimos las garras del monstruo, exigente y amenazante, grosero y hostil, dispuesto a destruirnos.  
 

Es difícil que las mayorías perciban esta realidad que viviremos, son tiempos similares a los que se vivieron en 1913 en que periodistas canallas escribían y lanzaban encabezados abominables y amarillistas empecinados en mostrar un gobierno de increíble ineficacia y un pueblo hirviendo de descontento con las ideas del gobierno.  
 
En aquel entonces fueron malos y nefastos militares los que influyeron en el asesinato de madero y en la posterior intervención, ahora son algunos líderes que están dispuestos a rendirse y a abrirle las puertas a las insolencias de Trump, a ellos, a los que se están oponiendo a la unidad nacional debemos de tenerlos plenamente identificados para que cuando enfrentemos la crisis sepamos quienes son aquellos que se suman al coro de los enemigos de México.
 
A estos corifeos, artífices de la inestabilidad, de las marchas, de los saqueos, de los incendios, debemos de combatirlos por su actitud proclive a la confrontación sin sentido, neciamente empecinados en sembrar el desasosiego y la intranquilidad. Todos debemos de entender lo importante que es sentarnos a reflexionar con preocupación, sobre el tortuoso e incierto presente inmediato que nos espera y la necesidad de fortalecer al titular del Ejecutivo, en quien debemos de confiar que posee la audacia para enfrentar con inteligencia las grandes adversidades que nos acechan.
 

El pueblo lanzó habladurías al por mayor, contra el aquel momento candidato aventurero derrotado por las encuestas que con gran sorpresa para todos triunfó, sin embargo ya había despertado la ira y el desprecio del gigante, lo retó sin tener con que respaldar su justificado repudio, ahora tiene que morder trapo y abrir las piernas para pagar las consecuencias, sean cuales fueren, pero si queremos resistir, lo tenemos que hacer todos unidos como base de nuestra fortaleza, con dignidad, con decoro y con la convicción de que sólo juntos sobreviviremos victoriosos a la era Trump. Por el bien de la causa.
 
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