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Columnas y artículos de opinión
Diario de un reportero
Preparados para que no pase nada
Miguel Molina
28 de marzo de 2024
alcalorpolitico.com
El azar o la necesidad me han llevado a vivir en varios países. Como en todos, como en todo, la vida diaria está sujeta a riesgos naturales y de otro tipo, y hay programas y precauciones para hacer frente a casi lo que sea tan pronto y tanto como se necesite. La idea es estar preparado para lo peor si pasa lo peor. No ha sido así en México, y en este caso en Veracruz, donde varios incendios han consumido cerca de mil seiscientas hectáreas de bosques en varias partes del estado desde el fin de semana.

Veracruz arde. Sería fácil decir que el gobierno del estado se tardó dos días en reaccionar, y que los recursos que ha destinado a combatir los incendios no son suficientes: las brigadas civiles que tratan de apagar las llamas y salvar vidas y haciendas necesitan picos y zapapicos, azadones, palas, rastrillos, machetes, cubrebocas, guantes, cosas que sirven cuando los bosques se queman.

También sería fácil pensar que la atención del aparato de gobierno está preocupada por las campañas políticas, y que los incendios – varios en varias partes de Veracruz – sorprendieron a las autoridades, que llegaron un lunes a ver qué estaba pasando desde el sábado. A mí no me sorprendió, porque muchos planes de contingencia en México están basados en la idea de que no a va a pasar nada. Las instituciones están preparadas para que no pase nada.


El martes se escribieron comunicados de prensa y se distribuyeron fotos de reuniones de funcionarios de la Defensa Nacional, de la Guardia Nacional, de las secretarías del Medio Ambiente y de Protección Civil, Petróleos Mexicanos, y las direcciones municipales de La Perla, Acultzingo, Río Blanco, Ciudad Mendoza y Nogales. El único que faltó fue el secretario de Finanzas. Sería fácil pensar que estaba ocupado con la nueva ley de Protección Civil y Riesgo de Desastres, que pasa a los estados la responsabilidad de financiar los gastos de ayuda y rehabilitación en caso de desastres naturales. Fue un asunto de oficina.

Asuntos de oficina y de creatividad contable

Hace dos años y medio, el Senado de la República – es decir Morena y los partidos del Trabajo y Verde Ecologista Mexicano – extinguió más de cien fideicomisos, entre ellos el del Fondo de (sic) Desastres Naturales, Fonden, cuyos recursos eran fundamentales para las comunidades que sufrieran sequías, huracanes, inundaciones, sismos, erupciones volcánicas.


Mi colega Raymundo Jiménez cuenta que el presidente López Obrador decidió eliminar ese organismo porque lo consideraba "un barril sin fondo" para funcionarios corruptos. "Nunca se fincaron responsabilidades ni se procedió penalmente contra los presuntos implicados en el desvío de recursos" y otras mañas por el estilo, señala el columnista.

Según el subsecretario de Hacienda Domingo Yorio, el Fonden ya no existe, aunque hay una partida para seguir haciendo lo que hacía ese organismo cuando era un barril sin fondo. Pero ese también es un asunto de oficina y de contaduría creativa. Mientras se hacen reuniones, el gobernador de Veracruz Cuitláhuac García advirtió a los voluntarios – gente que trata de salvarse y salvar lo que tiene – que no se metan a combatir los incendios porque no son expertos. Habráse visto.

Desde el balcón


Uno sale malta en mano a ver cómo se apaga el día. Llovió toda la mañana y hace frío. Del otro lado del mundo, en otras montañas, cada diez minutos – de las nueve de la mañana a quién sabe qué horas de la tarde – un helicóptero del gobierno de Veracruz arroja novecientos litros de agua sobre partes del bosque que se quema desde el sábado.

La malta juega en la lengua y deja un rastro tibio en el paladar. Hay un aroma de tomillo en el aire. Y uno, al amparo de atardecer, piensa en cosas que no tienen remedio. Por ejemplo, a qué huelen trescientos millones de pesos que han estado escondidos en una oficina durante años. Y de ahí pasa a pensar si los trescientos millones eran de billetes nuevos o de billetes usados. Y dónde estarán, porque hay pruebas de que ahí estaban. Así esto del dinero. No hay malta que valga.