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Columnas y artículos de opinión
Muchas gracias Teodoro
Rafael Martínez Zaleta
8 de octubre de 2011
alcalorpolitico.com
El maestro Teodoro Cano García es un hombre de cuna humilde, que impulsado por la cultura del esfuerzo ha trascendido en el arte. En diferentes lugares de nuestra geografía veracruzana, de nuestro país y del extranjero ha dejado plasmadas sus obras. El noble artista transluciendo su ingenio a través del tiempo y el espacio ha conformado un acervo único y fundamental para poder interpretar de una manera sencilla a la maravillosa cultura totonaca.

Teodoro Cano García es originario de Papantla de Olarte, Veracruz. Nació un 29 de mayo de los años treinta, hijo de Luciano Cano y María Luisa García. Huérfano de madre en su primera infancia, fue asistido por su tía Valeria Cano quien gustosa le ofreció el cariño y cuidados que tanto necesitaba. En su niñez fue alumno del célebre maestro Luís Salas García, persona sencilla y de vasta cultura, quien observó en el niño Teodoro un sinnúmero de habilidades y gran talento.

Estudió la primaria en la escuela “Melchor Ocampo”, actualmente “Donato Márquez Azuara” y la secundaria en la escuela “Jorge de Castro Cancio”. Pero el destino le tenía reservada una sorpresa a ese niño que se deleitaba observando las cosas para luego embellecerlas. En 1945, a los 14 años de edad en el parque “Israel C. Téllez” conoció al excelso pintor Diego Rivera, y en ese instante dibujó el rostro del famoso muralista y su entorno. Al despedirse, el célebre personaje le obsequió una tarjeta al jovenzuelo, para que lo buscara cuando fuera a la ciudad de México. Ni tardo ni perezoso, Teodoro Cano llegó a la hermosa ciudad de los palacios en 1946, donde fue recibido como pupilo por el maestro Diego Rivera.


El fiel de la balanza de la vida se inclinó, para que desde ese momento y en lo más profundo de su alma, surgiera un minúsculo rayo de esperanza. Meses más tarde Diego Rivera sugirió al tutor de Teodoro Cano, Alberto Andrade Valencia, que lo mandara a un entrenamiento académico y después que retornara con él, extendiéndole una carta dirigida al entonces gobernador del estado Don Adolfo Ruiz Cortines. Una fresca y lluviosa mañana, Cano García, un ilustre soñador de 15 años de edad llegó a Xalapa, anhelando con persistencia obtener una beca para poder estudiar en la Academia de San Carlos. Objetivo que logró gracias a la generosidad de don Adolfo. De esta suerte la eminente academia, fundada el 25 de diciembre de 1783, abrió sus puertas al joven Teodoro, abalando desde ese momento su futuro, el recinto más notable y refinado de las artes plásticas.

Corría el año de 1951, Teodoro Cano García a los 19 años de edad celebró su graduación, obteniendo la carta de pasante como maestro de artes plásticas de manos del Presidente de la República Miguel Alemán Valdez, en una solemne ceremonia celebrada en el anfiteatro Bolívar de la Escuela Nacional Preparatoria, recibiendo en aquella inolvidable velada la medalla “Justo Sierra” por el mejor aprovechamiento, la carta al mejor pasante y también la de mejor promedio, el mejor pintor y escultor de aquella generación. Se puede decir, que una parte de su vida profesional la inició en Poza Rica de Hidalgo, Veracruz, donde en un mural dejó el prodigio de su sensibilidad “La historia del petróleo”. Siendo rector de la UV el Dr. Carlos Díaz Román, en el año de 1969, invitó al maestro Teodoro Cano a través de otro gran artista papanteco, el poeta Carlos Juan Islas, en ese entonces director de divulgación cultural de la máxima casa de estudios, a hacerse cargo de la Dirección del Taller de Artes Plásticas de la UV. El 4 de julio de 1988, el entonces Gobernador Fernando Gutiérrez Barrios, acompañado del rector de la UV Salvador Valencia Carmona y el maestro Teodoro Cano García, inauguraron las nuevas instalaciones universitarias de los talleres libres de arte en Papantla. “Un galardón más sobre el corazón de un artista papanteco que ama a su pueblo”, comentó el escritor Leonardo Zaleta Juárez. El 6 de mayo de 1992, aquí en Xalapa, se organizó un merecido homenaje que tuvo lugar en la galería “Ramón Alba de la Canal”. También recibió la presea “Ignacio de la Llave” y el premio estatal a la superación ciudadana, que otorga el gobierno del estado por su labor en pro del arte y la cultura. Su contribución en el rescate de la zona arqueológica del Tajín, le valió la obtención de un diploma y medalla de plata. Son múltiples y variados los homenajes y distinciones que ha recibido el maestro Teodoro.

Durante 32 años los cursos de los talleres libres de arte de la UV, que también se conocen como “Casas de la Cultura”, han aumentado su número de inscripciones, como su prestigio. Se dice fácil, pero son 32 años en los que se han desbordado las bellas artes, a favor de la enseñanza, de la juventud. Treinta y dos años conviviendo con la emotividad que dinamiza la pintura, la escultura, el grabado, el diseño, el dibujo y la fotografía entre otros. La escuela de Teodoro Cano García, además de ser asombrosamente admirable, es única.


Pero los héroes del Olimpo suelen abandonar su morada, para hacer vida común con los seres humanos. Y fue así como Teodoro Cano conoció y trató a una respetable dama, Yolanda Assaleih Novela, producto de esa relación enriquecida con el amor y la comprensión, contrajeron matrimonio el 3 de julio de 1955 en la Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús, ante el sacerdote Luís Guillermo Vogues, en la ciudad de Poza Rica. La bendición de Dios y el milagro de la naturaleza hicieron brotar cuatro retoños: Leticia Margarita, Yamil Teodoro, Yolanda y Miguel Ángel.

Hace algunos ayeres allá en Papantla, por el mes de octubre del 2006, palabras más, palabras menos, Teodoro nos dijo: “Yo soy feliz con mi vida de pintor y jefe de familia; necesitaba un lugar en donde dejar mis recuerdos, de paso por esta vida e hice de Papantla mi propio monumento”. Y nosotros le decimos: “Teodoro. Desde niño nos mostraste tu creatividad, tu imaginación y tu inteligencia. Veracruz, otras ciudades del país y algunas del extranjero, están tapizadas con los recuerdos que dejaste en tu juventud y madurez. Hoy por hoy, tus alumnos, amigos y admiradores, dimensionamos en la medida exacta tu gran obra, te admiramos por el inmenso cariño que le profesas a tu familia, por tu pasión al arte y por ser leal a tus principios. Por lo que has hecho por tus amigos, por Veracruz y por México, ¡Muchas Gracias, Teodoro!

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