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Columnas y artículos de opinión
Espacio Ciudadano
…Y surgió un Plan de Estudios
Jorge E. Lara de la Fraga
25 de julio de 2012
alcalorpolitico.com
(Primera parte)
                                          
“Un pueblo analfabeta es un pueblo ausente. No queremos veracruzanos
 ausentes del desarrollo…” R.H.O.

Corría el año de 1974 y se acercaba el relevo gubernamental en nuestra Entidad; aunque varios tricolores le apostaron a la candidatura de Manuel Carbonell de la Hoz (tiempos del partido hegemónico), las circunstancias políticas de ese entonces le fueron adversas al Subsecretario de Gobierno y surge esplendente el lema Unidad y Trabajo en derredor de la figura del licenciado Rafael Hernández Ochoa, el orgullo de Vega de Alatorre y hombre cercano al Presidente de la República, Lic. Luis Echeverría Álvarez. Me desempeñaba en ese entonces como Director de la Escuela Primaria Anexa y como catedrático de la ahora Benemérita Escuela Normal Veracruzana. Fue en ese tiempo cuando recibí la llamada telefónica del maestro y amigo Guillermo Héctor Zúñiga Martínez, para invitarme a la campaña del señor Rafael, en razón de que el colega era pieza clave de su grupo político en busca del voto ciudadano. Le expresé con claridad al cordial normalista vikingo que no aceptaba su amable propuesta, por razones personales y además porque tenía una tarea directiva bajo mi encomienda. Agregué que posteriormente, ya definido el proceso electoral, podríamos abordar el asunto de una posible colaboración.
 
Transcurrió el lapso correspondiente y ya en las postrimerías del mes de noviembre de 1974, nuevamente el futuro Director General de Educación Popular me citó para encargarme ciertas labores técnicas de cobertura estatal. Me vi precisado a deslindarme formalmente de la Dirección de la Primaria Anexa y a partir de diciembre me incorporé a una desconocida y febril aventura, con el reto medular de poner orden en la organización técnico – administrativa de los Centros de Iniciación Pedagógica (los CIP), ubicados en las localidades de Carrizal, Los Reyes y Acececa. Ahí empezó, en el naciente Departamento Técnico de la Subdirección de Educación Rural, una serie de acciones para configurar un anteproyecto de Plan de Estudios que permitiera la conformación idónea de docentes destinados al ámbito rural de la geografía veracruzana.

 
A continuación narro de manera concreta lo que se hizo, con el respaldo de un heroico y reducido equipo de apoyo, contando en todo momento con la confianza del director de la DGEP, para arribar a una respuesta institucional inmediata destinada a los inquietos adolescentes y jóvenes de tales planteles amorfos. Para precisar, es menester expresar que el nuevo Gobernador entendía la urgencia de reestructurar orgánicamente los CIP, toda vez que en dichas instituciones se estaba preparando de manera deficiente a los futuros profesores rurales y además sin oportunidad de obtener plazas otorgadas por la Federación o el Estado de Veracruz, ante la ausencia de un título profesional. Abundando más sobre el caso, con el establecimiento de la plaza única, no era justo ni congruente ofrecer la misma situación administrativa y salarial a un joven egresado de una Escuela Normal, con 4 años de estudios post-secundarios, que al escolar que cursaba propiamente 3 años de secundaria y 1 año de iniciación pedagógica.
 
En mi carácter de responsable del proyecto renovador  y con la venia de mi superior, estructuré un plan de trabajo general, que comprendía, entre otros, los siguientes rubros: Investigación de antecedentes y fundamentos de los CIP, conocimiento de su organización y funcionamiento, estudio de los planes de las escuelas normales rurales de la SEP, análisis del plan de estudios de la BENV, encuestamiento a alumnos y maestros de los CIP, obtención de un anteproyecto de plan de estudios y la realización de un seminario o congreso para enfocar críticamente y avalar, en su caso, el nuevo modelo curricular. Tanto la maestra Esther Olmos Castor, como mi amigo y contemporáneo docente Marcos Pérez Córdoba, así como un servidor, nos “lanzamos al ruedo” con fervor y entusiasmo para efectuar las acciones predeterminadas. Frenéticamente, a marchas forzadas, se trabajó durante 4 meses y medio. Se aplicaron encuestas, se elaboraron cuestionarios, se hicieron registros y gráficas, se diseñaron escalas estimativas y se formularon informes diversos; además, se llevaron a cabo investigaciones documentales y de campo, se analizaron los diversos planes de estudio de educación normal, sin dejar de lado las entrevistas, las visitas a dependencias e instituciones educativas y el diseño preliminar de una propuesta.