icono menu responsive
Columnas y artículos de opinión
En Caliente
Hablando de restauraciones
Benjamín Garcimarrero
3 de septiembre de 2012
alcalorpolitico.com
Cecilia Giménez, octogenaria residente en la ciudad de Borja, perteneciente a la provincia de Zaragoza, España, atendió la necesidad de restaurar una imagen de Jesús, pintada sobre un muro en la Iglesia del Santuario de la Misericordia en esa ciudad aragonesa.
 
El autor de la obra, considerada de poco valor artístico por haberla pintado en sus ratos de ocio el profesor de dibujo Elías García Martínez, originario y vecino del lugar, quien con poca técnica hizo el mural en el año de 1930, al oleo, inspirado en una obra del Italiano boloñés Guido Reni, quien vivió de 1575 a 1642, copiando la obra conocida como Hecce Homo que se traduce por “Este es el hombre” o “He aquí al hombre”. En el mes de agosto del presente año, saltó a las primeras planas de la prensa escrita y virtual, porque al hacer la presunta restauración, a decir de los críticos, la convirtió en “un mono peludo con la túnica mal amarrada”.
 
Como consecuencia de la publicidad se incrementó el número de visitantes al Santuario de la Misericordia y no ha faltado quien ofrezca doscientos cincuenta mil dólares por apropiarse del mural, que como su nombre lo dice, sería un milagro quitarlo de donde ahora está sin destruirlo. Habría que arrancar la pared completa o de plano comprar la Iglesia que por estar en España sigue siendo el gran negocio de la Mafia Vaticana.
 
Pero… ¿para que ir tan lejos para hablar de restauraciones fallidas?, cuando podemos mencionar algunas de las muchas que en forma secreta y discreta se le han hecho al ayate de la guadalupana aquí en México.
 
La conocida Tilma de Juan Diego, según relata Rodrigo Vera de la Revista Proceso, refiriéndose al estudio elaborado por un experto en arqueomicrobiología, mismo que realizó el análisis del Sudario de Turín, Italia; utilizado sistemas de vanguardia mediante rayos infrarrojos y ultravioleta, pudo observar que sobre el ayate hay tres figuras superpuestas.
 
La primera de ellas fechada en el año de 1556 y firmada M.A. (Marcos Aquino), pintor indígena conocido también como Marcos Cipac o Cipactli. En ella se observa un Niño Dios en su regazo.
 
Rivera debe saber que Alonso de Montufar, segundo arzobispo de México, esto es; el siguiente de Fray Juan de Zumarraga, hizo la afirmación refiriéndose en una carta escrita al Rey como “La imagen pitada por el indio Marcos”.
 
La segunda imagen cuyos rasgos resultan más indígenas que la actual fue pintada en el siglo XVII, (1625) de la que hay referencia atribuida a Juan de Arrue.
 
El estudio fue hecho en el año de 1999 por un investigador de la Universidad de San Antonio Texas. Este personaje fue contratado para el efecto por Norberto Rivera Carrera, actual inquisidor, con el propósito de conocer el deterioro sufrido por la imagen y la manera de prevenirlo para el futuro.
 
La imagen original es muy distinta a la actual pintada sobre el mismo lienzo; según describe el experto, La virgen no lleva túnica sobre el cabello, sobre el brazo izquierdo sostiene al niño Jesús desnudo; los rayos solares salen tras de su espalda. Es una Inmaculada Concepción, afirma; resulta una copia fiel de la virgen que se encuentra en el coro del Monasterio de Nuestra Señora en Extremadura, España, Lugar de origen de Zumarraga y casualmente también de Hernán Cortés.
 
Antes del estudio referido, José Arturo Flores Gómez, restaurador que en dos ocasiones arregló el lienzo guadalupano, la primera vez en 1947 y la segunda en 1973, refiere que cuando trabajó sobre el ayate la primera vez, ya había sido restaurada cuando menos una veintena de ocasiones.
 
La primera vez, arregló las cuarteaduras verticales de los dobleces que se le hicieron cuando estuvo guardada y escondida durante la persecución religiosa implementada por Plutarco Elías Calles.
 
En 1973, la segunda vez, lo llamó el propio Guillermo Shulemburg quien estuvo convencido de la inexistencia de Juan Diego y de la confección humana del lienzo. Flores Gómez utilizó un pigmento de cochinilla, tizatl, hollín de ocote, tierra de ocre y otros elementos que aún se consiguen. Por lo tanto no es cosa de milagro ni del otro mundo.
 
En el año de 1791Mientras limpiaban el marco de plata de la Imagen conuna mezcla de ácido nítrico y agua, se derramó un poco sobre el extremo superior derecho del cuadro. No obstante la acción corrosiva del ácido, el lienzo nofue destruido. Tan sólo quedó una mancha como de agua-fuerte en la tela. Esta mancha también fue motivo de restauración posterior.
 
Sería prolijo mencionar todas las ocasiones en que, dentro del más riguroso secreto, la tilma de Juan Diego, pintada por el indio Marcos Cipactli y modificada en dos ocasiones mas, ha sido arreglada o restaurada. Para fortuna de los inquisidores nacionales, la fe de nuestra raza de bronce, va más allá de la crítica y el análisis.
 
A diferencia del suceso de Borja, España, que es muy reciente y trascendió a los medios noticiosos por estar vivos todos los protagonistas, en nuestro terruño la mayor parte han muerto, excepto los que han vendido el uso de la imagen en millones de dólares y para quienes representa un estratosférico ingreso la exhibición de la pintura, que arreglada o no, ha trascendido la esfera del milagro para convertirse en una idiosincrasia nacionalista tan arraigada como la misma bandera y otros símbolos.
 
Habrá que hacer un monumento a esos restauradores anónimos que han desfilado completamente en silencio por los vericuetos de la mafia religiosa de la patria. Amén.