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Columnas y artículos de opinión
Orfis: institución zombie
Eduardo de la Torre Jaramillo
7 de septiembre de 2012
alcalorpolitico.com
El sociólogo alemán Ulrich Beck define a una institución como “zombie”, cuando es disfuncional y genera incertidumbre, situación contraria al rol que debe jugar cualquier institución; y en este caso al analizar al Orfis, bien lo podríamos calificar como una institución zombie, y -quizá desde su creación-, ya que al menos en la última gestión tuvo un desempeño por demás criticable, al menos en dos sentidos: a) la ruptura de la autonomía de los ayuntamientos, al imponerles despachos de auditores de “amigos o conocidos” del titular, por supuesto violentando el artículo 115 Constitucional y b) por su complicidad en el endeudamiento de la mayoría de los ayuntamientos cuyos empréstitos se pagarán hasta en 2032, con lo cual los deja imposibilitados para impulsar su propio desarrollo.

Empero, esta es parte de la herencia de la pésima conducción en ese organismo, el que tuvo un final de tragicomedia política veracruzana, ya que el extitular de ese organismo al pretender su reelección, recurrió a lo más rancio del viejo sistema político mexicano (del cual veremos su retorno muy pronto), publicitarse a través de desplegados con representantes que son ajenos a la fiscalización, y “quienes seguramente con recursos propios los pagaron”, allí observamos a los evangélicos (quienes deberían estar más preocupados por velar la conducción de las almas descarriadas y no por la función del Orfis) o los masones, los cuales en Veracruz se han convertido en el cuarto sector del PRI: el gerontocrático o los empresarios que se prestaron a reproducir una forma paleolítica del viejo régimen político como lo es la “cargada”, a todo esto se suma la indolente y cómplice gestión de la Comisión de Vigilancia del Congreso del Estado, quienes frente a la presión social que se manifestó para evitar la relección, se vio presionada a emitir la convocatoria respectiva para elegir al nuevo titular de esa institución zombie.

Ante la renovación del Orfis se presentaron 51 suspirantes, muchos de ellos con méritos para dirigir la referida institución, algunos se presentaron como si fuera una situación de representación proporcional en la repartición de las posiciones, es decir se enlistaron para ver si se les tomaba en cuenta para cargos menores en el interior del organismo, esto como parte de la cultura política prevaleciente en Veracruz, aquí debo destacar a tres personajes que por sus méritos deberían encabezar esa titularidad: Cecila Coronel, Arturo Rivera y Gerardo García Ricardo.


Empero, en el juego sucesorio los dados se empiezan a ver cargados, esto por la vulgar y pretoriana intervención del Contralor del Estado, quien nos ha sorprendido con sus brillantes declaraciones anticiudadanas frente a la fiscalización, transparencia y rendición de cuentas, para el personaje en comento, sólo existe la única visión del gobierno, como si los ciudadanos fueran imaginarios y en el cinismo burocrático pretende impulsar una política de muéganos donde se exponen las complicidades, es decir que hay que apoyar a los a amigos, por lo que en el caso de Veracruz, si “selecciona” al C. Portilla Vásquez pues sencillamente tendremos una “fiscalización de cuates”, donde no importa la meritocracia, ni las competencias, ni la eficacia, ni eficiencia ni la posibilidad de mantener la autonomía y la conducción autónoma del Orfis, todo lo contrario hay que premiar la abyección y amalgamar intereses inconfesados para continuar con una nueva forma de gobernar, que es la extracción de los recursos públicos, la cual es parte nodal del nuevo PRI y quizá sea una de las aportaciones veracruzanas.

El final de la renovación del Orfis no puede ser otro que el de designar a algún continuador de una institución zombie, si todo empezó con una fallida reelección, con una manejo oscuro por parte de la Comisión de Vigilancia en el Congreso, y con una convocatoria que sólo sirvió de legitimación de una “fiscalización de cuates”, pues esta institución estará destinada a ser parte de la próxima ingobernabilidad en Veracruz.