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Columnas y artículos de opinión
Prosa Aprisa
¿La guerra de los pasteles?
Arturo Reyes Isidoro
30 de octubre de 2012
alcalorpolitico.com
A Regina Martínez
 
Si un aspirante a presidente municipal busca, habla, procura a un periodista, en función del interés mutuo que implica una relación entre quien desea ostentar una representación popular y quien desde un espacio periodístico analiza los hechos de cara a la sociedad para interpretarlos, me parece apropiado.
 
Más si el aspirante lo hace sin conocer mayormente al otro, con respeto y con cordialidad, sin ningún otro interés que iniciar un diálogo entre actores públicos, uno político por necesidad el otro periodístico, el primero para que se le conozca, el segundo para conocerlo.
 
Eso me parece sano en un sistema democrático, siempre y cuando el periodista no comprometa la imparcialidad de su línea profesional y la reunión no sea para sellar compromisos que perviertan la relación.
 
Pero si además de todo ello el aspirante no procede convencionalmente como todos los políticos de citar al periodista en un café o en un restaurante, cualquiera que sea, sino que le abre las puertas de su casa, de su hogar, entonces, de entrada, lo está impactando favorablemente, enviándole un mensaje de confianza. No cualquiera, y menos un político, le abre las puertas de su casa a alguien que no conoce.
 
Eso es lo que ha empezado a hacer, a mi juicio bien, la señora Dulce María Dauzón Márquez de Méndez (Dulce Dauzón, DD), quien aspira a ser presidenta municipal de Xalapa para el cuatrienio 2014-2017.
 
Hace varias semanas, Dulce me marcó a mi teléfono móvil para agradecerme una mención y para invitarme a desayunar a su casa, y ya de paso comentamos el trabajo social que realiza desde hace 20 años porque en los años 90 del siglo pasado mi esposa Eugenia estuvo haciendo labor social en su grupo durante mucho tiempo, dando clases de artes y oficios a personas pobres y necesitadas sin que jamás se hubieran conocido porque ahí nadie iba en afán protagónico ni en busca de fotos ni de reflectores, un trabajo callado, como debe ser el de verdadero interés social, sin protagonismos. No puse fecha y nuestro desayuno está pendiente.
 
Pero leí con interés que posteriormente hizo lo mismo con el colega Edgar Hernández, quien con su oficio periodístico aprovechó el encuentro para ofrecer un semblante bastante completo de Dulce, quién es, qué piensa, qué la motiva, qué ofrece.
 
Algo que considero muy importante es que ella ha comenzado por cumplir, por ser formal, pues algo que caracteriza a la mayoría de los políticos es que son puras promesas e informalidad pues proponen encuentros que a ellos les interesan pero que nunca cumplen. A una persona seria se le toma con toda seriedad además de que causa buena impresión.
 
Cuando las he escuchado, no he compartido las opiniones de algunos amigos políticos priistas quienes para la próxima contienda electoral ven como el gran enemigo a vencer a Abel Cuevas Melo, del PAN. No tiene ninguna viabilidad entre la ciudadanía. A lo mejor sería un buen candidato para Coatepec, su tierra, pero no para Xalapa. Eso creo.
 
Por lo que pulso entre la población, si el tricolor se confía y se equivoca, si no actúa con visión y tino político, volverá a sufrir otro descalabro en la capital del estado, esta vez un Dulce descalabro.
 
Según he escuchado opiniones tricolores, se tiende a desdeñar a Dulce María Dauzón. No la ven como una aspirante de peso, arguyen que no tiene fuerza política, que las izquierdas (ella sería postulada por el PRD) sin la fuerza de Andrés Manuel López Obrador no son nada.
 
Dulce lo tiene muy claro, según le dijo a Edgar: “… está claro que Xalapa no es del PRI, ni del PAN… Xalapa en las últimas elecciones no vendió su conciencia y eso sucederá de nuevo. La sociedad civil, la ciudadanía, de nueva cuenta tiene la palabra… y tal vez se piensa que yo no tengo un partido fuerte que me respalde, pero se equivocan. Yo tengo el apoyo partidista y tengo el respaldo de la ciudadanía”.
 
Recientemente, sin recursos económicos, sin toda la estructura oficial del panismo y del priismo, el actual diputado federal por Xalapa, Uriel Flores Aguayo, de las izquierdas, haciendo campaña prácticamente solo en conferencias de prensa de café, barrió a rojos y a azules en julio pasado. Al ostentoso Reynaldo Escobar Pérez, del PRI, le sacó más de 30 mil votos de ventaja. Lo respaldaron los ciudadanos.
 
Algo que no toman en cuenta quienes no la ven como una candidata de cuidado es que la señora Dauzón de Méndez tiene 20 años haciendo campaña, sobre todo entre quienes votan y no olvidan: los necesitados.
 
Mantiene el centro de capacitación La Casita, en Coapexpan (donde iba a dar clases mi esposa), en donde muchas mujeres han aprendido algún oficio, alguna artesanía o trabajo manual con lo que hoy se ganan la vida. Junto con personas altruistas trabajó con religiosos en lo que fue la Casa Hogar Nazaret hasta el año pasado cuando desapareció, lo ha hecho en Conecalli, con la señora Estela Chedraui (quien sabe si ese apellido que la respalda diga algo), en Verasol antecedente de la Casa del Niño Xalapeño que alberga a niños huérfanos, y arrastra la experiencia de haber sido ya regidora y presidenta del DIF Municipal pues su esposo Armando Méndez de la Luz fue alcalde. ¿Será poco como para restarle importancia como adversaria política?
 
Con un plus. Como sucedió con Ricardo Ahued, ampliamente conocido por su “Casa Ahued” (en campaña recuerdo que Ricardo nos decía a los vecinos cuando nos visitaba en nuestras colonias: si les fallo ya saben dónde encontrarme, algo así como: ahí me pueden ir a mentar la madre, y no falló; los políticos tradicionales se esconden y protegen en sus mansiones), en el caso de Dulce se vende también una marca muy conocida, muy bien posesionada: la de la “Panadería Dauzón”. ¿Quién no ha comido alguna vez una concha, un ojo de pancha, un panqué, una chilindrina, un bolillo, un pambazo, un pastel de Panadería Dauzón?
 
Con otro plus. A diferencia de lo que podría pasar si llegara Cuevas Melo a la alcaldía, esta mujer no enfrentaría al gobierno del estado. Si llegara, ha dicho, lo primero que haría sería reunirse a platicar con el gobernador para ponerse de acuerdo a efecto de enfrentar juntos los problemas de la capital.
 
“Yo no vengo a golpear a nadie. No voy a maldecir a nadie. No me interesa la vida privada de la alcaldesa, ni la de Américo. Eso no. Yo no estoy llena de odio. Yo le apuesto al trabajo. Quiero ser la candidata de los ciudadanos y de sus propuestas”.
 
Y a diferencia de los políticos tradicionales que aspiran a un cargo para usarlo como trampolín para buscar otro, de los que buscan el poder por el poder, para llenar sus alforjas personales de dinero u obtener los beneficios personales que puedan, la señora ofrece un argumento diferente y bastante convincente al ciudadano:
 
“Hace unos días mi mamá me dijo: hija, ¡mejor ponte a hacer pasteles y deja eso!... Lo haré madre, le respondí, pero al menos déjame intentarlo. Si no gano, no pasa nada, me regreso a hacer pasteles”, porque ella hace además pasteles en la empresa que fundó su abuelo hace 100 años. Creo que no anda buscando chamba ni va por el interés personal de ver qué obtiene o qué se lleva. Como Ahued.
 
¿Alguien piensa que el PRI la tendrá fácil? Acaso estamos ante una nueva versión de la Guerra de los Pasteles. Los xalapeños viviremos, sin duda, un proceso electoral interesante.