15 de noviembre de 2012
alcalorpolitico.com
El Director del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, Enrique Villa Rivera llamó faltos de visión a los miembros de la Comisión de Presupuesto de la Cámara de Diputados, cuando en el 2011 no pudo convencerlos de otorgar a esta área el 1% del PIB, como lo establece la ley. Diríase que la peor ceguera es la de quienes no quieren ver…….. a futuro.
La sociedad mexicana participa también de ese desinterés o inconsciencia sobre lo imprescindible de la investigación científica y la innovación tecnológica en el siglo XXI. Nunca hemos visto en nuestras ciudades una manifestación masiva en favor de otorgar a la ciencia y la tecnología el porcentaje del PIB establecido por la ley. Entre 300 premios nobel de ciencias duras –física, química, medicina- otorgados en más de 100 años, sólo uno recayó en un mexicano – Mario Molina, 1995, por la relación de los gases clorofluorocarbonos como amenaza a la capa de ozono-.
Con curiosidad no exenta de humor, escuché ayer el ritual que un consejero –graduado en la universidad del pueblo—aplicó a una joven acongojada por una desventura amorosa.
Lo primero: (La confianza) ¿No me tienes confianza?, insiste una y otra vez, en tanto la joven se muestra indecisa.
Luego: (La mirada) “Mírame y ¿dime la verdad?” , la joven al fin se atreve a balbucear: “ son mis suegros los que ….”
Tercer momento: (El desahogo): “llora y dame las manos”.
Final: (La promesa).”Vas a prometer que te enfrentarás con valor a tus suegros.”
No me burlo de los saberes populares, me admiro de la simpleza con los que algunos problemas emocionales se resuelven en la cotidianidad, sin los tratamientos profesionales de un sicólogo o siquiatra.
La pobre programación científica de la TV privada, muestra cuán lejos estamos del conocimiento fundamentado. Otro caso relevante es la dependencia de gran parte de la producción agrícola de tierras temporaleras o la insuficiente aplicación de tecnologías sustentables y orgánicas. A pesar de los esfuerzos de asociaciones e instituciones académicas, los saberes y habilidades científicos no son una directriz en los medios y las escuelas. Es tiempo de evaluar la operación y difusión del CONACYT.
El nuevo Titular del Poder Ejecutivo y La Cámara de Diputados tienen la obligación de reordenar el presupuesto conforme a prioridades y políticas de largo alcance, si es que la visión de futuro no les falla. En el sistema educativo, cuya sustento cognitivo y de vinculación con el medio debe ser la ciencia y la tecnología actualizadas, bien se podría lograr un ahorro significativo de plazas burocráticas y comisiones innecesarias a fin de transferirlas a este rubro.
La sociedad mexicana participa también de ese desinterés o inconsciencia sobre lo imprescindible de la investigación científica y la innovación tecnológica en el siglo XXI. Nunca hemos visto en nuestras ciudades una manifestación masiva en favor de otorgar a la ciencia y la tecnología el porcentaje del PIB establecido por la ley. Entre 300 premios nobel de ciencias duras –física, química, medicina- otorgados en más de 100 años, sólo uno recayó en un mexicano – Mario Molina, 1995, por la relación de los gases clorofluorocarbonos como amenaza a la capa de ozono-.
Con curiosidad no exenta de humor, escuché ayer el ritual que un consejero –graduado en la universidad del pueblo—aplicó a una joven acongojada por una desventura amorosa.
Lo primero: (La confianza) ¿No me tienes confianza?, insiste una y otra vez, en tanto la joven se muestra indecisa.
Luego: (La mirada) “Mírame y ¿dime la verdad?” , la joven al fin se atreve a balbucear: “ son mis suegros los que ….”
Tercer momento: (El desahogo): “llora y dame las manos”.
Final: (La promesa).”Vas a prometer que te enfrentarás con valor a tus suegros.”
No me burlo de los saberes populares, me admiro de la simpleza con los que algunos problemas emocionales se resuelven en la cotidianidad, sin los tratamientos profesionales de un sicólogo o siquiatra.
La pobre programación científica de la TV privada, muestra cuán lejos estamos del conocimiento fundamentado. Otro caso relevante es la dependencia de gran parte de la producción agrícola de tierras temporaleras o la insuficiente aplicación de tecnologías sustentables y orgánicas. A pesar de los esfuerzos de asociaciones e instituciones académicas, los saberes y habilidades científicos no son una directriz en los medios y las escuelas. Es tiempo de evaluar la operación y difusión del CONACYT.
El nuevo Titular del Poder Ejecutivo y La Cámara de Diputados tienen la obligación de reordenar el presupuesto conforme a prioridades y políticas de largo alcance, si es que la visión de futuro no les falla. En el sistema educativo, cuya sustento cognitivo y de vinculación con el medio debe ser la ciencia y la tecnología actualizadas, bien se podría lograr un ahorro significativo de plazas burocráticas y comisiones innecesarias a fin de transferirlas a este rubro.