icono menu responsive
Columnas y artículos de opinión
Espacio Ciudadano
¡Y se nos adelantó Lorenzo...!
Jorge E. Lara de la Fraga
16 de noviembre de 2012
alcalorpolitico.com
 “Una llave importante para lograr el éxito es confiar en uno mismo..."
 
El pasado primero de noviembre me enteré, a través de una esquela publicada en el periódico, que un estimable compañero de labores psicomotoras había fallecido a los 77 años. Así fue, se nos adelantó por ese sendero sin retorno Lorenzo Sanctórum Limón, colega leal que se distinguió entre los corredores veteranos y que era aficionado de hueso colorado del beisbol, siendo sus equipos predilectos tanto los Diablos Rojos, en la Liga Mexicana, como los Yanquees en las Ligas Mayores de E.E.U.U. El pundonoroso amigo fue un individuo identificado con el ejercicio corporal y la actividad cardiovascular; en sus años mozos se proyectó en el deporte de sus amores y a edad madura se enfiló con éxito por el sendero de la carrera en justas de medio fondo y de largo aliento.
 
 Hace como 9 o 10 años lo visité en su hogar y me concedió una entrevista ; me acompañó el amigo Martín Gómez, otro destacado atleta master y con su amabilidad característica Lorenzo nos recibió en su casa y nos expresó que es xalapeño por los cuatro costados, hijo de Lorenzo Sanctórum y Mercedes Limón, que tuvo 7 hermanos y que él fue el menor de la familia. Desde pequeño, en la escuela primaria, se identificó con los eventos pedestres de velocidad y como adolescente incursionó en el béisbol de aficionados, cuando en nuestra Ciudad Capital se jugaba aceptablemente el denominado “Rey de los Deportes” y los sorprendentes “Chileros” tenían un equipo de postín en la famosa Liga Invernal Veracruzana. En esos tiempos, por las décadas de los 60 y 70, el inquieto Lorenzo fue en una temporada Campeón Bateador de Segunda Fuerza y constante “hurtador” de bases, representando a los colores de la Comisión Federal de Electricidad, donde cubrió la posición defensiva de short-stop, también fue titular de una de las almohadillas y en ocasiones especiales se desempeñó como ágil jardinero para engarzar los batazos de los adversarios.
 
Cuando le pregunté desde qué fecha o en qué momento se interesó por las carreras de gran aliento o de fondo, me precisó que ello fue como producto de una situación difícil padecida en el año 1975, cuando tenía 40 primaveras, toda vez que fue un paciente más de la artritis y dentro de un programa de rehabilitación empezó a trotar y a correr paulatinamente por las pistas y lugares arbolados de nuestra “Atenas Veracruzana”, llegando a superar su problema psicomotor y participando por vez primera, de manera formal, en un minimarathón organizado por el Ayuntamiento, con motivo de la Feria de Xalapa, allá por el año de 1980. A partir de ese acontecimiento Lorenzo empezó a entrenarse en forma sistemática y compitió en justas diversas tanto en el Estado de Veracruz como en el resto de la República Mexicana, ubicándose dentro de su categoría como un exponente importante a nivel internacional.
 
Merced a sus meritorias marcas, a sus rutinas espartanas y a su fortaleza anímica, fue considerado por las autoridades deportivas como elemento idóneo para representar a nuestro país en el Evento Mundial Atlético de Veteranos, celebrado en Puerto Rico (1983) y después en Roma (1985). Codeándose con lo mejor del orbe, Lorenzo obtuvo buenos lugares en ambas confrontaciones y si bien no alcanzó presea alguna, se ubicó entre los primeros escaños, tanto en la prueba de 5 kilómetros como en la difícil travesía de los 10,000 metros.
 
Tuvo una afección cardíaca-cerebral ocurrida en el año de 1993 que dejó al amigo casi en la inmovilidad y atado materialmente a su cama. Nunca se dió por vencido y hacía ejercicio en una bicicleta fija para poner a prueba su condición, pero no pudo regresar a las competencias formales. Y los años pasaron y llegó el punto final... Lorenzo ya apura el paso por ese camino insondable y parece decirnos a todos que sigamos ejercitándonos en contacto permanente con la naturaleza, que practiquemos un deporte y que nos subordinemos a pertinentes hábitos positivos, que impliquen marginar el sedentarismo, evitar los excesos, dejar de lado los vicios y las comidas grasosas y para nada hacer uso de sustancias tóxicas. Ese es el compromiso de todos con el amigo ausente.