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Columnas y artículos de opinión
En Caliente
Buen fin
Benjamín Garcimarrero
19 de noviembre de 2012
alcalorpolitico.com
Por segunda ocasión y en ambos casos, el gobierno destorrentado de San Felipe de Jesús organiza una feria nacional mediática a la que ponen por mal nombre, “El Buen Fin”; refiriéndose al fin de semana más barato del año.
 
Esta cantata tiene muchos bemoles, que vamos ir metiéndole mientes: La historia nos remonta a la época en que no existían los medios de comunicación inmediata como ahora es el internet, y de ahí hacia atrás pasando por la prensa escrita en su vertiente de la publicidad, el radio sonoro (Que no “la radio” que es el plural), la tradición oral y auditiva ahora conocida como radiobemba, los usos y costumbres alguna vez llamada inveterata consuetudo.
 
Ferias famosas hubo en Lyon Francia, en Venecia, en Jerusalén, a las orillas del Bósforo ahora conocido como Estambul y antes Constantinopla.
 
El propósito fue siempre que la casta comercial esquilmara a la paisanada según se dejara trasquilar mucho o poco. En la Isla de Murano frente a Venecia, aún hay fabricantes de objetos de vidrio soplado que cuando el cliente no deja que se lo soplen por vaso idóneo, de todos modos algún colgandijo han de venderte, pero eso sí, virgen del bolsillo no sales.
 
Nuestro gobierno que está por concluir en quince días, dio canonjías y beligerancia a comercio y comerciantes, con absoluto olvido de que la fuente principal de riqueza es el campo y la producción; esa ha sido relegada a condición delincuencial achacándole la explotación de lo prohibido: cannabis, amapola, peyote, achís, entre otras cosas.
 
Y decía que, cuando no existían los medios de comunicación, si era necesario que los comerciantes formaran gremios y corporaciones y acudieran a los centros de reunión y acopio para poner a disposición de los pudientes, todos los excedentes, así nace el comercio y más tarde la industria cuando se trasforma la forma original de los productos.
 
Con la pasteurización (Baño maría) nacen las conservas, los enlatados y los embutidos; la salmuera, la cristalización con azúcar, el desecado y ahumado que antes era el fogón, la sal y el sol, son substituidos por los preservativos. (Me refiero a las sustancias que preservan, no sea usted mal pensado ni haga compras de pánico). El alcohol y la fermentación también son guardianes de jugos bebidas que van desde el tepache, el pulque, el tibico, la cerveza y los vinos.
 
Junto con el comercio y la competencia, nace también el monopolio y el espionaje industrial; pero esencialmente la explotación del prójimo, los productos vanidosos y exclusivos, y las leyes para definir que pez más grande se come al más chico.
 
Aparecen las mafias, en sectores proteccionistas como los políticos, la Iglesia que explota con productos falaces que ni siquiera son de este mundo, la concesión de bienes que son de todos pero que benefician a unos cuantos.
 
Con la sinrazón de que “Dios da el agua pero no la entuba” cobran hasta lo que no dan, te dicen que es potable y hasta a los perros les agarra chorro cuando se la toman, el petróleo igual, pagas la gasolina como si fuera traída del paraíso, se da la exclusiva del cobro de peaje en carreteras per secula seculorum.
 
En fin, que acabas dándote cuenta de que naciste con el ansia de comprar lo inútil, grabado en el ácido desoxirribonucleico de tu nopalera genealógica.
 
Si a todo esto le agregas que el gobierno paga los aguinaldos antes del fin del año, otra falacia porque cada instante se acaba un año; percibes ese contubernio y la urgencia del año de hidalgo.
 
El caldo gordo está pensado y destinado a quitarte el poco dinero que te dan por sobarte el lomo a cuenta del mejor patrón.
 
Admirable resulta la publicidad de los comercios que hacen rebajas del 30% y más, lo que quiere decir que en tiempos normales, de ese tamaño es la faca que le empujan a uno diariamente. Solo porque no existe un control de precios y si un verdadero desbarajuste en la economía social.
 
Conocemos el principio que prohíbe la competencia desleal del comerciante cuando vende a menos del precio de costo, por lo que, la mercancía gancho solo sirve justamente pera eso, para engancharte.
 
Ve a cualquier supermercado y verás que los alimentos están hasta el final, lo que te obliga a recorrer todo el almacén para que te enredes con cosas que no te hacen falta pero al pasar junto descubres que esa chimotreta la necesitas por si acaso.
 
También sabemos del dolus bonus, o dolo bueno; que no te hace cometer delito ni pecado, pero que te engaña para que compres cosas que llegas a poner en tu casa en el museo de lo inútil, del que de seguro todos tenemos uno.
 
El buen fin, ha venido a demostrar que tenemos empeñada el alma con el diablo; nuestro sueldo con el comerciante y nuestra inteligencia con las astucias de quienes no pueden vernos un peso en la bolsa porque nos lo quieren quitar.
 
Estas maquinaciones solo se le pueden ocurrir a quienes llevan ganancia con la pendejez nacional que son los que hacen las cuentas alegres de lo que el erario recaudará con darnos una probada de cicuta mercantil.
 
Lo bueno es que el primero de diciembre vamos a estrenar jerarca, que bien caro que nos ha salido…Y lo que falta.