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Columnas y artículos de opinión
Hemisferios
Hambriento, desigual y corrupto
Rebeca Ramos Rella
20 de noviembre de 2012
alcalorpolitico.com
Los problemas y los pendientes que retan a los gobernantes, líderes, legisladores, no esperan ni se detienen en su proceso, por los tiempos políticos. Mientras la clase política dialoga, pelea y decide en consenso, los retos siguen ahí, las carencias se acentúan, las injusticias se re-editan. En dos semanas asumirá el mando el Presidente electo. Se le transmitirá el poder y también las realidades, algunas muy severas y dolorosas.

Según el último Informe de Evaluación de la Política de Desarrollo Social en México del Consejo Nacional de Evaluación de Política de Desarrollo, el incisivo Coneval, vivimos en un país donde el hambre, la desigualdad y la corrupción nos atascan en el subdesarrollo, la pobreza y el atraso. Un lugar elocuentemente denominado por Aguilar Camín, como un “país de jodidos”.

En México, los ricos ganan 25 veces más que los pobres. Esta es la fuente que fluye agua turbia para engendrar todo lo demás. Hasta la proliferación del crimen organizado, el resentimiento social, la confrontación política, la violencia, la mediocridad y la apatía social.


Crudo, profesional, objetivo y muy realista hasta la temeridad, pensarían los estrategas políticos, el Coneval, afirma y sostiene con datos duros que “no se cumplió el plan sexenal trazado por el Jefe del Ejecutivo”. Calderón no cumplió con sus metas y este saldo negativo, heredará Peña Nieto. Esto, en la tradición política mexicana, no es nada nuevo. Ningún presidente ha logrado superar sus propias proyecciones de llegadas.

Veamos. A principios de 2007, Calderón citó a la prestigiada financiadora Goldman Sachs y a sus proyecciones sobre nuestro país, para afirmar que en 2050, México sería una de las cinco grandes economías del orbe. La financiadora sostenía que gracias a la geopolítica, las oportunidades comerciales y económicas, el ingenio de los mexicanos, la calidad, la seguridad jurídica, la batalla contra la corrupción y la productividad de México, sería muy posible alcanzar un ingreso per cápita - que en ese año era de 8 mil dólares-, de casi los 18 mil dólares en 2025; casi los 36 mil en 2040 y para la fecha, llegaría a los 53 mil dólares.

Pero, hoy la triste realidad es otra. El crecimiento del PIB per cápita anual promedio a nivel nacional, de 1990 al 2012, es de un bajísimo 1.2%. En estos 22 años, el ingreso laboral promedio real, no creció. En los últimos 5 años, el 21.4% de los trabajadores no ha logrado comprar completa, la canasta básica a causa de su bajo salario y del aumento de precios. En 2006 la canasta básica costaba 805.34 pesos, pero para principios de este año, subió a un mil 67 pesos, con un incremento de 32.5%.


El país y su contexto, que entrega Calderón, tiene 11.7 millones de personas en pobreza extrema, es decir, sobreviven sin acceso a salud, ni a educación, ni completan para la canasta básica que sube a los cielos, sin parada. La inflación tiene un incremento acumulado de 1.9% y los estratos medios, lo sabemos bien, sufren porque todo está más caro: los alimentos cuestan 8% más en promedio –el huevo y el frijol cuestan más de 20% de su precio, desde finales de 2011-. No se siente la mejora en la microeconomía porque nuestro poder adquisitivo se ha desplomado desde 2008.

El análisis de los expertos es incuestionable y es sonoro. Hoy hay 3.2 millones más de mexicanos pobres que cuando empezó el sexenio. Son 52 millones carentes de lo más indispensable para tener vida con dignidad; la mitad de la población sufre precariedades en una de las 10 primeras economías del orbe.

Ahora. Es importante recalcar que la situación social y económica de México no depende de un solo hombre o mujer; de un partido, de un Poder del Estado. No. Es el resultado de un conjunto de factores domésticos y externos que se suman a la falta de consensos internos; a la poca voluntad política; a la medianidad de los responsables de la gestión de gobierno y al enfrentamiento político electoral que se trasladó al Congreso Federal, los últimos 12 años.


En la democracia, en tránsito, en consolidación o en fortalecimiento, todas y todos, gobiernos, sociedades, Poderes, sectores sociales y productivos, partidos políticos, medios de comunicación, compartimos responsabilidades. Los gobiernos pueden culpar a la crisis, a la deuda, a los coletazos de la recesión global, al cambio climático, a los vecinos, pero ciertamente tiene el deber, el poder y la obligación de encontrar las vías y las acciones, que mejoren la calidad de vida de la población y de garantizar crecimiento, bienestar y justicia social.

¿Por qué seguimos siendo pobres en un país que tiene todo para ser una potencia global? Por falta de empleos y salarios bajos; por alza de precios de alimentos; por insuficiente cobertura y calidad en salud, educación y en seguridad social; por baja productividad y competitividad y bajas inversiones.

El Consejo afirma y señala a la corrupción por desvíos de recursos públicos, por parte de presidentes Municipales, como la causa de la grave situación de las comunidades indígenas y de la población rural, donde el abuso, el desamparo, la desigualdad de género, persisten a causa de la misteriosa desaparición y hasta mutilación de recursos para programas sociales. Y da cifras: En localidades de menos de 100 mil habitantes, donde se necesitan, hay 505 mil 910 hogares que no son beneficiarios de Oportunidades, ni están en el padrón del programa de Apoyo Alimentario.


Es la majestuosa desigualdad en oportunidades que no se supera porque, afirma el Consejo: “las políticas de protección y de desarrollo social, no están directamente vinculadas a los derechos sociales”(…) “Es débil la coordinación y complementariedad entre entidades y dependencias para entregar beneficios a la población vulnerable y en pobreza”. Seco y directo.

Entonces los órdenes de gobierno no están fortaleciendo su interlocución ni están trabajando engarzados, por lo menos en la accesibilidad y sistematización de información, padrones, diagnósticos y evaluaciones y demás. Y ésta, sí es su chamba. La desconfianza prevalece por signos partidistas. Las tácticas políticas imperan. Se merecen el reclamo colectivo.

Hay que ser honestos y reconocer que en nuestro arcaico y viciado sistema político, las políticas de Estado de desarrollo social y económico, se han sometido al estilo e interés político-electoral del grupo supremo al frente y los beneficios generales, se han sujetado a la manipulación de programas y recursos, acorde a los momentos electorales. Programas y recursos se han ejercido con perspectiva de preservación del poder y no con enfoque de responsabilidad social y política. Para abatir la pobreza, las desigualdades y la corrupción, la visión de Estado no lo es, ni lo ha sido. Tiene tintes de estilos y marcas de partidos.


No obstante, el Coneval lanza recomendaciones al próximo gobierno: primero, establecer proyectos que mejoren los ingresos de los mexicanos; segundo, elevar la calidad educativa; tercero, crear un sistema de protección social universal y cuarto, generar empleos.

Impera fortalecer la política agropecuaria que signifique la seguridad alimentaria y propone revisar el TLCAN en lo respectivo a las exportaciones e importaciones. Insiste en que hay que cubrir el abasto nacional antes de importar granos básicos, por ejemplo.

Urgen transparencia y rendición de cuentas efectivas, evaluables y sancionables; Política de Estado con liderazgo político que concilie; alto deber y ética en la clase gobernante y elite política; nacionalismo que unifique y convenza.


El Gabinetazo que se espera y la reingeniería institucional que se propone para eficientar a la administración pública, tienen que profesionalizar la gestión, quitar cochambre y renovar. Es necesario encumbrar efectivamente a los y a las mejores, donde sirvan, donde solucionen; a las y los especialistas; a las y los expertos en su área, donde no lleguen a improvisar ni a aspirar en otra silla, sino ponerse a trabajar.

Ojalá que las palabras se transformen en las decisiones acertadas y los compadres, las comadres, los hijos e hijas de los amigos, líderes de grupos de poder político y económico, además de la amistad y de la oportunidad, tengan capacidad, cerebro, iniciativa y sensibilidad política para operar con eficacia y honestidad. Y hay que abandonar el asistencialismo electorero que es mero remedio inmediato que no cura.

En suma, se requiere del gran pacto nacional en acciones responsables y eficaces. Ganarle a la pobreza y también, a la pobreza mental.


Para que México rompa la inercia, apremia la vacuna definitiva para ser un país de vencedores.

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