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Columnas y artículos de opinión
Tierra de Babel
La voz del libro…
Jorge Arturo Rodríguez
26 de noviembre de 2012
alcalorpolitico.com
El pasado 12 de noviembre fue el Día Nacional del Libro, y no sé si fue una celebración o una lamentación, porque a decir de las estadísticas –de las cuales poco confío-, los mexicanos casi no leemos…mucho menos libros, claro está. Pero no quiero aquí deambular en cifras y predicciones. Más bien, compartir con ustedes, por el sólo gusto y placer, algunas palabras, digo, pa’ realmente celebrar el Día del Libro que debería de ser todos los días.

En su libro Borges oral, mi entrañable Jorge Luis Borges –que no Borgues-, expresa: “De los diversos instrumentos del hombre, el más asombroso es, sin duda, el libro. Los demás son extensiones de su cuerpo. El microscopio, el telescopio, son extensiones de su vista; el teléfono es extensión de la voz; luego tenemos el arado y la espada, extensiones de su brazo. Pero el libro es otra cosa: el libro es una extensión de la memoria y de la imaginación”.

Antes de continuar con el genial Borges, debo decirles que Thomas Bailey Aldrich escribió el siguiente minicuento titulado “Mensaje”: “Una mujer está sentada sola en una casa. Sabe que no hay nadie más en el mundo: todos los otros seres han muerto. Golpean a la puerta”. ¡Ay, nanita!


Jorge Luis Borges escribe: “Sobre el libro han escrito de un modo tan brillante tantos escritores. Yo quiero referirme a unos pocos. Primero me referiré a Montaigne, que dedica uno de sus ensayos al libro. En ese ensayo hay una frase memorable: No hago nada sin alegría. Montaigne apunta a que el concepto de lectura obligatoria es un concepto falso. Dice que si él encuentra un pasaje difícil en un libro, lo deja; porque ve en la lectura una forma de felicidad”.

Más adelante –estoy citando el libro Borges oral-, mi tocayo Jorge nos dice: “Siempre le he dicho a mis estudiantes que tengan poca bibliografía, que no lean críticas, que lean directamente los libros; entenderán poco, quizá, pero siempre gozarán y estarán oyendo la voz de alguien. Yo diría que lo más importante de un autor es su entonación, lo más importante de un libro es la voz del autor, esa voz que llega a nosotros”.

Pero detengámonos un momento. El escritor español Ramón Gómez de la Serna, escribió las siguientes greguerías: “Los que bajan del avión parecen salir del Arca de Noé”; “La felicidad consiste en ser un desgraciado que se siente feliz”; “Los presos a través de la reja ven la libertad a la parrilla”; “Los recuerdos encogen como las camisetas”; “Las flores que no huelen son flores mudas”; “Estamos mirando el abismo de la vejez y los niños vienen por detrás y nos empujan”.


Borges dice: “Le debemos tanto a las letras. Yo he tratado más de releer que de leer, creo que releer es más importante que leer, salvo que para releer se necesita haber leído. Yo tengo ese culto del libro”.

Páginas después, Borges añade: “Pienso que el libro es una de las posibilidades de felicidad que tenemos los hombres. Se habla de la desaparición del libro; yo creo que es imposible. Se dirá qué diferencia puede haber entre un libro y un periódico o un disco. La diferencia es que un periódico se lee para el olvido, un disco se oye asimismo para el olvido., es algo mecánico y por lo tanto frívolo. Un libro se lee para la memoria”. De vivir ahora Jorge Luis Borges, ¿qué pensaría?
Continúa: “Tomar un libro y abrirlo guarda la posibilidad del hecho estético. ¿Qué son las palabras acostadas en un libro? ¿Qué son esos símbolos muertos? Nada absolutamente. ¿Qué es un libro si no lo abrimos? Es simplemente un cubo de papel y cuero, con hojas; pero si lo leemos ocurre algo raro, creo que cambia cada vez”. Así nomás…

Y concluye: “El libro puede estar lleno de erratas, podemos no estar de acuerdo con las opiniones del autor, pero todavía conserva algo sagrado, algo divino, no con respeto supersticioso, pero sí con el deseo de encontrar felicidad, de encontrar sabiduría”. Ahí ´ta…


Por lo pronto, ahí se ven.

Hasta la próxima
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