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Columnas y artículos de opinión
Prosa Aprisa
Este 6 de enero
Arturo Reyes Isidoro
4 de enero de 2013
alcalorpolitico.com
Como presidente de México, Enrique Peña Nieto llegará por primera vez al estado el próximo domingo 6 de enero.

Viene a cumplir un viejo ritual priista, que los gobiernos panistas tanto de Vicente Fox como de Felipe Calderón ignoraron prácticamente y casi desaparecieron.

La celebración del 6 de enero conmemora la expedición de la primera ley agraria del país, la de 1915, promulgada precisamente en el puerto jarocho por el presidente Venustiano Carranza.


La normatividad de hace 98 años tuvo como propósito fundamental repartir y distribuir propiedades que los grandes hacendados habían arrebatado a sus legítimos propietarios, los campesinos ejidatarios, así como impulsar la Comisión Nacional Agraria.

Hoy, con esa ley y las reformas que a partir de ella se derivaron, se ha logrado restituir las tierras arrebatadas a sus verdaderos dueños. Ya no hay más que repartir.

En el siglo pasado, esa celebración devino en un acto agrario masivo prácticamente de tipo electoral priista, en el que el tema agrario era un mero pretexto.


El viejo discurso presidencial priista lo menos que ofrecía era justicia para los campesinos y acabar con la pobreza y el rezago en el campo.

De vuelta el PRI al poder, las condiciones en el agro no distan mucho de cuando la derecha les arrebató la presidencia. La justicia sigue pendiente y la pobreza y el rezago continúan, e incluso en algunas regiones se han acentuado.

Pero ahora hay otros problemas además que resolver en el campo; por ejemplo, evitar que las propiedades les sean arrebatadas a los hombres del agro no por hacendados, sino por la delincuencia organizada.


Asimismo –y ahí se exhibe una falla de los gobiernos– lograr que se produzcan alimentos básicos, porque las tierras ociosas se ocupan para sembrar y cosechar estupefacientes.

En el siglo pasado, la víspera y el mero 6 de enero eran verdaderos días de fiesta política en el puerto jarocho: prácticamente la república agraria del país se reunía en Veracruz.

Asistían al acto conmemorativo no sólo el presidente y el secretario de las entonces Secretaría de la Reforma Agraria y el de Agricultura, sino los presidentes del Senado y de la Cámara de Diputados, los gobernadores del país (priistas, por supuesto), las diputaciones federales y locales de México integradas por miembros de la Confederación Nacional Campesina (CNC), las dirigencias de las Ligas Agrarias del país, los presidentes municipales de municipios campesinos e indígenas de la república y toda la prensa que cubría la llamada fuente agraria.


Para esas fechas, los hoteles se llenaban a toda su capacidad, los restaurantes y cafés se atestaban, la ciudad de llenaba de autobuses de toda la república en el que se transportaban los visitantes, el aeropuerto Heriberto Jara se llenaba de aviones de todo tipo y tamaño, los comerciantes hacían su agosto en enero. Todo era felicidad, aunque sólo se produjera en el discurso o en las páginas de los periódicos.

Y, claro, todo aquel escenario era la escenografía ideal para que se balconearan candidatos lo mismo a presidentes municipales que a diputados y a senadores, incluso, según la fecha, a presidentes de la república.

La fecha, este año, despierta curiosidad. ¿Continuará el nuevo PRI con sus viejas prácticas? ¿Para demostrar su fuerza política volverá a las grandes concentraciones de antaño? ¿Mostrará austeridad y evitará el derroche de recursos? ¿Cuál será el tono del mensaje? ¿Volverá la vieja práctica de los lonches con dos pambazos, un plátano, una naranja y un boing? ¿Viajarán toda la noche los campesinos de la Huasteca y de Las Choapas así como del Uxpanapa para llegar por la mañana, a tiempo, al puerto de Veracruz?


Es de esperarse que el tema del mensaje presidencial sea la política para el campo. La fecha se impone. Seguramente, Peña Nieto aprovechará para plantear lo que se propone para su sexenio en materia agraria.

Habrá de verse, y de escucharse, además de ello, que anuncios concretos trae de beneficios para el estado.

En diciembre pasado, en Mérida, por ejemplo, el día 21 acudió a anunciar que en este año se lanzará la convocatoria para construir un tren transpeninsular que anunció durante su campaña para Yucatán. Además, comprometió todo su apoyo para echar a andar el gran Festival de la Cultura Maya, que ofreció ir a inaugurar en diciembre próximo.


Si se recuerda, en Veracruz, cuando andaba en busca del voto, se comprometió a:

mantener a la Policía Naval en Veracruz;

fortalecer el Programa Oportunidades;


construir la autopista Tuxpan-Tampico;

continuar el proyecto de construcción de la carretera Cardel-Poza Rica;

construir la primera etapa del Periférico de Orizaba;


construir el Centro de Convenciones de Córdoba;

construir el Hospital Regional de Alta Especialidad del Sur de Veracruz;

desarrollar un programa de apoyo para elevar la productividad agropecuaria de Tierra Blanca;


iniciar un programa de inversión por el bienestar y calidad de vida de quienes viven en zonas petroleras;

construir el libramiento ferroviario de Coatzacoalcos;

modernizar la Carretera Federal 180, la que va a lo largo de la costa;


construir el bulevar Boca del Río-Antón Lizardo;

rehabilitar el Centro Histórico de Veracruz;

construir caminos intermunicipales en beneficio de 24 municipios en las faldas del Pico de Orizaba;


modernizar el aeropuerto El Lencero, en Xalapa y

construir el libramiento de la Ciudad de Coatepec.

Fueron en total 16 compromisos. A ver por cuál o cuáles comienza.


Por lo que se va notando, el presidente Enrique Peña Nieto ha dejado atrás el pasado electoral presidencial y busca armonizar su gobierno con los de los estados, y para ello está otorgando todo su respaldo a los gobernadores. Lo hizo con el de Nuevo León, con el de Chihuahua, luego con el Yucatán y, más recientemente, con el de Tlaxcala. No se ve por qué no haya de hacer lo mismo con el de Veracruz. O sea, creo ocioso seguirse preguntado, a estas alturas, si todavía está molesto por el resultado electoral pasado. Creo que el presidente ve para adelante, y hace bien. No se puede anclar en el pasado.

Hasta donde se sabe, desde siempre, el mexiquense considera clave a Veracruz para lograr el desarrollo del país y el éxito de su gobierno. Por eso, su preocupación porque se ganara el pasado 5 de julio.

Creo que a partir de este 6 de enero, Javier Duarte de Ochoa tiene un nuevo y gran reto: responder a la confianza y a las expectativas que en él pondrá el presidente. De él y sólo de él dependerá lograrlo.