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Columnas y artículos de opinión
En Caliente
Los reyes magos
Benjamín Garcimarrero
5 de enero de 2013
alcalorpolitico.com
Aquélla noche, el reloj de Catedral dio la hora, porque siempre ha sido muy dadivoso, eran las siete de la noche y se precipitaba una pertinaz lluvia de esas menudas que mojan despacio pero eficientemente: el "chipi chipi" hacía recordar las épocas anteriores a que el "Cofre" fuera debidamente talado como Dios manda, por generosa familia jalapeña a la que debemos nuestro clima actual.

El reloj no dijo que era el cinco de enero, pero los calendarios ya no tenían cinco hojas. ¿El año?, ¡ah sí! empezaba 2013.

Para entonces ya bien poco o nada quedaba del aguinaldo entregado a los mediados de diciembre, el que menos y el que más, lo tenía gastado antes de recibirlo.


Enero había entrado con la esperanza de una nueva inflación, al menos en los salarios mínimos, así que después de haber cumplido con la nueva tradición de los árboles navideños, los regalos y Santa Claus, originaria de Alemania, refrita en Estados Unidos y sancochada en México; la raza de bronce había quedado más luida que la reata de un pozo.

No por eso dejaba de ser cinco de enero, noche en que hacen su aparición los famosos Reyes Magos cargados de regalos.

Quien menos deseaba, pedía oro, incienso y birria; sí, aunque fuera un sólo taco de birria, el asunto era comer y llenar esa tripa que tenemos sin estrenar los mexicanos desde hace algunos años.


Los niños, a la usanza tradicional, colocaron sus zapatitos (los que tenían, porque los que no, solamente colocaron la carta llena de peticiones).

Melchor, Gaspar y Baltazar no se daban abasto para leer cartas...caballada flaca la de Melchor, camello famélico el de Gaspar, elefante a medio inflar el de Baltazar.

Llegó la noche; noche jalapeña friolenta y húmeda, noche de esperanza infantil que deja arenillas en los ojos y preocupación en los hijos; se revisaron todos los pecadillos del año por si acaso los reyes ofendidos no dejaban nada...Pero no, no había que temer, todos los niños habían sido buenos.


Los ojitos infantiles se cerraron y el mundo del sueño abrió sus puertas.

"No hagáis ruido" decíales Gaspar a sus compañeros y fueron visitando cada casa, sin distinción alguna, las casas ricas y las casas pobres, las de raja y tejamanil, las de teja y bóveda catalana, las de concreto y calicanto; las de paja y las del INFONAVIT.

A las seis de la mañana las calles, los parques, las avenidas, estaban pletóricas de gente; todos: niños, hombres y mujeres tenían una gran interrogación en sus rostros; ya eran las diez horas treinta minutos del día seis de enero; se oían comentarios y cuchicheos, nadie daba crédito a lo que estaba pasando pero conforme fue avanzando el día tuvieron que convencerse de la cruel realidad:


Melchor, Gaspar y Baltazar se habían robado hasta los zapatos de los niños.

Así está la situación, y si eso hacen los reyes, que se puede esperar de los vasallos.

5 de Enero de 2013.