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Columnas y artículos de opinión
Al Pie de la Letra
Peña: ¿sin agandalle?
Raymundo Jiménez
11 de enero de 2013
alcalorpolitico.com
Es cierto que durante su precampaña y campaña electoral Enrique Peña Nieto estuvo muy amoroso con los veracruzanos, pero ahora que el mexiquense ya despacha como Presidente de la República nomás no se ve ni se siente aún el mismo trato cariñoso hacia los jarochos.

Quizá se deba al estilo frío y calculador del flamante mandatario mexicano, quien seguramente como se le atribuye al célebre emperador francés Napoleón, es de los que gustan ordenar: “vísteme despacio porque llevo prisa”.

Y es que aunque en Veracruz a varios destacados priistas ya se les cuecen las habas por asaltar las delegaciones federales que aún están en manos de militantes del PAN, en la residencia presidencial de Los Pinos nomás no dan luz verde todavía pese a que desde hace más de un mes le hicieron llegar a Peña una amplia lista de prospectos para ocuparlas.


En el priismo veracruzano existe preocupación por la lentitud y retraso en el cambio de delegados federales, ya que el reloj electoral está en marcha y no son pocos los miembros activos del PAN que siguen aprovechando los recursos de las dependencias del Gobierno de la República en la entidad para promover sus aspiraciones a las presidencias municipales y diputaciones locales, como son los casos de Abel Cuevas Melo, Antonio Luna Rosales y Alberto Meza Abud, quienes aún siguen a cargo de las representaciones estatales de las secretarías de Desarrollo Social, de Economía y de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (antes de la Reforma Agraria), así como Miguel Ángel Yunes Márquez, el cual está a cargo de la coordinación del programa Oportunidades desde noviembre de 2011.

Sin embargo, ha trascendido que luego de que en los 12 años de gobiernos panistas las delegaciones del gobierno federal se convirtieron en un poder paralelo al de los gobernadores y en una agencia de empleo para los albiazules, ahora, al parecer, el peñismo intenta cambiar los criterios.

Según cuentan, acorde a la mística plural que le permitió lograr los primeros acuerdos con la oposición que derivó en la firma del publicitado Pacto por México, la nueva administración federal priista estaría estudiando usar las delegaciones como un medio político de consenso y conciliación, por lo que no sería remoto que algunas de las oficinas hasta pudieran quedar en manos de uno que otro recomendado de las dirigencias nacionales o estatales del PAN y PRD.


Por el momento, los priistas veracruzanos que aspiran a ocupar una delegación federal tendrán que hacer más que “changuitos”, pues se sabe que estas designaciones tienen que pasar por un filtro de análisis que se maneja directamente desde Los Pinos.

Y, por lo que se ve, las manecillas del reloj político del presidente Peña no parecen moverse al ritmo que exige el calendario electoral de Veracruz.

El mexiquense, según se viene observando hasta ahora, busca ajustar sus decisiones a lo que más conviene a su administración y no por presiones políticas o de temporalidad ni por intereses de otra índole.


Un caso emblemático se acaba de dar precisamente este miércoles 9 con el nombramiento de la nueva directora del Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia: ¡al presidente Peña le llevó 40 días decidir que fuese Laura Vargas Carrillo, esposa del secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, la titular del DIF!, por lo que hasta ayer aún no se definía la fecha en que la señora Angélica Rivera, la cónyuge del mexiquense, asumiría el cargo honorífico de presidenta del Consejo Consultivo Ciudadano del Sistema DIF.

Ante este escenario, bien harían los priistas veracruzanos en ir seleccionando a sus mejores candidatos para ganar las elecciones locales de julio de 2013, ya que, según se ve, el presidente Peña parece no estar dispuesto a entregarles las delegaciones federales para hacer proselitismo electoral a favor de los abanderados de su partido, así como ha dejado en claro, también, que tampoco saldrá al rescate de los ayuntamientos y gobiernos estatales que financieramente están quebrados por las exorbitantes deudas públicas que contrataron o heredaron de los gobernantes anteriores.

OOOH, CARO…


Por cierto, para consuelo de la desairada alcaldesa porteña Carolina Gudiño Corro, el presidente Enrique Peña Nieto no ha tenido últimamente mucha suerte con las mujeres.

Cosa de recordar que primero, todavía como Presidente electo, el mexiquense debió enfrentar la rebelión de las promotoras de la equidad de género ante la intención de restarle autonomía al Instituto Nacional de las Mujeres, al pretender convertirlo en un órgano de la Secretaría de Desarrollo Social.

Afortunadamente aquella fallida intentona fue detenida por la rápida y airada protesta de las féminas que forzaron la inmediata reacción de los operadores políticos de Peña.


Sin embargo, la ex perredista Rosario Robles, quien por ese entonces se perfilaba para ser la titular de la Sedesol, parece no haber entendido bien la lección, pues acaba de tropezar nuevamente con el Inmujeres, ya que sin hacer el cabildeo previo ni los amarres necesarios, quiso imponer como presidenta a Lorena Cruz, una paisana de Peña Nieto que ya recibió en primera instancia el abierto rechazo de las integrantes de la Junta de Gobierno.

Estas mujeres parecen haber dejado ahora a Peña con la mano extendida.