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Columnas y artículos de opinión
Pánuco. Presidencia- Diputación
Luciano Blanco González
24 de enero de 2013
alcalorpolitico.com
Pánuco, el segundo municipio de la América Continental, es el más legendario de todos los pueblos de la Huasteca, se dice que por ahí llegó Quetzalcoatl, el padre espiritual de los mexicanos. (Tampico era un pueblo establecido en las márgenes de su río, el actual Tampico Tamaulipas, fue fundado en 1823), en su desarrollo político, ha sido gobernación, alcaldía, cantón y ahora municipio y cabecera distrital, federal y local. Es cuna también de una clase bien posicionada en las esferas de poder, principalmente en el estado, sentando sus reales en su capital Xalapa.

Cuando las ambiciosas pretensiones del imperio Napoleónico, cobraron vida con la intervención francesa en México, la poderosa mano del Emperador Maximiliano llegó a Pánuco, encarnada en el feroz comandante de las antiguerrillas, el Coronel Charles Dupin, quien en 1864, toma plaza después de encarnizados combates, en que relucieron el sable y la bayoneta francesa del mejor ejército del mundo y el machete, lanza y garrote huasteco, quienes a pesar de su bravura no pudieron contener a los sorches intervencionistas. Los republicanos encabezados por el General Desiderio Pavón, tuvieron que refugiarse en la vecina sierra potosina, atravesando veloces, con los cascos de sus caballos vendados con trapos, para disimular el tropel. Chapacao y Mayorazgo, los vieron pasar perseguidos por los franceses y por los traidores que los había y los hay en todas partes.

Mientras tanto en el pueblo, el despiadado Coronel Dupin, celebraba la hazaña guerrera de su triunfo, ahorcando en la plaza pública a todos los intrépidos valientes que pudo capturar, en su código militar no existía la palabra perdón, amnistía o prisión, a los capturados, todos debían de ser ahorcados públicamente y de inmediato, para escarnio de los guerrilleros.


Aquel día Dupin, llego a la plaza, descendió de su cabalgadura, que fue tomada de las bridas por uno de sus soldados, se acomodó la casaca, empuño el sable y dirigió una arenga a su tropa Vive la guerreé ¡Vive le Mort¡ Vive la legión extragere¡. Disfrutando el triunfo y culminando el ceremonial, con el nombramiento espurio del acaudalado y poderoso hacendado Mexicano Don Manuel San Pedro, a quien designa y establece a su vez, como comandante militar de la plaza, testimoniando el acto con alegría y esperanza el párroco local, un cura gachupín, enemigo jurado del Presidente Juárez, que había expropiado y vendido la multitud de haciendas y bienes que poseían los clérigos y que además había expuesto ante los ojos de todos, la podredumbre existente dentro de la Iglesia Católica Mexicana, por lo que el curita no tenía empacho en bendecir las armas de los invasores, para quienes pedía obediencia y con su glacial mirada decía a los que le pedían una explicación, “Así lo quiere dios”. El nombramiento de San Pedro, como jefe militar de la plaza, lo refirió como “Son cosas de Dios”. Y hay que acatarlo.

Los Republicanos encendían grandes fogatas por rumbos diferentes a donde estaban sus tropas, lo que espantaba a los supersticiosos legionarios argelinos, quienes creían ver y oír a sus dioses y demonios negros por todos lados. Dupin, odiaba a México y a los mexicanos, Por eso las depredaciones, masacres y crueldades, fueron muy comunes. Detestaba las tediosas y bochornosas tardes con sus nubes inacabables de mosquitos por todas partes, el calor agobiante, seguido de aguacerazos diluviales que caracterizan a la región.

Desde las crestas de Chapacao y de Techupesco, los de Topila y san Antonio, en los defensores Panuquenses hervía la indignación Republicana, armados de valor vagaban por las aldeas circunvecinas, con la idea de combatir y derrotar a los franceses para liberar a la patria, fue hasta el 28 de junio de 1866 en que los guerrilleros huastecos, comandados por una valerosa y decidida mujer, La Coronela Doña Leocadia López Díaz, tomaron la plaza de Pánuco, se apoderaron de los cuarteles que estaban ubicados en la escuela y en la iglesia, el sagrado templo del saber lo respetaron, pero la iglesia, los santísimos santos y las virginisimas vírgenes, fueron quemados por el fuego que purificaba la visión apátrida del rechoncho cura, que vestido de mujer atravesaba huyendo el Río Pánuco en un desvencijado cayuco y al traidor San Pedro, personalmente Leocadia, lo lazo con una cuerda y a cabeza de silla, en su caballo, a galope tendido arrastro el cuerpo del traidor por todo el pueblo, rebotando de piedra en piedra, de tronco en tronco, atorándose en las esquinas y en los árboles, para finalmente con su ropa deshecha en jirones, terrosa, ensanguinolentada, con pedazos de carne desprendidos, desvencijados y ya muerto, el pueblo en un exceso de algarabía le prendió fuego a aquellos despojos cuya chamusquina hedionda impregnó la plaza y les hizo respirar a los patriotas Panuquenses una brizna de libertad. El día 28, se hizo la bandera y se cantó el himno nacional en la plaza pública con todos los honores. Gracias al valor y al arrojo de una mujer patriota cuyo nombre vaga perdido en el historial del Inaped. Muy cerca, en Tampico, el paisano General Desiderio Pavón, firmaría la rendición francesa el 7 de Agosto de 1866.


Así son de decididas las mujeres Panuquenses, por eso no es extraño contemplar en su escenario cívico, en la lucha por la democracia, un ramillete de luchadoras femeninas que en este género son en el municipio, mayoría contundente, este escenario, en un desfile histórico que se inicia en la modernidad con la participación de la querida y siempre bien recordada Profesora Sofía Maza de León, es continuada por la Licenciada Fidela García de Huerta, Doña Irma Martínez, La Profesora Bertha Nava Viuda de Flores, Doña Esperanza Mendoza de Romero, las lideresas Irma Pérez Morín, San Juanita Del Rosal Martínez, Mireya Barrenechea White, Nidia King Balladares, Carolina Dulce Navarrete, las siempre madres del Huapango, (lo cuidan, lo cantan, lo quieren y lo conservan vigoroso) Esperanza Zumaya, Juanita Valdez, Ofelia Zapata, Esperanza Mendoza de Romero y en la línea política, la Profesora María Del Carmen Castelán Ramírez, la distinguida Doctora Flor María Gea Velarde, La Profesora Sofía del Sagrario de León Maza, las diputadas: Rocío Guzmán de Paz, Zita Pazzi Maza, Olga Lydia Robles Arevalo y Anabel Ponce Calderón y como Presidente Municipal nada mas ni nada menos que otra mujer, la aguerrida Contadora Octavia Ortega Arteaga.

Y en un breve futuro las Diputadas Rocío Guzmán por el PAN y Olga Lydia Robles Arevalo por el PRI están formadas en la competencia electoral hacia la Presidencia Municipal, en tanto que la Contadora Octavia Ortega Arteaga y la Profesora Sofía Del Sagrario De León Maza hacen lo propio por la Diputación Local:

Los aspirantes no deben de perder de vista que el PRI, ha sido……….