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Columnas y artículos de opinión
La democracia en Xalapa
Uriel Flores Aguayo
1 de febrero de 2013
alcalorpolitico.com
Para hablar de la democracia en Xalapa, tendríamos también que hacerlo del país, de otro modo nos saldríamos de contexto y seriamos injustos con nosotros mismos y haríamos un análisis erróneo que nos llevaría a no entender nada y a no cambiar nada. Considero que México vive en una democracia precaria, limitada y en serios riesgos de involución, esta condición incide de manera nociva en la legalidad y en el Estado de Derecho. Decir que vivimos en una democracia es un acto de demagogia y de profunda irresponsabilidad. En nuestro país no están garantizadas del todo las elecciones libres, este proceso se ha venido degradando cada vez más. Es imposible pensar en la existencia de democracia ante la concentración de los poderes fácticos, como el caso de los cárteles de narcotráfico que controlan territorios enteros, o el duopolio televisivo que influye sobre la mayoría de los mexicanos.

La democracia es el poder del pueblo, lo que nos hace distintos a dictaduras y monarquías, pero en México es de papel, un mero trámite formal, con instituciones de fachada y gobiernos pintados con gruesos trazos de ilegitimidad, donde no predomina la voluntad popular sino la de las elites políticas y económicas. Hablo de lo básico, lo que tiene que ver con derechos elementales de los ciudadanos (voto, transparencia, información, etc.), no incursiono en campos más complejos donde el contexto internacional y la globalización determinan muchos de los escenarios.

Hay suficiente teoría sobre la democracia desde hace siglos, como para entenderla y tener referentes que nos lleven a algún ejercicio comparativo; sus definiciones elementales se localizan en los niveles básicos de estudios. Sin embargo, me gustaría hacer referencia a Robert A. Dahl catedrático emérito de Ciencia Política de la Universidad de Yale y máximo especialista en el estudio de esta materia. El autor hace un listado de oportunidades y garantías ciudadanas que un gobierno democrático debiera dar cumplimiento, como lo son 1.-formular preferencias, 2.manifestarlas públicamente, 3.-recibir del Gobierno trato igual, 4.-libertad de asociación, 5.-libertad de expresión ,6.-libertad de voto, 7.-elegibilidad para el servicio publico,8.-derecho a competir por votos,9.-diversidad de las fuentes de información, 10.-elecciones libres e imparciales y 11.-instituciones para que las políticas públicas dependan de los votos.


Se pueden quitar o poner otros puntos que definan a un gobierno democrático, pero bien vale la pena realizar una sencilla comparación con nuestra realidad y saquemos las conclusiones de rigor, He venido sosteniendo que el problema principal de Xalapa es su carencia de una democracia real, solida y desarrollada. Habitamos en un círculo vicioso donde se aleja a la gente de lo público, de la información y de sus derechos, convirtiéndolos en clientes electorales. En nuestra ciudad, la vida pública se partidizó, las obras y servicios se manejan con criterios electorales: no ven en la persona a un ciudadano con derechos, sino como un potencial cliente agradecido; de esa forma la relación autoridad-ciudadanos se degrada, prostituyéndose y dañando todo el tejido social.

No se han toman medidas de fondo para resolver los problemas, porque no se quieren afectar a los que ostentan el poder, todo se pospone, la ley se negocia y se afecta a la colectividad por intereses particulares y de grupo. Los ciclos antidemocráticos se refrendan cada tres años, siguiendo un anacrónico y nefasto manual: inician con todo tipo de violaciones a las leyes, haciendo precampañas disfrazadas de cualquier cosa, utilizan recursos de dudoso origen tanto públicos como privados, que los compromete a hacer una administración corrupta y pagadora de todo tipo de favores; realizan un Gobierno opaco, ineficaz y reproductor de la inercia simuladora, que ocasiona los grandes y pequeños problemas de Xalapa.

Para avanzar en serio se requiere alternancia, con democracia social, en una línea de centro izquierda. Uno puede esperar que los mandos políticos oficiales entiendan que los cambios urgen en Xalapa, que no debieran obstruirlos ni ser insensible a ellos; si fuera así los procesos serian mejores, tranquilos y estimulantes. Si no ocurre tal posibilidad, la reacción social es imprevisible, pero seguramente empujará una fuerte y diversa corriente liberadora. Este año es clave en se sentido.


Recadito: la consulta del transporte y la validad va.

Xalapa, Veracruz., a 31 de Enero del 2013.

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