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Columnas y artículos de opinión
Esperaron 492 años
Guillermo H. Zúñiga Martínez
9 de febrero de 2013
alcalorpolitico.com
Existen realidades que se ignoran y de las cuales, personas de cualquier nivel, posición o condición económica, nada quieren saber. Pasamos los seres humanos por esa medida que se llama tiempo y, de cuando en cuando, observamos algunos avances materiales en los pueblos tradicionalmente olvidados, marginados de los beneficios de la cultura y el progreso. Estas reflexiones bullían en mi mente cuando llegué, hace unos días, a la cabecera municipal de San Juan Texhuacan.

Al tener el primer contacto con las autoridades y vecinos de esa bella población, fuimos recibidos por hombres y mujeres de la tercera edad que demostraron el amor y emoción que sienten por las tradiciones que los han alimentado durante centurias; nos colocaron collares y coronas bien elaboradas con margaritillas, pletóricas de un olor subyugante por la frescura y fragancia que contienen las flores que nacen en forma silvestre y son recolectadas por los pobladores para halagar a sus visitantes.

En el pórtico del edificio donde se desarrolló una ceremonia cultural, fuimos atendidos por nobles señoras, quienes nos pidieron aceptáramos el incienso, ese humo aromático utilizado desde tiempos inmemoriales y que se vincula con rituales de carácter religioso. Cuando tuve la oportunidad de hablar, les dije que las flores y el incienso no tan sólo habían provocado una limpia en mi cuerpo, sino habían perfumado mi alma porque son sinónimos de nobleza de los habitantes de San Juan.


Nos pidieron les permitiéramos escenificar una danza, la cual ejecutaron con libertad, ritmo y alegría imbuidos en su seriedad y creencias.

Después fueron presentándose uno a uno los alumnos de dos escuelas preparatorias unitarias que ha promovido la Universidad del pueblo, y también los aprendientes que van a cursar la primera licenciatura en Psicopedagogía. Vale la pena expresar que acudieron indígenas verdaderamente brillantes, con capacidad de asimilación sorprendente y allí lo demostraron y exhibieron su potencial para dialogar sobre temas técnicos.

Los niveles de educación media superior y superior jamás se habían creado en esta población que solamente cuenta con tele-bachillerato destinado exclusivamente a los jóvenes. La UPAV, con base en su promoción, descubrió que amas de casa, madres de familia y trabajadores del campo ansían estudiar, prepararse y ser mejores cada día, por lo que el fenómeno educativo se está dando en toda su plenitud, ya que conlleva hacia una tendencia que se puede calificar como la verdadera autogestión pedagógica, porque ellos son los que han promovido la fundación de estas escuelas. Lo que algunos teóricos conocen como la incursión de la sociedad en el conocimiento, aquí se traduce en una actitud eminentemente campesina e indígena que busca apropiarse, hacer suyos los instrumentos culturales, técnicos y científicos que pertenecen a la humanidad.


La corriente pedagógica del aprendizaje autónomo, está penetrando de manera sorprendente porque alerta, aviva y despierta la facultad del ser humano para demostrar que su inteligencia es un arma poderosísima que, cuando se combina con la voluntad, conduce hacia la formación de nuevas existencias.

Mientras los teóricos siguen escribiendo sobre conceptos innovadores en la pedagogía, cuando insisten en que la educación es la principal palanca del desarrollo y que se debe conjugar la acción de los mentores con la disposición de los alumnos, en estas nuevas tareas que se están construyendo dentro de la Universidad Popular, va alcanzando prioridad la calidad educativa cuando el aprendiente demuestra que puede, por sí mismo, avanzar más de lo que le permite la educación tradicional.

Al dialogar hace unos meses con especialistas reunidos en Lima, Perú, tuve la fortuna de escribir y comunicar a los representantes de los clubes de la UNESCO que cuando el alumno se dedica a estudiar por sí mismo y pone en juego su capacidad para apropiarse el conocimiento, se concluye que, si bien es cierto el maestro resulta esencial para la difusión de la cultura, más lo es la actitud de autorresponsabilidad de cada uno de los colegiales.


Lo que ahora quiero significar es que los pobladores de San Juan Texhuacan han tenido que esperar 492 años, sí, parece mentira pero son 492 años, para que lleguen las primeras licenciaturas a su municipio. El dato me llena de vergüenza y a la vez de orgullo, porque ha sido este régimen el que ha podido sembrar las semillas de la educación media superior y superior para beneficiar a los indígenas.

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