icono menu responsive
Columnas y artículos de opinión
Diario de un reportero
Ni atención ni defensa para los periodistas
Miguel Molina
14 de febrero de 2013
alcalorpolitico.com
No conozco a Jorge Morales. Sé que es periodista, que fue fundador del portal Plumas Libres, y que gana once mil pesos al mes escribiendo para los diarios Heraldo de Xalapa y El Dictamen de Veracruz, lo que no habla muy bien de los salarios que pagan los medios a sus reporteros.
 
También sé que Morales recibe veinte mil pesos más como integrante de la Comisión Estatal para Atención y Protección de los Periodistas (CEAPP). Y esa es la raíz del árbol del problema.
 
Hace poco, en enero o febrero, Morales expresó públicamente su inconformidad ante la forma en que se maneja el presupuesto de la CEAPP, que dedica menos del cinco por ciento de su presupuesto a la atención y la protección de los periodistas. Y sus compañeros de la CEAPP lo amonestaron por haber divulgado esa información.
 
Según Morales, los demás comisionados se molestaron porque publicó "un reporte general sobre el presupuesto que ejercerá la Comisión de Periodistas este año y que generó críticas en los medios de comunicación y hasta insultos contra algunos de los integrantes del organismo y a mí en lo personal".
 
El periodista dijo a Plumas Libres que "hay por lo menos 15 periodistas (en Xalapa y Veracruz, sin contar Coatzacoalcos, Córdoba y Poza Rica) que necesitan recursos para una reubicación temporal y en la comisión se les ha dicho que no hay dinero... El problema es que no se está atendiendo la parte preventiva ni de la protección, que eran los fines con los que se creó la Comisión".
 
Más allá del escándalo que representa el hecho de que se haya amonestado a un periodista por transparentar los gastos de una comisión que depende del deteriorado presupuesto de Veracruz, resulta claro que alguien no ha entendido de qué se trata el trabajo de la CEAPP.
 
Y si uno lee con atención los periódicos viejos, podría pensar con razón que ese malentendido empieza con la propia secretaria técnica de la CEAPP, Namiko Matzumoto Benítez. Al menos eso sugieren las declaraciones que dio la funcionaria en octubre del año pasado:
 
"Para ella no hay comunicadores que hayan abandonado Veracruz por considerar algún riesgo para desarrollar su trabajo periodístico", escribió en La Jornada Veracruz el reportero Jaír García. "Namiko Matsumoto Benítez igualmente admitió que todavía existe desconfianza de los comunicadores veracruzanos hacia la Comisión de Protección a Periodistas, y por tanto no se han acercado a dicha instancia.
 
"Indicó que por lo publicado en algunos medios de comunicación, alrededor de 30 periodistas han salido de Veracruz, pero precisó que oficialmente no hay una cifra, pues por parte de la Comisión a su cargo, no se tuvo conocimiento de alguno, ni tuvo el apoyo para salir de la entidad".
 
Muchos medios publicaron notas parecidas, sin duda basadas en una conferencia de prensa, oficial o improvisada. Y muchos expresaron entonces dudas sobre la efectividad de la CEAPP, a la que calificaron como un organismo burocrático más. A estas alturas, un año después de su nacimiento, los veracruzanos no sabemos qué ha hecho esa comisión para atender y proteger a los periodistas.
 
En internet, que es la madre de las comunicaciones modernas, no hay un sitio que permita seguir los trabajos de la CEAPP, ni hay información oficial sobre nombres y los salarios de sus integrantes, ni hay mención suya en el portal del gobierno de Veracruz, salvo diecinueve boletines de prensa.
 
En todo caso - o en este caso - parece que ninguno de los promotores de la amonestación a Jorge Morales ha leído el artículo veinte de la ley que creó a la comisión y le ordena (aunque sea por encima de las reglas de puntuación) "promover entre la sociedad veracruzana el ejercicio de la libertad de expresión así como el derecho al acceso a la información".
 
Uno sabe que lo que hicieron los demás integrantes de la CEAPP con Morales lo habrían hecho con cualquier otro. Y así no se vale. Eso explica por qué los periodistas no confían en las instituciones, sobre todo en las que tienen la obligación de atender y defender a los periodistas, aunque las instituciones no quieran o no puedan entender.