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Columnas y artículos de opinión
Los acuerdos burocráticos
Guillermo H. Zúñiga Martínez
9 de marzo de 2013
alcalorpolitico.com
Uno de los motivos más nocivos que existen en la humanidad para dividir opiniones, proyectos, metas, aspiraciones y lo que orienta hacia el logro de un objetivo, lo constituye -sin lugar a dudas- la incomprensión de los seres humanos.

Se presentan ideas y acciones que carecen de inconvenientes porque se ubican entre los sueños que cuantifican el valor del pensamiento y son plena sustancia que mueve hacia el triunfo de las expectativas humanas. Estas concepciones encuentran explicación clara cuando se observa la existencia de grupos que se manifiestan en discrepancia con la superación de la sociedad.

Los acuerdos burocráticos son prueba plena de esta afirmación porque lo que hemos sostenido durante mucho tiempo es la importancia de que todos los individuos se eduquen, participen, estudien y realicen investigaciones para ser mejores cada día. Sin embargo, hay lineamientos del Gobierno Federal destinados a calificar las realizaciones de distintas corporaciones y de manera cerrada emiten dictámenes que muchas ocasiones afectan a los involucrados.


Estoy hablando concretamente de las disposiciones de Miguel de la Madrid respecto de la preparación técnica y científica del personal vinculado con las áreas oficiales de la salud, maniobra presidencial surgida de un escritorio, con desconocimiento total de la realidad porque lo que se impone asentar es que lo más valioso en un ser humano es su aspiración de prepararse, de asimilar conductas, de hacer prácticas profesionales y convertirse en un ser útil, sin pensar exclusivamente en un empleo federal.

Hace unos días, aquí en Xalapa, me encontré con Yesenia, una enfermera que se dedica a tomar la presión sanguínea y ofrecer asistencias vinculadas con la salud; de eso vive, con eso se sostiene honradamente y no necesita ningún acuerdo para ejercer esas habilidades, por lo que la manifestación directa es que la educación forma y transforma al ser humano y que los aspectos de carácter burocrático son un mundo muy aparte de lo que es el verdadero fenómeno educativo. Lo atractivo es que el individuo avance paulatinamente y se dedique a estudiar las materias y contenidos que más le interesen.

Creo de suma importancia y trascendencia lo que afirmó el pasado jueves 7 del corriente el señor Gobernador, Dr. Javier Duarte de Ochoa, cuando pide a los funcionarios tengan y demuestren calidad y calidez en el tratamiento de los asuntos que les son inherentes, porque lo que más molesta a quienes tienen un pensamiento propositivo son los obstáculos que van encontrando dentro de la burocracia y que, analizados de manera objetiva, pueden ser superados, porque aquí lo interesante no es quién o quiénes estén al frente de una responsabilidad, sino la teleología que se persigue como en este caso y que consiste en la preparación de los ciudadanos para ser más evolucionados y cultivar valores y verdades que descubren después de acceder al conocimiento.


Hacen mucha falta mensajes que convoquen a la armonía y la comprensión, a colaborar y encontrar, dentro de la compleja actividad social, elementos que sirvan de manera contundente para la superación del hombre.

Me desagrada la expresión de Schopenhauer sobre la voluntad en tanto la considera perversa, mal intencionada, seguramente pensando en hombres que desean hacer el mal, porque lo más importante de la voluntad es manifestarla para alcanzar frutos positivos. El reto entonces consiste en las formas sociales que deben conquistarse para que marchemos de manera conjunta hacia propósitos nobles, llenos de calor humano, que dejen atrás y olvidados los rencores, las envidias, el egoísmo y la preponderancia. Esto nos conduciría hacia la humildad, factor excepcional que hace grandes a los mortales.

Seguramente habrá personas quienes consideran que estamos divididos por nosotros mismos porque en el deber, la política, la cultura, los criterios y las intenciones, así como en las verdades, nos fragmentamos, pero creo que estas observaciones deben ser superadas para lograr el fulgor y el bienestar general. Nuestra obligación entonces es tratar de encontrar en medio de tantas desproporciones aquellos ideales y acciones que nos conduzcan hacia la unidad y el progreso porque esto es lo que tenemos que atraer en nuestro favor.


Para alcanzar estos anhelos es indispensable ratificar todos los días la importancia que tiene la familia en la formación de valores entre sus hijos, la convivencia ejemplar que puede conducir hacia la honradez y la integridad de cada ser e involucrar también de manera directa la participación del magisterio cuya responsabilidad resulta mayúscula en la formación de las nuevas generaciones. Conjugar todas esas acciones es la parte fina de la política social.

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