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Columnas y artículos de opinión
Plan B
Machismo
Lydia Cacho
11 de marzo de 2013
alcalorpolitico.com
El pasado 7 de marzo el procurador general de la República, Jesús Murillo Karam, se presentó en la Cámara de Diputados y frente a un público de periodistas, activistas y políticas se confesó macho sonriente.

La reunión oficial se denominaba “Coloquio de acceso de las mujeres a la justicia con perspectiva de género”. A ella convocaron PGR y el Inmujeres para debatir asuntos vitales como el alta en índices de feminicidio, las razones por las cuales jueces y juezas siguen sin aprender a aplicar las leyes y los mecanismos internacionales para detener la trata de personas y la violencia de género en todas sus modalidades.

El hidalguense de 65 años tomó el micrófono y en un tono coloquial arremetió con un “A mí, fue mi madre que me hizo macho dándome privilegios por ser hombre”. Sonrió y miró a un público que no daba crédito a lo que escuchaba; acto seguido insistió en que en verdad su madre era más responsable que su padre del machismo que lo caracteriza. Luego, como si fuera plática de café, y no una sesión solemne, hiló uno tras otro todos los lugares comunes que se repiten cuando la gente se niega a reconocer los mecanismos reales que evitan eliminar, entre otras cosas, el machismo y la violencia sexista. Dijo que si era la cultura, que si las mujeres pueden y deben, y que si Peña Nieto va con todo por las mujeres mexicanas. En pocas palabras, un discurso vacuo y elemental.


En la tercera fila, unas mujeres con los ojos rasados de lágrimas levantaban las fotografías de sus hijas o hermanas asesinadas o desaparecidas. El abogado de la nación se despidió, agradeció la invitación (a un evento al que supuestamente su institución convocaba), besuqueó a las diputadas de todos los partidos y unos minutos después salió corriendo a lo que estoy segura él considera lo verdaderamente importante: el plan mediático para sacarle jugo al caso de Elba Ester Gordillo y la planeación estratégica para seguir construyendo un discurso político-mediático que niega el poder real de la delincuencia organizada.

Como si no fuera suficiente, la otra convocante, la presidenta del Inmujeres, Lorena Cruz Sánchez, también nos entregó una breve retahíla de lugares comunes, pero sobre todo insistió en que su presidente Peña Nieto está por las mujeres. Una suerte de comercial presidencial. No mencionó el feminicidio, ni las desapariciones forzadas, ni siquiera su interés en discutir con las expertas presentes el tema para el que convocaba. Ella, al igual que el procurador, una vez que terminó de hablar se fue ante el público azorado.

Quien crea que estos hechos son cosa menor se equivoca. Sabemos que comúnmente los procuradores llegan hablan y se van de estas reuniones de temas de equidad. Y lo hacen porque su ignorancia les impide comprender que las políticas de igualdad son un asunto de Estado, y no tiene que ver sólo con las mujeres sino en la misma medida con los hombres. La corresponsabilidad que el gobierno y el sistema de justicia tienen con la perpetuación de la desigualdad jurídica que desde 1974 se eliminó de la Constitución (al menos en papel) es innegable.


Murillo Karam y Lorena Cruz nos llevaron de golpe y porrazo al año 2000, justo antes de que en 2001 se creara Inmujeres, que debe institucionalizar una política transversal con perspectiva de género en la administración pública federal, y garantizar la igualdad jurídica, los derechos humanos de las mujeres y la no discriminación.

La larga historia que nos llevó a esta reunión del 7 de marzo de 2013 es política, está bañada de sangre, lágrimas y esfuerzos conjuntos. Está claro que sin las exigencias, cabildeo, diálogo y presiones de la sociedad a las y los políticos de aquél entonces no se hubiese logrado crear el Inmujeres y avanzar en el acceso de mujeres y niñas a la justicia (por lentos que sean los avances). Por eso insulta, ofende, indigna y es inaceptable que tanto el procurador como la presidenta de Inmujeres hayan demostrado esa mañana lo que nos espera durante un sexenio: un procurador con una visión rancia de las políticas públicas, macho confeso y desinteresado en la modernización del sistema de justicia. Y una funcionaria que, contrariamente a sus dos antecesoras, está allí para proteger a su presidente y no a las mujeres y niñas. La demagogia está de regreso, combinación de lo peor del viejo PRI con lo peor del nuevo PRI.

@lydiacachosi
Periodista