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Columnas y artículos de opinión
A salto de mata
La filosofía no es comodín político ni ideológico
Gino Raúl De Gasperín Gasperín
15 de marzo de 2013
alcalorpolitico.com
La mutilación y empobrecimiento que ha sufrido la Filosofía en nuestro país, como producto de la reforma hecha al bachillerato a partir de 1989 (RIEMS), no es un fruto “venturero” en el árbol, sino que forma parte de la movilización ideológica de los gobiernos más reaccionarios en diversas naciones del mundo.

Uno de los casos con mayor repercusión ha sido la reforma que pretende el actual gobierno español, con amplio predominio en el congreso del partido conservador, cuyos diputados están prestos a aprobar un ordenamiento (eufemísticamente llamado Ley Orgánica para el Mejoramiento de la Calidad Educativa –LOMCE). Como lo ha denunciado la Red Española de Filosofía, que agrupa a la Conferencia Española de Decanatos de Filosofía, el Instituto de Filosofía del CSIC y 35 asociaciones de profesionales de la Filosofía, esta Ley “elimina dos de las tres materias obligatorias que componen el ciclo de estudios de Filosofía en la Secundaria (que es de 4 años) y deja solamente como obligatoria una materia en bachillerato, lo que representa una reducción del 66.6% del currículo de Filosofía. Es el recorte más brutal que sufren los estudios de Filosofía en toda la historia de la democracia española”.

Uno puede pensar que este recorte drástico de los tiempos y espacios dedicados a la Filosofía obedece a la necesidad de “mejorar la educación”, pues se incluye en un proyecto de ley que se ostenta y denomina bajo ese título. Pero en realidad obedece a un proyecto ideológico y político que, como dice la Red, “destruye lo que ha sido un pilar básico del sistema educativo español durante las tres últimas décadas”. Y no es para menos, pues la Filosofía se pretende sustituir reforzando los cursos obligatorios de religión católica, en un país que ha sufrido las graves consecuencias de los enfrentamientos religiosos y de la perversa cofradía que se puede dar entre gobierno y religión. Esos cursos de religión serán pagados por el gobierno (con los impuestos del pueblo), pero controlados por la jerarquía eclesiástica.


El riesgo es grave, pues como dice el comunicado de la misma Red, se privará a los estudiantes de los beneficios que conlleva la enseñanza de la Filosofía: “a) una formación instrumental en el uso del lenguaje oral y escrito, que les ayuda a mejorar sus capacidades de razonamiento, comprensión y comunicación, 2) una formación trasversal e interdisciplinar que les permite conectar los distintos saberes del currículum y contar con una mayor capacidad de juicio para afrontar la complejidad del mundo contemporáneo; 3) una formación integral, que les ayuda a conciliar el conocimiento, la moral y la sensibilidad, y que es imprescindible para su maduración personal y su cualificación profesional”.

Si se quiere saber qué clase de jóvenes se pretende educar con un currículo anémico y ayuno de filosofía, quítense estos tres beneficios y se definirá ese perfil. Es decir, se pretende formar educandos sin capacidad de razonamiento, comprensión y comunicación; sin entender qué tiene qué ver la ética con la medicina, la biología, la sociología, la historia, etc., y sin una formación integral, para que actúen simplemente como sean las circunstancias, sin conciencia crítica, dóciles y manipulables y que solo busquen su beneficio económico personal. Eso sí, confesando y comulgando como Dios manda.

Los filósofos españoles rematan su comunicado señalando en forma contundente: “Rechazamos que la Filosofía sea utilizada una y otra vez por los sucesivos gobiernos de España, como un comodín que se estira y se encoge caprichosamente, con cada nueva reforma educativa, como una arma arrojadiza en la lucha ideológica entre los dos partidos mayoritarios, o como una moneda de cambio susceptible de ser intercambiada por la religión católica”.


Como se observa, el gobierno mexicano se adelantó al gobierno español. Aquí ya tenemos egresadas varias generaciones de estos jóvenes “mutilados”, producto de un currículo “mocho” (en ambos sentidos de la palabra), que está muy lejos de ser coherente con una cultura que ha superado (y esperamos y debemos luchar porque no rebroten), los extremismos ideológicos y los fanatismos religiosos.

*AME

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