icono menu responsive
Columnas y artículos de opinión
Hemisferios
Crecer con dignidad
Rebeca Ramos Rella
18 de marzo de 2013
alcalorpolitico.com
 El Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo –PNUD- presentó su Informe de Desarrollo Humano 2013, “El ascenso del Sur: Progreso humano en un mundo diverso”, que arroja datos y conclusiones interesantes.
 
Revela que en los últimos 10 años, los países del mundo han ido escalando logros en educación, salud e ingresos, en el mismo periodo, ningún país quedó varado con respecto de su lugar de 2000 a 2012. De continuar esta constante, para 2020 “la producción económica, combinada, de tres de los principales países en desarrollo, dígase Brasil, China e India, superará la producción total de Canadá, Francia, Alemania, Italia, el Reino Unido y Estados Unidos”. No obstante estas tres naciones con potencial económico emergente, no necesariamente puntean los mejores niveles de Desarrollo Humano.
 
De ahí la afirmación tajante de la Directora del PNUD, que advierte: el crecimiento económico de los países, no significa ni determina el avance del Índice de Desarrollo Humano –IDH- de las sociedades.
 
Sentenció que el desarrollo requiere de más inversiones en educación y nutrición; en el impulso a políticas públicas pragmáticas; en la generación de más empleos y en el mejoramiento permanente de servicios básicos.
 
El Informe centra su análisis en cuatro áreas, que gobiernos y sociedades deben considerar para sostener el impulso al desarrollo: mejora de la igualdad, incluida la igualdad de género; la participación ciudadana, acentuando en los jóvenes; en las contingencias ambientales y en el manejo del cambio demográfico. Sugiere que también se tomen en cuenta los fenómenos globales del siglo que inciden en la calidad de vida y en el crecimiento de los países como: la imperante erradicación de la pobreza y el hambre, las migraciones, el cambio climático, la paz y la seguridad.
 
También realza que la globalidad, evidente en la superación de fronteras, idiomas, culturas y distancias, por las nuevas tecnologías de la comunicación y una red de intercambios diversos entre las naciones, sobre todo en el hemisferio sur, obliga a replantear la necesidad de que el sur en desarrollo y en subdesarrollo, aliente la creación de nuevas instituciones y organizaciones regionales, que centren sus esfuerzos en más colaboración entre gobiernos y a través de políticas públicas comunes, que beneficien tanto al progreso económico, como a la justicia social e igualdad, necesarias para elevar los índices de Desarrollo Humano.
 
Incluso propone la adopción de una novedosa concepción de soberanía; la “soberanía responsable”, que significa salvaguardarla, sin renunciar a la cooperación regional e internacional; a las asociaciones y alineamientos en decisiones y políticas nacionales que, en esta globalización, a todos impacten en positivo, para confrontar retos y flagelos, que no distinguen divisiones ni leyes territoriales.
 
En verdad, vale adentrarse a fondo en las mediciones, enfoques y recomendaciones del Informe del IDH del PNUD, ya que el auge de los países del sur y de las 40 economías en desarrollo que apuntala con grandes posibilidades de crecimiento con paridad, entre las que se encuentra México, está fortaleciéndose. En este grupo entran también con avances importantes Indonesia, Sudáfrica y Turquía. Con progreso significativo Bangladesh, Chile, Ghana, Mauricio, Ruanda, Tailandia y Túnez.
 
Aunque remarca que esto será viable y realizable, siempre y cuando las sociedades organizadas, arrecien su participación y responsabilidad social, en el diseño de planes y programas gubernamentales y, los gobiernos, atiendan a tiempo y con planeación, reformas institucionales, rendición de cuentas y transparencia, los aspectos fundamentales que sostienen el alza en los índices de Desarrollo Humano. En este proceso, el Informe subraya que la población más vulnerable y pobre de cada país, debe tener voz y peso, en la toma de decisiones que las afectan directamente.
 
En este rubro, el PNUD resalta que la condición sine qua non del Desarrollo Humano, radica en la Equidad. Y afirma: “Todas las personas tienen derecho a vivir una vida gratificante, acorde a sus propios valores y aspiraciones. Nadie debería estar condenado a vivir una vida breve o miserable por ser de una clase social o país equivocado, pertenecer a una raza o a un grupo étnico equivocado, o ser del sexo equivocado. La desigualdad reduce el progreso en desarrollo humano y, en algunos casos, podría impedirlo por completo”. En la objetividad de su reflexión sustentada en investigación profunda, el PNUD reconoce reducciones importantes en la desigualdad en salud y en educación, pero es la desigualdad en ingresos, a nivel global, la que está impidiendo un avance mayor.
 
El PNUD enfatiza una recomendación a gobiernos y sociedades: Hay que promover la igualdad, entre diferentes grupos religiosos, étnicos o raciales, para minimizar el conflicto social; fortalecer el acceso y calidad en educación, atención de la salud, protección social, empoderamiento legal y reitera en la oportunidad de fomentar la organización social de los sectores más pobres, para que participen en su crecimiento.
 
Recomienda políticas sociales que refuercen la inclusión, la garantía del trato justo y sin discriminación y la obligación del Estado a proveer servicios sociales básicos, todos estos elementos fundamentales para generar “una fuerza de trabajo saludable e instruida”, que aporte a la productividad y a la competitividad.
 
La clave, sostiene el Informe, es invertir más en educación, salud y bienestar social, para favorecer a los estratos más empobrecidos.
 
Si las naciones quieren lograr el progreso deseable y urgente, en Desarrollo Humano, sugiere el PNUD, se deben tomar decisiones nacionales y mundiales y a la vez, contar con instituciones, en esos dos niveles. El orbe, señala, debe “reformar y actualizar las Instituciones, para poder proteger y proporcionar bienes públicos mundiales”; esta es una clara autocrítica que busca consenso, para modernizar y actualizar al sistema internacional de Naciones Unidas.
 
En el ámbito nacional, demanda el compromiso de los Estados a aterrizar la justicia social y a adoptar políticas públicas que se basen en “principios dominantes” como la cohesión social, la efectividad institucional para la educación, la salud y la protección social y, en la apertura a la integración comercial regional, como los grandes pilares de “un desarrollo humano sostenible y justo”.
 
Ahora bien, vayamos a los datos dados a conocer. ¿Y qué mide el IDH? Tres dimensiones: Expectativa de vida, larga y sana; de conocimientos en educación, información, habilidades técnicas y calidad digna de vida. El PNUD clasifica al orbe en índices, muy alto, alto, medio, bajo.
 
De un universo de 187 países analizados, son Noruega, Australia y Estados Unidos, los que lideran los más altos niveles de IDH. Le siguen los Países Bajos, Alemania, Nueva Zelanda, Irlanda, Suecia, Suiza, Japón y Canadá. Casi al final, entran en esta categoría, sólo dos latinoamericanos: Chile, en lugar 40 y Argentina, en el 45. Nada mal.
 
Entre los etiquetados con IDH alto, Uruguay, Cuba y Panamá anteceden a México, que está en el lugar 61; Brasil se va hasta el 85 y Colombia en el 91.
 
En estrato medio, sobresalta el caso de China, el poderoso dragón rojo, en sitio 101 y otra sorpresa, es la súper economía emergente, India, en el 136. Casos para abundar, pues ya vimos que en materia de crecimiento económico abanderan, pero su IDH no va parejo.
 
La tragedia del IDH bajo, se vive en los países árabes, como Yemen y Afganistán y en la mayoría de los africanos, hasta Níger que hace tierra en el reporte, aunque con respecto a 2000, ha tenido avances en esperanza de vida; en ingreso per cápita y en asistencia escolar.
 
El Informe sostiene que los “muy altos”, siguen avanzando aunque en menor escala que los “bajos”. Los que más se adelantaron en los últimos 12 años, fueron Hong Kong, Letonia, la República de Corea, Singapur y Lituania. Pero pese a su estatus y supremacía económica, algunos descendieron como Estados Unidos, que bajó del puesto 3 al 16; Corea del 12 al 28 y caso contrario, Suecia subió del 7 al lugar 4.
 
En el rango de “altos”, lograron aumentos, Argelia, Kazajastán, Irán, Venezuela y Cuba y en nivel “medio” sobresalieron Timor Oriental, Camboya, Ghana, la República Democrática Popular de Lao y Mongolia.
 
De manera que la tendencia global promedio es de avances en desarrollo humano, como ya se mencionó, pero el reto es arreciar posibilidades de mejoras.
 
Por ejemplo, los dos índices novedosos que presentó el PNUD este año, también se dirigen a analizar la situación de la Pobreza Multidimensional –IPM- y de Desigualdad de Género –IDG-, que mide salud reproductiva, empoderamiento de las mujeres y participación en el mercado de trabajo. Aquí hay revelaciones importantes.
 
En este análisis fueron Los Países Bajos, Suecia y Dinamarca, los líderes feministas y los peores por desigualdad de género, resultaron sin sorpresa, África Subsahariana, Asia Meridional y los Estados Árabes.
 
Al PNUD, le preocupa tanto el respeto a los derechos humanos de las mujeres en estos países y regiones, como la pobreza de ingresos y hambre, que padecen, un mil 56 millones de personas en el orbe, la mayoría, en el continente africano. Peor en Etiopía con un 87 % de su población; en Liberia, el 84 % y en Mozambique, el 79 %.
 
En el caso específico de México, arroja un retroceso, pues del lugar 57 descendimos cuatro niveles. Pese a que en la década a evaluar, la tasa de crecimiento del IDH fue de 0.59%.
 
En las dimensiones analizadas, nuestro país tiene una esperanza de vida al nacer de 77.1 años; en escolaridad, alcanzamos 8.5 años promedio, es decir segundo de secundaria y hay un ingreso nacional bruto per cápita de 12 mil 947 dólares. Datos que en la comparativa global, detallan aumentos, pero no soluciones.
 
Vamos a la comparativa de los extremos. En Noruega, el puntero en IDH, la esperanza de vida al nacer de 81.3 años; el promedio de escolaridad es de 12.6 años, hasta preparatoria y el ingreso bruto per cápita del 2012, fue de 48 mil 688 dólares. Es decir que en México vivimos 4 años menos, nuestro nivel de educación es de 4 años menor y el ingreso per cápita es la cuarta parte de los noruegos. Nos falta un buen trecho por avanzar.
 
Ahora, con respecto al país más bajo en IDH, Níger, la esperanza de vida es de 55.1 años; su escolaridad promedio es de 1.4 años y su ingreso bruto per cápita de 701 dólares. Las diferencias son terribles, pero no deben ser nuestro consuelo.
 
El Informe también arroja ciertas paradojas. Por ejemplo, si Noruega tiene el IDH más elevado, los ciudadanos de Qatar, que están en el lugar 36 de los muy altos, superan su ingreso per cápita, con 87mil 478 dólares.
 
Y los ciudadanos nigerianos, que están el fondo, no ostentan el peor ingreso per cápita. Es la República Democrática del Congo, el penúltimo lugar del IDH, la que padece más que su vecino, con un ingreso per cápita de 319 dólares, menos de la mitad, que el de Níger.
 
En las disparidades también hallamos que Canadá lidera la expectativa de vida sobre Noruega, con 83.6 años y que Sierra Leona, en la misma categoría, está por debajo de la de Níger, con apenas 48.1 años.
 
De manera que, la medición del IDH no es asunto fácil que se centre en números y porcentajes. Es la calidad de vida de humanos la que se calibra; personas que están sometidos a diversos factores locales y externos, de distintas formas, pero que en el análisis de conjunto, siguen sufriendo desigualdades y falta de políticas públicas sociales, alineadas con las económicas, lo que desnuda una realidad, en casos lacerante, en otros, lenta en avances y en otros tantos, sometida a los vaivenes del sistema comercial, económico y financiero internacional, que hoy, los Estados nacionales, deben modernizar y enfocar hacia la garantía de la igualdad de oportunidades y el bienestar social, como condiciones de desarrollo integral.
 
Por lo pronto, el PNUD elogió al Programa Oportunidades de México, como un referente para abatir pobreza y desigualdades. Es un programa que entrega los más elevados recursos en efectivo, en el mundo, -en 2012 distribuyó 3 mil millones de dólares a 5 millones de familias-.
 
Pero hoy, en México, hay 1080 municipios pobres y la canasta básica se encareció al 32% a finales del año pasado. Hay 52 millones de pobres y en extrema pobreza, sobreviven más de 12 millones; mexicanos que no saben de los progresos en el IDH nacional, ni del crecimiento económico sostenido que llevamos avante, pese a la crisis financiera mundial. Los beneficios que simplemente no llegan a su mesa, a su hogar, su esperanza.
 
Este es el reto. México debe crecer y ser más competitivo, sí, pero con igualdad, con más transparencia y rendición de cuentas; con más inversiones que lleguen a la educación y a la salud; con real justicia social. En esencia, simple y llanamente, con dignidad.
 
[email protected]