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Columnas y artículos de opinión
Acto histórico
Guillermo H. Zúñiga Martínez
20 de abril de 2013
alcalorpolitico.com
Para el Presidente Enrique Peña Nieto,
con respeto y gratitud.
 
Hace más de tres años viajé a Misantla. El motivo era muy sencillo: inaugurar varias licenciaturas de la Universidad Popular Autónoma de Veracruz, para atender las demandas de los ciudadanos de aquel municipio. Lo hice con agrado. Tengo que reconocer que les debo mucho a los misantecos; algún tiempo estuve viviendo entre ellos y siempre recibí un trato cordial y respetuoso. Buscaba representarlos en el Congreso del Estado y lo logré gracias a su confianza y apoyo. El triunfo lo disfruté junto con Carlos Carballal Valero, un político singular, honrado, trabajador y muy responsable que busca servir a sus semejantes en cualquier oportunidad.
 
Hablé con la estimada maestra Violeta del Carmen Chacón. Ella aceptó coordinar los esfuerzos educativos y hacer lo necesario para el buen funcionamiento de la incipiente Universidad. Empezó a realizar la promoción necesaria, inscribir a los aspirantes y poner en práctica lo que nos inspira en la misión de esta Institución: sembrar hábitos de estudio, hacer hincapié en la autorresponsabilidad, y cómo propiciar un clima de entendimiento entre asesores solidarios y aprendientes. Un día me dijo que varios campesinos y campesinas le habían solicitado cursar la licenciatura en Desarrollo Regional Sustentable. De inmediato se autorizó, y empezó una aventura jamás imaginada por alguien, porque los trabajadores agropecuarios demostraron estar listos para conjugar su oficio con la teoría. Asistieron a clases, dedicaron los sábados para escuchar las explicaciones de sus maestros y también lograron hacerse sentir ante ellos por sus preocupaciones sobre los saberes distintos que estaban descubriendo. Poco a poco avanzaron, fueron encontrando satisfacciones propias de estudiantes aplicados, distribuyeron su tiempo y dedicaron horas a las lecturas todos los días de la semana.
 

Pasaron varios años y el 14 de abril del presente fui convocado a asistir a la graduación de personajes que confirmaron que, cuando un campesino decide estudiar y reflejar su voluntad para cambiar su existencia, lo logra, lo alcanza y se convierte en un verdadero ejemplo dentro de su familia y luego en un paradigma para la comunidad en la cual vive. Eso fue lo que hicieron los educandos que disfrutaron conjugar los trabajos rudos y productivos del campo con el estudio y el cumplimiento de las tareas encomendadas por sus asesores. Fueron muy destacados, a su edad se propusieron mandar un mensaje a los ciudadanos del mundo, ese anuncio consistió en invitarlos a prepararse y sentirse obligados a ser diferentes, a través del cultivo de costumbres destinadas a asimilar los conocimientos básicos que se requieren para ser distintos cada vez, sin dejar de ser impulsores del progreso material con la producción campirana a la que están habituados.
 
Vivieron meses con la esperanza de alcanzar el grado que habían acariciado; después de más de tres años lo lograron, coronaron sus aspiraciones hasta tener en sus manos un título profesional. Eso es algo muy bello, interesante. Cristalizaron un ideal o muchas quimeras y les llegó el soplo de vivir relámpagos compartibles con sus seres queridos y con sus amigos. Seguramente seguirán produciendo los frutos agropecuarios que conocen desde hace tiempo pero su condición social es otra y sus perspectivas se han transformado. Ellos son seres admirables y no puedo negar que en el preciso instante en que les entregué sus documentos me invadió una emoción genuina. Compartí esa experiencia con educadores que trabajan en Misantla en favor de sus semejantes e irradian sus acciones hacia todos los confines.
 
En la ceremonia, pidieron hacer uso de la palabra los recipiendarios. Primero habló Heradio Gutiérrez Barradas y afirmó: “Tengo 59 de edad, soy casado y dos de mis hijos se encuentran estudiando carreras universitarias, por lo que el que yo haya concluido mis estudios, les llena de orgullo a todos, porque su esfuerzo y el mío propio obtuvo su recompensa. Me siento realizado, feliz, es algo que soñé desde niño. Ahora que terminé la carrera voy a compartir mis conocimientos con la gente de la comunidad, les transmitiré lo que generosamente me dio la Universidad Popular. Esta Universidad es buenísima, va a llegar muy lejos, es la Universidad del futuro.”
 

Por su parte, Abel Grajales manifestó: “Tengo 54 años de edad. El objetivo de estudiar esta licenciatura en la UPAV fue prepararme más para desempeñar mejor mi actividad agropecuaria. La licenciatura de Desarrollo Rural Sustentable se ajusta a los tiempos que vivimos y nos permite prepararnos para cuidad mejor la naturaleza.”
 
Felicidades para los campesinos que hoy son profesionales.
 
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