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Columnas y artículos de opinión
Diario de un reportero
Lo que pasó en Veracruz
Miguel Molina
29 de agosto de 2013
alcalorpolitico.com
Ahora que han bajado las aguas que vinieron y esperamos las que vienen, mientras algunos lloran a sus muertos y otros cuentan lo que perdieron y otros reclaman que el gobierno no supo cuánta agua traía Fernand, es hora de ver lo que pasó. Y las respuestas no son tranquilizadoras.
 
Tomemos el caso del Puerto de Veracruz. La colega Ana Laura Pérez Mendoza me envió la entrevista de Ignacio Contreras con Juan Montes de Oca, del Movimiento Popular Independiente, que publicó Notiver el viernes pasado. No tiene pierde. Hay que ver lo que dice el entrevistado...
 
Según Montes de Oca, las constructoras (contratadas por grupo Carso) que construyen en el complejo comercial "Nuevo Veracruz" están rellenando más de una hectárea del sistema lagunar. Lo mismo está pasando, aunque sea con diferentes compañías en Vergara y Tarimoya, donde se taparon vasos reguladores de agua y condenaron esa zona a quedar bajo el agua dentro de no mucho tiempo.
 

La lista es larga y no es reciente. En San Julián la ampliación del Puerto Seco tapó casi una hectárea de la laguna (y la zona se inundó como no se había inundado en el último medio siglo). Igual ha sucedido en otros lugares que antes fueron vasos reguladores..
 
Desde la Cabeza Olmeca hasta la zona de El Coyol, La Pochota, Las Bajadas, Las Amapolas, parte de Dos Caminos, así como El Vergel, la Reserva Territorial y una parte de los fraccionamientos del norte, La Herradura y Colinas de Santa Fe, las lagunas tapadas están comunicadas y desembocan en la zona norte del puerto.
 
Habría que preguntar a la autoridades del Instituto Veracruzano de la Vivienda (Invivienda) y a los ex alcaldes Julen y Jon Rementería por qué autorizaron el cambio de uso de suelo, dice Montes de Oca. Y no le falta razón. Tanto peca el que construye como el que autoriza la construcción en una laguna.
 

Montes de Oca no es el único que advierte lo que están haciendo. El director de Protección Civil de Boca del Río, Isidro Cano Luna, explicó esta semana a Notiver que el municipio de Veracruz tenía doscientas cuarenta lagunas hace dos siglos y hoy tiene veintiséis. Hagamos cuentas. "Las lagunas ahí están, sepultadas pero no muertas", dijo Cano Luna.
 
Las tapan los fraccionamientos y las colonias. "Alguien les echó escombro encima y construyó, pero los mantos acuíferos siguen fluyendo y el agua tiene memoria", advirtió el funcionario boquense, "porque cuando el agua regresa a su lugar y encuentra tapada la zona donde llegaba tiene que buscar otro lugar a donde irse".
 
Y entonces uno sabe que la ciudad junto al mar no tendría por qué inundarse, pero si todo está tapado y no hay salida a través de los drenajes pluviales evidentemente todo se tiene que encharcar. Como fue. Y encima uno tira basura en todas partes, y los drenajes, de por sí pobres e insuficientes, se azolvan. Ya vimos lo que pasó.
 

Lo que pasó en Veracruz no fue un hecho aislado. En otras partes del estado afectadas por la tormenta reciente – y por inundaciones y tormentas y huracanes pasados y futuros – las autoridades han autorizado o tolerado asentamientos en sitios claramente peligrosos. Y han dejado que pase porque es políticamente rentable.
 
Es verdad que las autoridades no tienen herramientas para saber cuánta lluvia trae un tormenta o para impedir que un cerro se desgaje en la madrugada, ni capacidad económica para construir sistemas de drenaje que puedan con el volumen de agua de fenómenos como Fernand.
 
Pero sí es hora de revisar dónde hay asentamientos que pueden sufrir estas y otras desgracias. Primero, deslindar responsabilidades. Segundo, establecer programas de emergencia y de prevención en todos los niveles de gobierno, aunque eso implica gastos elevados.
 

Y tercero, abandonar proyectos que ofrezcan el espejismo del desarrollo y agudicen los fenómenos extremos. Ya lo vimos. Ya lo veremos. Con estas cosas no se juega. Eso es lo que pasa en Veracruz.