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Columnas y artículos de opinión
Sochi-Canal 22
Helí Herrera Hernández
10 de febrero de 2014
alcalorpolitico.com
[email protected]
Twitter: HELIHERRERA.Es
 
Cuando me entero en marzo de 2013 que la empresa América Móvil, propiedad del magnate Carlos Slim había adquirido los derechos de transmisión de las olimpiadas de invierno de Sochi, Rusia, 2014, más el mundial de futbol a celebrarse en Brasil el mismo año, para todo Latinoamérica, no tuve ninguna duda que el empresario, que ha querido desde hace varios años contar con una cadena de televisión abierta en México, le había asestado un nocaut al monopolio en las radiotelecomunicaciones TELEVISA, su principal opositor a que el gobierno federal le otorgue dicha concesión.
 
Concretada y sabida la compra, a Emilio Azcarraga Jean, principal accionista de esa "fábrica de sueños" no le quedaba de otra más que a) o comprarle los derechos al precio que pusiera Slim para poder transmitirlos en todas sus radios y televisoras o b) no transmitirlas y perder millones de dólares con sus clientes tradicionales en los eventos deportivos como son las cerveceras, refresqueras, cigarreras y comida chatarra.

 
Optó por el plan B y a partir del viernes 7, en ningún programa de radio o televisión del grupo TELEVISA se habla de los juegos olímpicos de invierno de Sochi. Para esa empresa no existen y así han querido transmitírselo a su vasta radio-tele-audiencia novelera, futbolera y musiquera, creando un >mutis< absoluto, no comentando ni siquiera en los programas y resúmenes deportivos que todos los días tienen, creyendo que con tal acción los mexicanos ni enterados iban a estar de las distintas justas deportivas que cada cuatro años vemos en las nieves del mundo.
 
Por eso fue grata la sorpresa, primero enterarme a través de los periódicos nacionales que el canal 22 de televisión abierta había sido escogida por el magnate de la telefonía para que los transmitiera, dado que es una televisora pública administrada por el Consejo Nacional para las Culturas y las Artes (CONACULTA), y que la misma podría darle su señal al canal 11 del Instituto Politécnico Nacional y a cualquier televisora estatal que la quisieran, de manera gratuita, independientemente que Slim vendió los derechos a las cadenas norteamericanas establecidas en México: ESPN y FOX-Sports, así como a cableras independientes (que no pertenecen al grupo TELEVISA).
 
Pero la sorpresa va en aumento cuando constato que, contra todos las pronósticos de TELEVISA y Televisión Azteca relativos a tele audiencia, el canal 22, que prácticamente no era conocido por millones de compatriotas por su corte de tipo cultural, está rompiendo todo vestigio que se tenía respecto a estos juegos olímpicos, capturando la atención de cientos de miles de mexicanos que están viendo sus programas “romper el hielo”, “emoción bajo cero”, “clic clac” y los distintos noticieros que este canal cultural público diseñó para mantener al auditorio al tanto de lo que acontece en Sochi.

 
Así, en menos de una semana el canal 22 ha crecido en popularidad y audiencia lo que no pudo hacerlo en años, y gran porcentaje de este crecimiento se le debe no solo a la lucha inter monopólica de TELEVISA contra el GRUPO CARSO, sino a los errores fatales de los publicistas de ese consorcio radiotelevisivo que pensaron que bastaba silenciar en sus canales y frecuencias los juegos olímpicos, como para que la atención de millones de compatriotas siguiera con ellos.
 
Es muy grato pues disfrutar las justas olímpicas de Sochi sin el consumismo en intermedios. Ver volar a esos atletas por más de cien metros sin tener anuncios de cervezas o licores. Ver la velocidad que alcanzan en patines de hasta 50 kilómetros por hora sin la clásica coca cola. Ver las excelsas figuras de esas mujeres que parecen suspenderse en el aire al realizar sus fantásticas rutinas sobre el hielo, sin el constante anuncio de mandar a comprar las hamburguesas, las pizzas o la comida chatarra. Ver a rudos caballeros pelear por anotar un gol con su bastón sin tener que soportar los anuncios consumistas de las ventas nocturnas, las chicas palacio o las invitaciones a comprar un auto nuevo, cuando apenas si tiene uno para comer.
 
Es un verdadero alivio ser espectador de unos juegos olímpicos históricos desde su inauguración sin tener que escuchar al compayito, las payasadas de facundo, las estupideces de Esteban Arce o del platanito; o las insulsas cápsulas de aprendices a vedette que mas que aportar al espectador en las transmisiones sobre los juegos, aparecen con diminutos y pegados vestidos demostrando con ello que lo suyo lo suyo, nos es eso.

 
TELEVISA se equivocó y que bueno, porque al tender una cortina de silencio en todas sus transmisiones de radio y televisión sobre las olimpiadas de invierno de Sochi Rusia, el mismo morbo hizo voltear a miles y miles de su auditorio cautivo al canal 22, al canal 11 del Instituto Politécnico Nacional, a TV-UNAM, a los canales estatales que todos juntos están masificando el evento, corriendo el riesgo que muchos se pudieran quedar con ellos al encontrar una alternativa de entretenimiento sano, distinto al mundo tele novelero, cómico, futbolero o de bandamax o telehitero.
 
Si ya cambiamos de canales para disfrutar estos juegos, cambiemos también los hábitos de consumo inducidos por la televisión comercial. Sustituya los refrescos por unas limonadas o naranjadas; las hamburguesas o pizzas por unos tacos de canasta (le van hacer menos daño y son más baratos); los chocorroles y submarinos por un café con leche y pan de Xico; y si necesita estar un poco o un mucho embriagado para estar más feliz viendo a todos esos y esas atletas, pues váyase antes de que inicie la justa que va a ver a Las Vigas por un pulque curado con cacahuate, con piñón o con coco, y ya de paso, para cenar, pues déle media hora más al volante y cómprese unas garnachas en Altotonga y así sustituye las cervezas, los whiskys y las papas sabritas.
 
Ojalá y el mundial también podamos disfrutarlo de esta manera.