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Columnas y artículos de opinión
Hipótesis para vivir
Uriel Flores Aguayo
14 de febrero de 2014
alcalorpolitico.com
Se convulsionó Veracruz con el asesinato del periodista Gregorio Jiménez de la Cruz, alcanzando esa noticia una dimensión nacional y algún espacio internacional. El dato duro es la muerte con sus consecuencias familiares y en el oficio; después vendrán las explicaciones de los hechos, las investigaciones y, por supuesto, todo tipo de interpretaciones y especulaciones. De la versión oficial todo puede cuadrar excepto dos aspectos muy importantes: la detención del delator y el móvil de la venganza; el primero por su apariencia fortuita, el segundo por la simpleza. La justicia en este caso tiene una dimensión mayor, toca a sus deudos para su satisfacción y para que no queden en el desamparo, pasa por la verdad respecto a los móviles de los asesinos y alcanza las condiciones del trabajo periodístico en Veracruz, en cuanto a su grado de libertad y función social.
 
Un reportero sencillo de la fuente policiaca, valiente, de un medio pequeño alcanzó enorme notoriedad, constituyéndose en un escándalo y llamando la atención de propios y extraños; es así por lo fuerte del hecho, pero también por la sensibilidad que hay en el estado en tanto que existen antecedentes de hechos similares, otro poco o mucho por las decididas acciones solidarias de sus colegas y la aparición enérgica de las redes sociales. Tal vez nunca pudo imaginar Gregorio la notoriedad que iba a alcanzar, lamentablemente lo logró a costa de su vida.
 
Me parece que el fondo de este crimen está relacionado con un ambiente delincuencial en la zona donde ocurrieron los hechos, no creo que se trate de una venganza meramente personal, al contrario, es asesinado por su labor periodística; eso debe admitirse para encararlo de mejor manera y resolverlo de fondo; todo indica que en esa región operan bandas de la delincuencia organizada, las que han gozado de cierta impunidad, es ahí donde debe intervenirse, sin chivos expiatorios o malandrines menores. Lo que más afecta desde hace tiempo en todos los casos de los atentados a periodistas en Veracruz, es la impunidad, esa constante repetición de un protocolo "gatopardista", es decir, sumar agresiones de distintos grados sin que se ponga freno, al contrario, que se les cubra con historietas y olvido; esa impunidad, sostenida por actitudes burocráticas y arcaicas , es una carta blanca para que se siga atentando contra los periodistas; mientras no se valore con criterios democráticos y no se vea con criterios de libertad de expresión la labor periodística este tipo de golpes, burlas y descalificaciones van a seguir ocurriendo.
 

Algo anda mal en Veracruz cuando se repiten y son constantes los ataques a la prensa, algo anda mal en el aparato estatal cuando no se resuelven esas agresiones o, peor, cuando se dan versiones que hacen dudar aún a los más crédulos. De entrada, esa circunstancia obliga a revisar la labor de los funcionarios relacionados con esta materia y las estrategias aplicadas; me parece que estamos a tiempo de oxigenar las áreas de seguridad, procuración de justicia y comunicación social, como un mensaje de cambios y en la línea de superar en positivo el desgaste del tiempo y de un modelo que ya caducó. Hacer ajustes del equipo no resta autoridad, como lo dijeron oportunamente los obispos Veracruzanos, al contrario, muestra a un Gobernante sensible, que antepone el interés general a los cálculos políticos y a los nexos amistosos. Este es el momento de los cambios internos, de la renovación de estilos y calidades, después será muy tarde. De no hacerlo, de persistir en formas viejas e ineficaces, se estará pavimentando el camino para consolidar una mala fama, de represores y oscuros. Aún en tiempos pragmáticos como vivimos ahora, la fama cuenta, es buena o es mala; ojalá se tenga la inteligencia para cambiar en positivo, de abrir y generar un ambiente de armonía y respeto con los periodistas en general y con la sociedad al garantizarles su derecho a la información y a la libre expresión.
 
Recadito: Un abrazo a la familia de Gregorio Jiménez de la Cruz, descanse en paz. 
 
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