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Columnas y artículos de opinión
Tu les crees…..yo tampoco
Helí Herrera Hernández
3 de marzo de 2014
alcalorpolitico.com
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Twitter:HELIHERRERA.es
 
El INEGI no miente y confirma que el Producto Interno Bruto nacional creció durante el 2013 solo 1.1 por ciento, pero que en los últimos tres meses apenas alcanzó la cifra de 0.7%, lo que viene a demostrar que ni siquiera en la recesión de 2009 (generada en Los Estados Unidos que arrastró a toda América Latina), se alcanzaron tales cifras que muestran un desplome de la economía nacional.
 
A pesar de estos magros resultados durante el primer año de gobierno del presidente Enrique Peña Nieto, éste acordó con su gabinete económico el alza de todos los impuestos y la creación de nuevos que tan solo en enero y febrero, generaron una caída en el consumo nacional que propiciaron desempleo en casi todas las áreas productivas, haciendo añicos todas las perspectivas de crecimiento que venían repitiendo un día sí y al otro también estos políticos tecnócratas, basadas en todas las reformas que los legisladores del PRI, del PAN y de la mayoría de los del PRD aprobaron a fin de año, donde precisaban que con ellas, los mexicanos alcanzarían el paraíso y la felicidad porque iban a bajar los precios del gas, la luz y las gasolinas, independientemente de lo cientos de miles de empleos que se generarían con la Energética.

 
Los paradigmas ofrecidos por el Ejecutivo Federal y avalados por los legisladores del Congreso de la Unión no aparecen por ningún lado. Todo lo contrario, los pronósticos son tan negros que apenas la semana pasada el Secretario de Hacienda y Crédito Público Luis Videgaray dio a conocer el Acuerdo de Certidumbre Tributaria que trata de ser una bocanada de aire fresco para la moribunda economía mexicana, prometiendo no proponer hasta el 30 de noviembre de 2018, es decir, hasta el último día del mandato del presidente Peña Nieto, a la Cámara de diputados federal y de Senadores, cambios en la estructura tributaria, o sea: la creación de nuevos impuestos; aumentar la tasa de los impuestos ya existentes (impuesto sobre la renta, impuesto al valor agregado, así como las aplicables al impuesto especial sobre producción y servicios), salvo que ocurrieran eventos macroeconómicos sustanciales y extraordinarios ante los cuales sea inevitable realizar ajustes al marco tributario, según lo precisa el numeral 6 del acuerdo presidencial.
 
No me cabe la menor duda, conociendo lo mañosos que son estos políticos neoliberales, que tal asidera la dejan porque saben que su retórica de un México maravilloso no ocurrirá, y que las reformas estructurales que le hicieron a la Constitución General de la República en materia de telecomunicaciones, laboral, educativa y principalmente la energética fracasarán, como fracasaron las privatizaciones de los bancos, de los ferrocarriles, de la industria telefónica que en su momento dijeron iban a ser el resorte para que administráramos la abundancia, que tales acciones antipatrióticas iban a generar.
 
Leyendo al analista Jonathan Heath que lleva el registro de los resultados de las primeras proyecciones de nuestra economía, después de las reformas, nos indica que de todas las encuestas de expectativas sobre crecimiento del PIB en México la respuesta es contundente: nos iría mejor sin las reformas que con ellas, y lo ejemplifica:

 
Según la Secretaría de Hacienda, precisa Heath, el promedio de crecimiento >inercial<, es decir, sin que se hubieran hecho las reformas financiera, de telecomunicaciones, educativa, laboral y energética, sería de 3.6% en los siguientes seis años, 3.5 en 2014; 3.8 en 2015 para después disminuir un decimal cada año hasta llegar a 3.5% en los años 2018 y 2019.
 
Para el Fondo Monetario Internacional (FMI) el crecimiento de la economía mexicana después de las reformas (las que aplaudieron a rabiar), lo que nos espera es un crecimiento de 3.0 para 2014 y 3.5% para 2015, cifras por debajo de la trayectoria inercial calculada por la Secretaría de Hacienda, e iguales para las proyectadas por varios bancos entre ellos BANAMEX, que predice 3.0 para 2014 y 3.9 para 2015.
 
El análisis de todo esto nos lleva a concluir, que los funcionarios que llegaron a gobernar este país el primero de diciembre de 2012, son iguales que los que han dirigido las políticas públicas desde 1985. Su compromiso no es el pueblo y su bienestar ni la nación, sino los intereses de una minoría privilegiada.

 
Están ausentes, divorciados y ayunos de las clases bajas y medias que se han venido empobreciendo año con año por sus malas decisiones económicas que solo ellos comprenden porque yo, al menos, no concibo que la gasolina en México cueste mas cara que en los Estados Unidos, cuando que allá el salario es 8 veces mayor que acá, y tomando en cuenta que ese producto es motor inflacionario o deflacionario.
 
Por eso no les creo cuando afirman que durante el mandato de Peña Nieto no van a subir impuestos o crear nuevos, porque siempre han hecho lo contrario a su discurso.
 
Debieron haber contenido los precios de las gasolinas magna y Premium, así como del diesel, porque con ello detendrían el alza a los productos básicos que consumimos los mexicanos, transportados casi en su totalidad por vehículos pesados que consumen mucho combustible y lo cargan al precio final de las mercancías.

 
Tratar ahora de hacer compromisos de no subir impuestos o crear nuevos cuando ya lo hicieron, y de que manera, resulta ridículo y bochornoso para con el candidato que en los debates televisados prometió bajar los precios de los combustibles y a no aumentar ni crear impuestos.
 
Y lo peor, que según sus propios estudios y proyecciones, creceríamos mas sin las reformas estructurales que con ellas, demuestra que lo que hemos venido afirmando relativo a que los presidentes de la República surgidos de 1982 para acá, son fieles servidores de los varones del dinero de dentro y fuera de México, es una verdad indiscutible y si no……ahí está el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) para que lo confirme.