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Columnas y artículos de opinión
Nuevo Siglo
Un día después…
Jenaro del Ángel Amador
23 de abril de 2014
alcalorpolitico.com
Del Gabo García Márquez: “El periodismo es la profesión que más se parece al boxeo, con la ventaja de que siempre gana la máquina y la desventaja de que no se permite tirar la toalla”, reflexionaba en Textos costeños, una obra publicada en 1992.
 
Ayer, en la Cámara de Diputados, se rindieron honores a la gesta heroica escenificada en el puerto de Veracruz en abril de 1914.
 
Allí estuvo el gobernador del estado Javier Duarte de Ochoa y los representantes de los poderes legislativo y judicial. El presidente municipal del puerto y hasta la presidenta del PRI en esta entidad. No todos los alcaldes de zonas importantes fueron requeridos para ese evento celebrado en San Lázaro. Ya pasó.
 

Sin embargo, un día después de las celebraciones por el Ejecutivo Federal en la zona porteña, varios analistas han interpretado a su modo, gestos, ademanes, ubicación en presídium, en primera y segunda fila.
 
Que si el presidente Enrique Peña Nieto fue escoltado <<izquierda y derecha>> por los secretarios de la Sedena y la Marina Armada en el presídium; que al gobernador Duarte de Ochoa le ubicaron a la izquierda del Secretario de la Marina; que los representantes de los poderes en el estado fueron sentados en la segunda fila; que si no mencionó por su nombre al gobernador; que si esto, que si aquello.
 
Lo que se pasa por alto es que si el presidente se hizo acompañar por su gabinete primario, es porque, seguramente, la ceremonia así lo ameritaba y no porque, <<el avasallador centralismo>> aprovechara el escenario para hacer sentir a la nación que el poder omnímodo del presidente federal, está de vuelta.
 

Restarle importancia a lo central de la celebración, no parece justo. Y menos, bajo esa circunstancia, establecer afectos y desafectos presidenciales.
 
Esos rasgos los evidenciaba el presidente que se fue. Signos que no merece el poder presidencial que debe gobernar para todos los mexicanos. Los mohines personales deben quedar encerrados en los baúles del encono, y si hay sentimientos que se aparejan a conductas no propias o delictivas, que hable la ley.
 
Ningún mexicano merece que se adjetiven actos o gestos de su presidente, basados en meras apreciaciones personales. Y si esto sucediera en la realidad evidente, entonces se estaría empequeñeciendo la función de quien es mandatario por la fuerza de los votos de los nacionales.
 

La ceremonia del lunes pasado, fue sobria, puntual en sus fines, con admirable disciplina militar y apreciada por los habitantes del puerto.
 
Que hubo conatos de violencia, cierto. Fue propiciada por los mismos de siempre; que cierras casetas de peaje; que dañan la propiedad pública y privada; que agreden y son portadores de la violencia donde se paran.
 
P.D.- En el Día de la Madre Tierra: Apunta Miriam Castillo, en Milenio digital:
 

Puerto Peñasco, <<también fue a Saltillo, Sonora: “..Después de más de un año en la administración federal, el presidente Enrique Peña pisó suelo sonorense. Tras casi 17 meses al frente de la administración y habiendo recorrido algunos estados hasta en 12 ocasiones, acudió por primera vez a un municipio del estado fronterizo..” Pero, también, les llevó buenas noticias.
 
En la visita, la estrella de la tarde fue el legislador Manlio Fabio Beltrones; a pesar de que el gobernador Guillermo Padrés intentó no mencionar su nombre durante las presentaciones del presídium, <<pero fue>> el mandatario federal quien destacó la presencia del legislador e incluso le adjudicó, entre bromas, la responsabilidad de vigilar parte del presupuesto con que contará el estado en los siguientes años…También en San Juan hace aire.
 
P.D.- Conozco a Alberto Silva Ramos por su ejercicio de presidente en la tierra de mis mayores y la propia. Nunca me ha hablado por teléfono. Jamás me he sentado a su mesa a tomarme taza de café alguna. No figuro en ninguna de sus listas de amigos. Tampoco estoy en su nómina <<si es que la tiene>>, y menos conozco la oficina donde despacha. Lo digo por razones de juicios a priori.