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Columnas y artículos de opinión
El PRI odia a Xalapa
Uriel Flores Aguayo
23 de mayo de 2014
alcalorpolitico.com
Xalapa es una de las contadas capitales de entidad de nuestro país que sufre abandono prolongado por las instancias estatales y federales, lo cual es fácil de ver en las insuficiencias presupuestales y la falta de promoción de todo tipo que padece; no pesa, no convoca, es tratada con desdén. En mucho la responsabilidad recae en los últimos tres o cuatro gobiernos estatales que nos dieron un trato marginal, abandonándonos a nuestra suerte. Un ejemplo claro y sencillo es el fondo de zonas metropolitanas que aprueba la cámara de diputados, sin actividad sustancial de los munícipes pero sin aliento estatal, donde apenas se reciben unos veinte millones de pesos para compartir con otros municipios de la región mientras que lugares como Toluca, similar en población pero a manera comparativa, recibe cuatrocientos millones de pesos. Con lo que se cuenta actualmente y con la raquítica y hasta estorbosa participación estatal es muy poco lo que se puede hacer en obra pública, en servicios y en políticas de desarrollo. 
 
Vamos en una inercia, sin importar mucho quien gobierna el municipio, más allá de la voluntad de sus autoridades, espectadoras de nuestra degradación. Xalapa tiene un problema político y de democracia, no es técnico, no es de propuestas ni solo de dinero, es sobre todo de voluntad y decisión políticas. Xalapa es rehén del sistema político estatal, que sacrifica nuestro bienestar por su control electoral; el colmo es que muchas decisiones vitales para los Xalapeños las toman personas ajenas, desde el escritorio: reservas territoriales, crecimiento urbano, vialidad, seguridad y otras más. Las autoridades tienen dos caminos, cumplir con su encargo o simular que lo hacen; pagar costos políticos o nadar "de a muertito", enfrentar los problemas o cuidar su carrera política. Creo que en las últimas administraciones municipales se ha optado por la ligereza y la falta de compromiso, lo cual explica el crecimiento de nuestros problemas, que no se resuelven de fondo, sino que, simplemente, se administran.
 
Las calles son bloqueadas por grupos del PRI principalmente, ahí tenemos a los antorchistas encabezados por una diputada tricolor, a los 400 pueblos (cueros) con una posición legislativa también, a los vendedores informales que jefaturan dirigentes del PRI, a los sindicatos internos colmados de privilegios e, incluso, en una postura de franco boicot al cabildo. Esos son los que violan los derechos de los Xalapeños a transitar libremente por su ciudad, los que agreden a los transeúntes, los que extorsionan a las autoridades, pero que, paradójicamente, son alentados y apoyados por el gobierno estatal. Son grupos que se han convertido en verdaderos Frankenstein, que sistemáticamente hacen su voluntad, imponiendo sus criterios facciosos, sobre el interés general de la colectividad Xalapeña. Su depredación va mas allá de las calles, incluye un catalogo amplio de abusos y devastación de suelo y medio ambiente. Pero son parte del sistema político imperante, antidemocrático e irracional, que les brinda impunidad y canonjías. 
 

No entiendo esa especie de odio del PRI hacia los Xalapeños, evidente en sus actitudes y decisiones, será por nuestra historia, será por nuestro nivel cultural, será por nuestros votos opositores y de alternancia, será por el nivel de los gobernantes, por su origen distante, no es clara la razón de ese desprecio y golpeteo a Xalapa. Solo odio se puede ver en el incremento desmesurado de taxis, en los permisos para los plantones de los 400 cueros, antorchos y grupúsculos irracionales en general; solo odio en la permisidad de los grupos criminales, como alguna vez declaró un subprocurador en el sentido de que las desaparecidas se iban con los novios, en las inútiles medidas de la policía estatal y en que pululen funcionarios foráneos, sin identidad y compromiso con Xalapa.
 
Cada ciudad tiene una historia, identidad y una personalidad; Xalapa, tiene la suya, pero no se le respeta, se le maltrata por cuestiones facciosas, politiqueras y menores. Somos rehenes de un sistema que confunde a esta ciudad con cualquier otra, que no le considera su dignidad, su condición especial de capital; los funcionarios ajenos vienen de paso, se llevan lo que pueden y ni adiós nos dicen; se van y nos dejan con los problemas y sin recursos; es hora de replantear todo, ser más exigentes con los gobiernos estatal y federal, traer más recursos, más programas y promovernos en forma integral. Debe contar el Ayuntamiento con el respaldo incondicional del gobierno estatal, de otra manera no puede hacer frente a sus compromisos y a las presiones de los grupos de interés. Esa es la clave, se gobierna en serio poniendo por delante el interés colectivo o se seguirá en una ruta de autoconsumo y de administración de los problemas. Para que Xalapa se desarrolle, tenga paz y democracia se requieren gobiernos efectivos y transparentes, que alienten la participación ciudadana en forma regular, así como el respeto de la legalidad. Nada mejor que el ejemplo, a una autoridad honesta y comprometida corresponderá una ciudadanía solidaría y participativa.
 
Recadito: Como representante popular cumplo con la voluntad de los Xalapeños.
 

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