icono menu responsive
Columnas y artículos de opinión
Locura vial en Xalapa
Uriel Flores Aguayo
20 de junio de 2014
alcalorpolitico.com
La topografía, la falta de una institución profesional que regule el tráfico vehicular y el desproporcionado número de automotores que circulan en sus estrechas calles hacen de Xalapa una ciudad con un severo problema de vialidad. Todos los días padecemos el caos en el tránsito de nuestra ciudad, con singulares consecuencias en la vida cotidiana, desde el desplazamiento normal, pasando por la contaminación y las alteraciones anímicas en la población. Es una situación que viene consolidándose desde hace varios años, en una tendencia inercial, sin atención oficial real y agravada por irracionales medidas tomadas por el gobierno del estado como la de multiplicar desproporcionadamente el número de taxis y autobuses del transporte público. Parece que el sonado programa de movilidad quedo en el papel y se envió al archivo.
 
Se puede y se debe hacer algo o mucho para mejorar las condiciones de la vialidad en Xalapa, pero se requiere voluntad política para romper con compromisos clientelares y aplicar las leyes respectivas. Es deseable que el Ayuntamiento y el Estado se coordinen en acciones concretas que resuelvan los principales problemas que afectan a los Xalapeños. No es problema de diagnóstico, debe haber expedientes de varios estudios, ni de carácter técnico, es más bien un asunto político, de voluntad y determinación. Se necesita la decisión de hacer algo, sencillo y concreto, que inicie una ruta de regularización y organización del transporte público y privado.
 
Los bloqueos de calles son casi cotidianos en Xalapa, en tanto ciudad capital de Veracruz, convirtiéndose en un factor agravante de nuestros problemas viales. Es aquí, por nuestras características topográficas y el tamaño del parque vehicular, que los efectos negativos de un bloqueo de calles se magnifica. Por tanto, esta situación conflictiva debe incluirse en cualquier diagnóstico al respecto y en los programas de solución. Es imperativo desarrollar los argumentos que sustenten una cultura del no bloqueo invocando los nocivos efectos que tienen para la vida de los habitantes de Xalapa; en estos casos es importante retirarles cualquier rasgo de legitimidad, dejarlos sin justificación alguna y hacerles pagar un costo al menos moral .
 

Pronunciarse por el no a los bloqueos de nuestras calles nada tienen que ver con las libertades de manifestación y reunión. Se considera que un bloqueo está mal encaminado, que no es una medida de presión a las autoridades como se afirma que, en realidad, afecta a la gente en general. Se piensa que una manifestación o marcha aun lenta es fluida, entorpece parcialmente la circulación pero permite avanzar; se sabe de grandes concentraciones, de miles, que necesariamente tienen que ocupar un espacio por algún tiempo pero eso es inevitable y se pude saber con anticipación para tomar precauciones. Lo molesto para todos es el bloqueo repentino, artero y de supuesta presión al gobierno. 
 
Los Xalapeños pagamos un costo en tranquilidad por asuntos absolutamente ajenos a nosotros; cambiamos de moneda nuestra armonía por tener la condición de capital del estado. Hemos llegado a una situación límite, se percibe un hartazgo activo en sectores de la población: inocentes pero desesperados ciudadanos empiezan a tomar la iniciativa para actuar directamente en ese tipo de bloqueos. Es tiempo de que las autoridades respectivas hagan algo. Un bloqueo es violencia, ya tenemos mucha como para aumentarla con ineptitud e indiferencia. Exijamos que la autoridad cumpla con sus obligaciones y que los que encabezan los bloqueos den la cara y expliquen su forma de proceder.
 
Hay derechos ciudadanos que se cruzan o se complementan, tal es el caso de los derechos de manifestación y de libre tránsito; hay que hacer lo posible por conciliarlos. En todo caso se debe priorizar la no afectación de los derechos de terceros. Demandar responsabilidad en autoridades y en líderes de grupos es un buen inicio en la ruta de la solución a la irracionalidad de los bloqueos. Debe haber una actitud crítica de los ciudadanos a ese tipo de manifestaciones, debe ser continúa y severa; sólo así superaremos esa locura que ya se volvió una especie de deporte.
 

RECADITO: Para ahorrar en elecciones acudamos al método de los volados y las rifas.
 
[email protected]