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Columnas y artículos de opinión
¿Se puede rediseñar el sistema político mexicano?
Eduardo de la Torre Jaramillo
19 de julio de 2014
alcalorpolitico.com
En el siglo XX, en la vertiente constitucional el sistema político mexicano se asoció al presidencialismo “metaconstitucional”, el cual con la alternancia pasó a ser constitucional y dentro del mismo proceso se desdibujó al debilitarse junto con el federalismo, además con el surgimiento del “feuderalismo”, éste representado en los nuevos señores feudales, que son los gobernadores.
 
Empero, en los recientes análisis del neoinstitucionalismo, al sistema político mexicano se aborda desde la perspectiva del partido político hegemónico, como lo fue el PNR-PRM-PRI; posteriormente con los partidos que surgieron en la tercera y cuarta década del siglo pasado, allí están el PAN, el PPS y el PARM, el primero nació como un partido opositor leal al régimen político, los otros dos fueron partidos paraestatales de aquel sistema político; hacia finales de los años ochenta surgió el PRD en medio de la insurrección ciudadana sobre el fraude electoral federal en 1988.  
 
Es pertinente realizar la siguiente reflexión sobre la posibilidad de regenerar al propio sistema político mexicano, sobre todo, porque Lorenzo Meyer en un pequeño ensayo, y como buen historiador realiza un ejercicio comparado con aquel libro escrito en 1908 por Andrés Molina Enríquez, “Los grandes problemas nacionales”, cuyo razonamiento es que el nuevo problema en México es la partidocracia; un problema singular, que por ejemplo Carlos Marx en su primer libro “El dieciocho Brumario de Luis Bonaparte”, escrito en 1852 al realizar la crítica al partido del orden y al socialdemócrata, éste último afirmó que sólo buscaba mitigar el antagonismo entre el capital y el trabajo asalariado, donde se produce “…una transformación dentro de las fronteras de la pequeña burguesía”; en una línea diferente está Robert Michels, quien ubica a los dirigentes de los partidos políticos, que tienen como regla de oro, desarrollar a la “oligarquía de hierro” en el interior de los partidos políticos, esta definición la dio hace cien años y tiene plena vigencia.
 

Es importante seguir es estudio de los partidos políticos en México, particularmente porque ahora se suman otros tres institutos políticos al ya caduco subsistema de partidos políticos nacional: Morena, que es la personalización de un caudillo político; el pago de favores del gobierno federal a los hermanos Rene Arce y Víctor Hugo Círigo con lo que se denomina “Encuentro Social”; y el partido “Humanista” de Ignacio Yris Salomón, exaliado de Patricia Mercado en 2006, quien apoyó al Doctor Simi en aquella fractura política del ala campesina con la vertiente socialdemócrata; nuevamente viejos actores en partidos emergentes, con las mismas reglas para convertirse en partidos políticos, en las cuales el dinero es el incentivo perverso para crear un partido político y mantenerse de las prerrogativas. En general los partidos políticos en México son partidos familiares que con el paso del tiempo se convierten en franquicias de exgobernadores, exlíderes sindicales, exaliados del PRI, hermanos de expresidentes de la república, rupturistas de la izquierda que se acercaron al poder político o que buscan única y exclusivamente dividir a la izquierda mexicana, de por si siempre dividida.
 
¿Cuál es el sentido de esta fragmentación política?, el beneficio del PRI, ya que se tienen divididos a la izquierda y a la derecha, de los primeros, ahora se presentan cinco formaciones políticas: PRD, PT, MC, Morena y Encuentro Social; por parte de la derecha: PAN y Humanista; es el mejor escenario para el mantenimiento del status quo político; donde la abstención en el 2015 rondará el sesenta por ciento; cuyas clientelas políticas serán las únicas que salgan a votar en una elección que será presidencial, y que para continuar con el centralismo, es una ventaja que tendrá el gobierno federal para limitar a los señores feudales, ya que desde el centro del país les impondrán candidatos a las diputaciones federales; -se acabó la complacencia y tolerancia política hacia unos incontrolables gobernadores-.
 
Dado lo anterior, las nuevas leyes electorales, tanto la de partidos políticos, como la de procesos electorales chocarán con la realidad política, con una leve diferencia, el financiamiento privado será el preponderante; mientras no se ajuste de manera proporcional la participación de los partidos políticos en la vida pública prevalecerá el mercantilismo político; es decir, para lo anterior hay que pensar que el tres por ciento seapara mantener el registro de un partido político, el cuatro por ciento para obtener prerrogativas y el cinco por ciento para acceder a los puestos de elección popular por la vía plurinominal; y que definitivamente se ataque al clientelismo político asociado a la pobreza; como bien podría ser desafiliar a las personas que militen en un partidos político y que estén en algún programa social, para evitar esos chantajes electorales, y que además podamos imitar a Brasil, donde sólo se le otorga un subsidio a las personas que saben leer y escribir, ello para ir creando ciudadanía; éstas son la rutas a seguir, si se quiere rediseñar al sistema de partidos políticos.
 

Finalmente, se podrán cambiar las leyes electorales, pero mientras no se cambien las conductas políticas, como aquellas que ya se generalizaron en cualquier partido político, como: el acarreo, la compra de los votos, el clientelismo político, la amenaza de quitarles algún programa social o el trabajo; en fin se debe y tiene que combatir la institucionalización de la corrupción en el interior de los partidos políticos, ellos para jactarnos de que tenemos partidos políticos modernos y no partidos que aún no salen de la paleopolítica. Inclusive, el asunto de fondo es la apuesta por la civilización de la política para ir erradicando la violencia que experimenta el país de manera creciente, y allí que el rediseño del sistema político mexicano necesariamente transite por la elevación de la calidad de sus políticos.