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Columnas y artículos de opinión
Hemisferios
El juego del exterminio
Rebeca Ramos Rella
22 de julio de 2014
alcalorpolitico.com
Este 2014, el mes sagrado del Ramadán inició en algunos países el 28 de junio pasado y  en otros, el día 29; terminará el 28 de julio próximo. El Ramadán – en árabe- o Ramazán –en turco- se celebra durante el mes lunar musulmán en el que los creyentes practican un ayuno diario desde antes del amanecer hasta el atardecer.
 
En las horas de sol, los musulmanes deben observar disposición de hacer el ayuno; mostrar una conducta generosa, pacífica y un estado de conciencia que los conecte con la Divinidad. Deben abstenerse de beber, fumar y comer; de tener sexo y de cambios drásticos de ánimo. Sólo podrán tomar un vaso de agua antes de la oración del anochecer y deliftar, la cena que usualmente congrega a las familias en grandes festines; que es ocasión para reunir a amigos y parientes o para organizar banquetes de todo tipo y donaciones a instituciones de asistencia social.
 
El Ramadán es un tiempo de oración; de purificación; es la reflexión en la que se sume el mundo islámico en 60 países del orbe, con más de mil 200 millones de practicantes para enaltecer la paciencia, la humildad, la fraternidad y la unión.
 

Por esto, es desafortunada la funesta contradicción; una aberración y para ellos mismos, un enorme y doloroso atentado a la fe, a lo divino del mes santo y a las tradiciones que enlazan al mundo musulmán, lo que está pasando en Irak, enGaza, en Palestina y en Siria.
 
La realidad es que el conflicto, hoy ya de varios frentes, en aquella lejana región, cada día se agrava, escala a crímenes contra la humanidad; se anuda en un laberinto perverso y macabro de intereses políticos, económicos y de seguridad nacional e internacional; brotan las luchas, los contrastantes argumentos y las deplorables acciones, que lo único que logran es el saldo terrible de muertos, en todos los bandos; masacres de civiles e inocentes; más dolor y el rencor que no se olvida ni se perdona en este mes sagrado.
 
El conflicto en Medio Oriente está flameando la violencia al máximo, enredando más la posibilidad de salidas “diplomáticas” y dejando en evidencia la incapacidad, la cortedad, la medrosa intervención de la comunidad internacional vía el sistema de Naciones Unidas, para poner un alto inmediato a los actos sanguinarios que indignan a la humanidad.
 

La guerra se está regionalizando peligrosamente sin que nada ni nadie la detenga.
 
Así en Siria, la dictadura “democrática” triunfó en las urnas el 3 de junio con 88.7% de los sufragios, en una contienda que por vez primera en 50 años, contó con dos candidatos “opositores”.  Al Assad jugó la mascarada democrática para encumbrarse otros 7 años, el tercer periodo desde 2000, cuando se lo heredó su padre Hafez Al Assad.
 
El tirano sanguinario sobrevive en su trono, gracias al apoyo ciego y convenenciero de Rusia y China, sus aliados inexplicables y ante una postura quizá para unos, prudente; para otros, temerosa y mediocre de Estados Unidos, de la Unión Europea y de los poderosos vecinos árabesque simplemente no quieren entrarle desde hace más de 3 años, cuando estalló la revuelta anti-régimen.
 

Cierto es que una de las otras razonespor las que Occidente no ha intervenido como suele hacerlo, a ocupar, matar y deponer en menos de 36 horas, con toda la maquinaria “salvadora” de la OTAN, es la condición demasiado ecléctica de los miembros del ejército rebelde sirio; hay dentro grupos extremistas y organizaciones identificadas como terroristas. Incluso extranjeros como los libaneses de Hezbollah, los remanentes de Al Qaeda y en sus inicios, también participaron contra Al Assad, los ya hoy muy conocidos fundamentalistas autodenominados en el Estado Islámico de Irak y el Levante –EIIL- que al día de hoy, ya los han traicionado.
 
Los juristas miembros de la Comisión de Naciones Unidas yexpertos analistas de las inacabables disputas en la región, lo habían alertado desde hace más de un mes, pero nadie hizo caso o nadie vislumbró la proporción de la escalada violenta. Tampoco nadie dejó de recibir cuantiosas ganancias por la venta de armas a unos y a otros enemigos. La mecha se encendió en Siria, coinciden; la revuelta fue el terreno fértil para la incubación de los resentimientos y de agravios ideológicos y religiosos de grupos radicales que pelean entre sí, el mando y el control de territorios, dinero, petróleo, gas y poder político, bajo el filo de la daga o de la potencia de los misiles y balas.
 
La sofisticación del arsenal militar que todos utilizan para matarse es la prueba de que Occidente, Israel y los países “hermanos” árabes, están haciendo el gran negocio por una cara y por la otra, siguen reuniéndose en cumbres inoperantes que no han parado ni la matazón ni el desplazamiento y exilio de las familias sirias que por lo menos en Turquía, hoy ya ascienden a un millón; más los otros dos millones que viven de forma deplorable y expatriados en Egipto, Jordania, Irak sin esperanza de recuperar su tranquilidad, su hogar.
 

No hay suficientes campos de refugiados, ni dinero para seguir apoyándolos. Por los 160 mil muertos nadie responde y poco puede hacerse desde fuera de tierra siria para los más de 9 millones de desplazados dentro de su país, que carecen de lo básico para subsistir.
 
Al Assad por lo pronto, se las sentenció en su discurso de toma de posesión hace unas semanas: “…pagarán un alto precio los países árabes y occidentales por apoyar a los terroristas” en su Siria y a quienes aseguró, combatirá hasta restaurar la seguridad –que no la paz-.
 
Legitimado por el mandato de las urnas y por sus dos potentados padrinos, los rusos y los chinos,  Al Assad sigue fuerte e intocable, mientras las escenas de destrucción, hambre, muerte y sangre arrasan a su pueblo. Es quebrantadora la imagen de más de 600 mil refugiados sirios que han convertido en su “hogar”, los prados y andadores, en las calles de Estambul. Los turcos ayudan, pero se han registrado estallidos de hartazgo en algunas poblaciones, que rayan en el racismo, en la agresión y en la humillación.
 

¿Por cuánto tiempo más? Sin respuesta.
 
En este contexto, donde no hay orden ni ley ni fronteras que se respeten, se reveló con soberbia explosión, en tierra iraquí, el grupo fundamentalista extremista Estado Islámico de Irak y de Levante que ya desprendidos y confrontados con los rebeldes sirios, han conformado unauténtico ejército de la muerte. Desde 2003 cuando EUA invadió Irak, los EIIL surgieron como una gran alianza de diversas organizaciones, contra la ocupación y en su momento se abrigaron en Al Qaeda, con todo lo que eso se entiende: entrenamiento militar y de inteligencia; la causa de la Yihad o guerra santa; la postura fundamentalista, la profesión del espionaje, la estrategia y la destrucción de los “infieles”.
 
Hoy han llevado su causa al otro final de la línea. Y su radical postura y bastante riesgosa para los países de la región, ha logrado lo impensable. Que los eternos enemigos Irán, Irak y Estados Unidos, tengan que dialogar de alguna manera para contenerlos.
 

El EIIL propone una “salida” al embrollo: el retorno del Califato Islámico que dominó Medio Oriente, el norte de África y España, hace mil años y que desapareció cuando cayó el Imperio Turco Otomano, en la Primera Guerra Mundial. Pretenden una nueva geografía política de la región. Tan disparatados suenan pero no tanto. Han avanzado destruyendo ciudades y poblados en el norte de Irak. Tomaron Mosul, la segunda ciudad más importante y han expulsado a más de 50 mil cristianos. Al día de hoy, también tienen abajo, una porción del este de Siria.
 
La brutalidad los caracteriza, ejecutan y crucifican a sus enemigos; destruyen mezquitas. Quieren la desaparición de la frontera entre Siria e Irak; la sumisión chiita y de las minorías kurdas de esos países, contando las que viven en Turquía, país al que ya metieron en su aspiración expansiva, cuando el mes pasado secuestraron a transportistas y diplomáticos turcos en Mosul, a quienes liberaron un mes después.
 
Los avances militares terroríficos de estos extremistas religiosos están animados por el odio y también por la etnicidad y la interpretación de la religión. En su mayoría musulmanes sunitas, como lo era Saddam Hussein y su gobierno y como lo son el 85% de los islamistas en el orbe, en Irak y en Irán, son los chiitas la mayoría en más del 60% y del 95% de esas naciones, respectivamente.Es evidente que buscan la unión de los sunitas en el mundo musulmán contra los chiitas que controlan Irak e Irán y toda la riqueza geoestratégica del petróleo en la zona.
 

¿Y cuál es el pleito entre estas dos corrientes? Esencialmente sus diferencias son doctrinarias y políticas. Los sunitas representan la tradición del Islam y se asumieron como seguidores de los primeros califas que sucedieron a Mahoma. Por su lado los chiitas optaron por seguir a Alí, el yerno del Profeta. Así el pleito fratricida continúa desde la sucesión, es decir desde el año 632.
 
El EIIL está resurgiendo y recrudeciendo esta batalla interminable. Se ha separado de Al Qaeda y ha asumido su postura y bandera. En difusión de masivas ejecuciones de soldados iraquíes, ha hecho tambalear al gobierno chiita de Irak, apoyado por Washington y lo ha confrontado con los gobiernos sunitas de Qatar y de Arabia Saudita, supuestos financiadores de los yihadistas.
 
A principios de mes, su líder, Abu Bakr al Bagdadi, apareció frente al mundo llamando a la guerra santa y exigiendo el respeto a su investidura como el líder máximo, comoel “Califa Ibrahim” de todos los musulmanes del mundo, a quienes pide emigren a la sede del Califato, declarando la desaparición de Siria y de Irak y la creación del Estado Islámico.
 

En su mensaje divino, juró venganza contra quienes han humillado, violentado y matado a los musulmanes, enMyanmar, Irak, China, Pakistán, Túnez, Argelia y en Marruecos; prometió a los suyos, devolverles el orgullo y el respeto y justificó su lucha –por supuesto, no terrorista- como la defensa de los derechos de los islamistas en todo el mundo.
 
Así el terrorismo fundamentalista islámico ha vuelto a institucionalizarse; avanza en sus propósitos. Y en el mes santo. Y la comunidad internacional, sigue paralizada, estupefacta.
 
Tanto como atorados e ineptos se muestran los líderes de las superpotencias occidentales; el sistema de Naciones Unidas; los expertos diplomáticos que nada logran aún, contra la masacre inmisericorde de Israel contra los palestinos en Gaza que ya cobra 502 palestinos muertos, en su mayoría niños, mujeres y ancianos, los feroces enemigos del Estado Israelí, que ha perdido a la fecha, 18 soldados y un civil.
 

De nada sirvieron las plegarias que conjuntamente el Papa Francisco alentó a principios de junio al reunir al presidente israelí ShimonPeres y al líder palestino Mahmoud Abbas, para derribar la enemistad y asumir el valor de alcanzar la paz, que nadie conoce en Palestina e Israel desde 1967 cuando, durante 6 días el Estado israelita, decidió atroz e ilegalmente apropiarse de una tierra que no era suya, ocuparla, saquearla y administrarla como propia por encima de la norma internacional, despojando a un pueblo de su hogar, de su libertad, de su independencia y de su legítimo derecho a ser reconocido como un Estado nacional.
 
El brazo radical armado palestino Hamas en constante jaloneo con la Autoridad Palestina, hermanos confrontados entre la búsqueda de la paz y lo imperdonable, en una de sus últimas reconciliaciones, optó por endurecer la ruptura y estancamiento de negociaciones con Israel y en oportunidad irracional secuestró y asesinó a 3 estudiantes israelitas, en Cisjordania. Las exigencias del mundo para devolverlos fueron inútiles. Dos semanas después fueron hallados muertos y decenas de palestinos sospechosos, miembros de Hamas, fueron detenidos. En venganza, un niño palestino fue quemado vivo. Este fue el detonador de la ofensiva militar y la matanza más sangrienta, inhumana y desigual entre Hamas e Israel, desde 2008.
 
Si bien uno de los jóvenes israelitas al parecer, era conocido cercano al Primer Ministro Netanyahu, la saña, el odio, el desquite israelita ha sido sordo, ciego y demencial. Lejos de las operaciones quirúrgicas para destruir y matar a líderes y milicianos de Hamas, el ejército israelí ha lanzado misiles por doquier, en zonas civiles, donde supuestamente se esconden los palestinos asesinos. Apoyados con la tecnología de punta en defensa y ataque militar, arrogantes los israelitas con su “Cúpula de acero”, no han padecido destrozos, pérdidas y muerte como los palestinos.
 

Los bombardeos caen sin piedad; casas, edificios, calles. Niños jugando en la playa, despedazados por los misiles desde Israel. El castigo ya es barbarie y es crimen contra la humanidad. El pasado fue el “BlodySunday”, cuando una familia completa de 9, siete infantes, fueron masacrados por las bombas. En total ese día negro, 150 seres fenecidos.
 
Nadie es escuchado. Obama ambivalente, distante, desmemoriado, ni el rastro de aquel discurso bien intencionado de reconciliación con el mundo árabe  en 2008, en El Cairo y de la condición posterior a Israel, para desocupar los territorios de Gaza y Cisjordania y así, retomar las fronteras de 1967, las que Israel le arrebató ilegalmente a los palestinos, como la  más sensata solución y el logro de la paz, esta vez, otra vez, ha reconocido el derecho de Israel a defenderse, pero a ambos, ha solicitado detener el castigo.
 
El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas ha resuelto un alto al fuego, por lo menos como marco humanitario para atención de heridos y opción de huida de los civiles que están siendo perseguidos, cazados como presas, como tiro al blanco por el arsenal sofisticado y resentido de los israelitas, que no se conforman con nada. Quieren desaparecer a Palestina del mapamundi.
 

Y mientras el globo observa indignado, adolorido, horrorizado por los niños palestinos masacrados, los jóvenes israelitas en redes sociales, dejan patente el odio, la rabia, la condena sin tregua a morir, a pudrirse, contra los palestinos y los árabes en general, en la democracia virtual del Twitter. Tres generaciones envenenadas por la ignominia, la matazón, el aborrecimiento, la intolerancia y la arrogancia de unos y otros, que no han conocido más que eso desde que nacieron. La mutilación de su libertad y de su felicidad a manos de unos y de otros.
 
En ambos lados no existe una familia que no se haya reventado de duelo. Muertos, caídos de los dos bandos. ¿Habrá forma de conciliar y olvidar algún día?
 
Hoy ya suman más de 3 mil heridos palestinos en 14 días de ofensiva militar aérea y terrestre. De los más de 500 asesinados, más de 100 eran niños; alrededor de 50 eran mujeres y más de 30 eran ancianos.
 

Los israelitas aseguran haber atacado 2 mil 350 objetivos en Gaza y los que siguen; han usado más de mil lanzacohetes; cantan victoria ante “escasa resistencia de Hamas”. Sobre los civiles fallecidos por los bombardeos, afirman que han sido escudos humanos utilizados por los palestinos extremistas que dicen ellos, han disparado más de mil 600 cohetes, pero el escudo protector de acero de Israel, que los detecta a tiempo, los destruye.
 
A los israelitas la tecnología los ampara y a los palestinos inocentes, nadie los defiende con la contundencia de la ley internacional. Queda al mundo más que claro que la jactancia de Israel, tiene respaldo de Occidente, de la Casa Blanca y del poder económico judío que por el mundo controla intereses y negocios.
 
Con ese mismo engreimiento, cinismo y despotismo, se arropa el gobierno autócrata de Siria, para doblegar a un pueblo que no soporta más abusos y violencia.
 

Por eso mismo, la supremacía religiosa y política que han cantado los yihadistas del Estado Islámico recién fundado en Irak y Siria, con la promesa certera de la venganza sin misericordia, prospera entre el eterno e imperdonable rencor, rabia y genuino deseo del aniquilamiento del contrario, del agresor, del asesino, del invasor, del usurpador.
 
Estamos viendo y atestiguando la magna soberbia de los amparados, por los poderes occidentales y por las potencias que reciclan su anhelo de volver a la Guerra Fría para posicionarse; también, por los fanáticos religiosos que todo lo ven en maniqueo blanco y negro y, para colmo también, por los adoradores del dinero, las tierras, las armas y el petróleo.
 
Es la guerra santa en el mes santo.
 

Y estamos siendo omisos al no gritar y exigir un ¡Ya basta! Por los desamparados en ese juego desastroso, siniestro y sempiterno del exterminio.
 
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