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Columnas y artículos de opinión
Hipocresía verde
Helí Herrera Hernández
4 de agosto de 2014
alcalorpolitico.com
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Twitter: HELÍHERRERA.es
 
De no ser por el debate nacional que ha generado la aprobación en La Asamblea Legislativa del Distrito Federal, de una iniciativa que prohíben los animales en los circos, la verdad no perdería mi tiempo y espacios en los medios de comunicación que semana a semana publican mis artículos, para referirme al Partido Verde Ecologista de México, franquicia política que como tal, se vende al mejor postor.
 
Da hueva, como dijeran los –chavos-, gastar papel, tinta o saliva para referirse a ese remedo de partido político que desde que se fundó en 1986 como Partido Verde Mexicano solo ha tenido dos presidentes nacionales: don Jorge González Torres (político surgido y hecho en el Partido Revolucionario Institucional), y a su salida, su hijo Jorge Emilio González Martínez, quien para medir sus principios diremos que en 2000 es elegido en una alianza con el PAN Senador de la República, y actualmente ostenta el mismo cargo, derivada de otra alianza, pero ahora con el PRI.

 
El niño verde, como lo bautizaron no solo los militantes de otros partidos políticos (incluyendo sus ahora camaradas del PRI), sino por los mismos periodistas en razón a su novatez, neofitez y ausencia de materia gris en su cerebro, ha sido, -gracias a papi-, representante a la Asamblea Legislativa del Distrito Federal de 1994 a 1997; diputado federal en la LVII Legislatura de 1997 a 2000, más los cargos de Senador que líneas arriba he relatado.
 
Ha estado en los medios de comunicación más por sus affaires que por su talento legislativo. En 2004 ocupó las primeras planas cuando la televisión saco a la luz pública un video donde negocia con un sujeto la cantidad de dos millones de dólares, a cambio que el Ayuntamiento de Benito Juárez (Cancún), desprotegiera unos predios y pudieran cambiarse el uso de suelo para construir zonas hoteleras; más adelante, en 2011, un nuevo escándalo se cierne sobre este imberbe político cuando una mujer llamada Galina Chankova Chaneva cae de la ventana del piso 19 de los complejos Emerald, propiedad del niño verde, y que a decir de dos jóvenes, hijas de empresarios quintanarroenses (véase libro de Lydia Cacho), afirmaron que fue empujada por él, aunque mas temprano que tarde salieron sus amigos priístas de la procuraduría de justicia de ese Estado a exonerarlo de cualquier investigación y presunta responsabilidad.
 
Hago esta descripción para que usted vea de que está hecho el dueño del partido verde y en consecuencia, ese molde es el de sus principales miembros, dirigentes y funcionarios públicos que en la ciudad de México lograron aprobar la ley para la celebración de Espectáculos públicos y de Protección a los Animales, en donde se prohíben los animales en los circos, bajo el argumento que los maltratan, pero se quedan calladitos respecto a las corridas de toros, peleas de gallos y carreras de caballos.

 
Estos juniors verdes salen en la defensa de los animales que los circos utilizan para sus espectáculos, pero se olvidan que los caballos en los hipódromos son castigados severamente a base de fuetazos para hacerlos correr de manera extraordinaria y anormal. Allí sufren amnesia por motu proprio, como también en las peleas de gallos, donde no solo los maltratan, sino que los impulsan sus patrocinadores a morir.
 
Es entendible que estos oportunistas y simuladores omitan un mismo veredicto sobre estos espectáculos, y como no, si tanto en los hipódromos como en los gallos hay gente demasiado importante metida en ellos, con peso político y con pesos y centenarios.
 
¿Por qué no se atrevieron los hipócritas verdes a presentar iniciativas en la capital del país para que cierren la monumental plaza México, donde se maltrata, a la vista de miles de asistentes y televidentes a los animales, y terminan asesinándolos con el aplauso de los presentes, como en el antiguo circo romano?

 
Estos peones verdes, ambiciosos como los ricos que cada día quieren amasar más fortunas, en 2011 apoyaron la candidatura de Mariano González Zarur por medio de una alianza PRI-PVEM para gobernador de Tlaxcala, siendo él ganadero de reses bravas, criador de toros de lidia, aquellos que van directo al matadero.
 
Promotores como Diego Fernández de Ceballos de litigar con el cargo de elección popular, son amigos de las familias Bailleres (dueños de los Palacios de Hierro e industrias peñoles), y de Miguel Alemán Velasco (dueño de líneas aéreas y plazas comerciales), quienes regentean las fiestas taurinas en México. De allí que con esa doble moral que les caracteriza a esta vacilada de partido no se meten con las corridas de toros, a pesar del asesinato de esos animales.
 
Impúdicos como han sido, en la campaña para renovar la cámara baja del Congreso de la Unión de 2009, su caricatura de partido se enfocó en promover la pena de muerte para asesinos y secuestradores con un mero afán electorero, más que de principios y razones, que hoy cobra más relevancia al presentar iniciativas de ley que obliguen a los circos a dar espectáculo sin animales (donde no los matan), pero se quedan calladitos, casi mudos, respecto a las peleas de gallos (donde sí los matan), como las corridas de toros (donde también los asesinan).

 
Demagogia y más demagogia con estos enanos verdes que nunca crecen, pero que bajo el amparo del PAN y ahora del PRI han hecho de la política su hobby más lucrativo para estos remedos de políticos que, después de reflexionarlo, en la mayoría de los casos, están peor que los más criticados de sus aliados.